"Para mí, para mis amigos, para cualquiera interesado en leerlo.
Nada especial, solo hobby."

-AldhaRoku

sábado, 15 de abril de 2017

Capítulo 25

Una pasillo iluminado, completamente rodeado por la blanca luz de los bombillos, un ambiente frío y agradable, era lo que se sentía, había algo de polvo en el suelo, se podía distinguir a medida que avanzábamos, pero en genera era un lugar limpio, al menos no estaba lleno de sangre y restos de personas,  nos adentramos poco a poco manteniendo la cautela, Joan, Kamui y mi persona aguantábamos nuestras armas con tanta fuerza que sería imposible soltarlas o que se nos fueran arrebatadas, esas pistolas lo eran todo para nosotros en ese momento, no sabíamos qué demonios nos deparaba adelante, el doctor estaba cagado atrás.

     – ¿Qué pasa doctor? Por sus anécdotas uno pensaría que ya a este punto nada lo sorprendería. – Afirmó Kamui. El doctor solo lo observo con una cara de infinito desprecio y siguió caminando a nuestras espaldas. 


     Ya en el centro del H.G. observamos todo nuestro entorno, blanco, iluminado a más no poder, habían algunas bombillas que fallaban, pero la mayoría seguía su correcto funcionamiento. Empezamos a recorrer la planta baja, el maldito doctor no agarro con nadie más que conmigo, << y ese tipo no me daba buena espina >> pasamos no más de diez minutos revisando la planta baja. 

     – No hay nada por aquí –Respondí. 

     – Tampoco aquí. – Afirmó Kamui.

      – Menos aquí. – Dijo Joan. 


     Nos reunimos nuevamente en el centro del centro comercial y decidimos subir. Las escaleras eléctricas no servían, al menos eso creímos, solo estaban detenidas, las luces del elevador estaban encendidas, por lo que intuimos que servían, pero no queríamos arriesgarnos a usarlo, imagínate lo patético que sería morir por fallas de un elevador en medio del mismísimo Apocalipsis luego de sobrevivir por tanto. 

     – ¿Creen que haya alguien?, esto se ve deprimente. – Añadió Joan. 

     – Debe haber vale. – Respondió Kamui. 

     – Y si no hay tampoco fue mala idea venir, es un maldito centro comercial gigante, debe haber muchos productos, utensilios y comida todavía, ellos cerraron desde que inició el peo, no le dio chance a nadie de saquear este lugar. – Añadí, Kamui me miro a los ojos y añadió. 

     – Estás del todo seguro? Entre el local y este centro comercial preferiría estar en el local, y sabes porque lo digo. – No había entendido el porqué de inmediato pero recapacite. 

     – ¿Los guardias verdad? – Pregunté. 

     – Los guardias, el ejército quien sea que sean, imagino que solo es cuestión de tiempo para que ataquen este lugar, yo lo haría si tuviera lo que ellos tienen. – Respondió Kamui. 


     Segundo nivel, llegamos al mundo del libro, veíamos todas esas tiendas solo protegidas por sus puertas, abiertas y sin ninguna protección, ropa de moda, y lo que más me interesaba, los libros. 

     – Ujum… Huele a saqueo. –  Dijo Kamui. 

     – ¿De qué hablas? 

     – Si, yo también me di cuenta. – Afirmó Joan.

     – Quizás todo se ve limpio y medio ordenado, pero date cuenta que faltan muchos libros, falta ropa, hay algunas tiradas por el piso, aquí entró gente a agarrar lo que le gusto y por lo que veo lo hicieron con mucha calma y paciencia, quizás no fue saqueo, pero aquí hay gente, o hubo gente. – Añadió Kamui. 

     Entonces me percaté, luego de darnos cuenta de que todo el piso también estaba limpio, en el sentido de que no había personas, decidimos subir directamente a Traki, íbamos conversando mientras subíamos escalón por escalón, el doctor tenía una pésima condición física, se estaba cansando durísimo mientras subía << hasta empezó a toser el marica >>, entonces escuchamos unas risitas, eran de niños, subimos más rápido para ver si encontrábamos a gente, y entonces casi en la sima observamos a un pequeño grupo de personas tomando jugo y licores, los niños jugaban con, valga la redundancia, juguetes. 

     – ¿Hola? – Añadí tratando de verme pacifista, las persona que estaban dentro del traki, que constaban de más o menos dos niños, tres niñas, dos hombres y una mujer, << a lo que se veía >> observaron con asombro y luego ese asombro se convirtió en miedo, los adultos que imaginó, eran los padres de los niños corrieron rápidamente a cogerlos, los abrazaron y nos miraban con cierto temor, no entendía por qué hasta que mi cerebro hizo suich, estábamos armados hasta la madre, los tres cargábamos cada uno una pistola de calibre potente en las manos, aparte otra pistola en la cintura y cuchillos por las piernas. Internamente la situación si bien era incomoda, << Como cuando caminas atrás de alguien y por coincidencia vas por la misma ruta que ese alguien y lo sigues largo rato y empieza a tratar de evitarte porque piensa que lo vas a robar, era algo así >> Pero igual era un poco gracioso, guardamos en nuestros bolsillos las pistolas y enseñamos nuestras manos en señal de pacifismo. No sabíamos cómo ganarnos su confianza, pero primero debíamos por comenzar por eliminar su miedo bien justificado. 


      Luego de rato dialogando con aquellas personas les hicimos entender que no teníamos malas intenciones, pero igual no nos tenían ni un poco de confianza, y era entendible. 

     – ¿De casualidad hay más sobrevivientes? – Pregunte de la manera más amable y educada que pude. 

     – ¿De qué estás hablando? Claro que hay más sobrevivientes, estos solo son golosos que vinieron a robar bebidas y tonterías. – Añadió el grosero doctor. 

     – Con todo respeto doctor, ¿podría callarse? Estoy hablando con estas personas. – Añadí y le devolví la mirada directamente a los ojos. – Les seré sincero, no queremos hacerle daño a nadie, estamos buscando a amigos y compañeros, y, tenemos razones para creer que quizás se hallan refugiado aquí. – Agregué, las personas se vieron las caras, uno se rasco la cabeza alborotando su cabello, y no sé si fue que me creyeron, o fue por miedo, pero uno hablo. 

     – Sí, arriba en el último piso hay otras persona, muchas más personas, hace dos días llegaron un grupo nuevo, quizás los conozcan. – Agregó aquel hombre que sudaba en frío, y yo no hacía más que preguntarme, que tantos psicópatas han visto estas personas como para desarrollar tal miedo a un hombre armado. 


     Subimos a la feria de comida, mejor dichos al Arturos que había arriba, es el único lugar de comida que hay allí arriba, sin contar el bar de la terraza, de buenas a primeras no había nadie, de modo que caminamos hacía lo último, lo que vendría siendo la terraza, el techo, el último nivel. Me alegré porque pude ver atrás de los cristales que habían bastantes personas sentadas allí, escuché un grito de felicidad muy peculiar, era el doctor quien se animó un montón al parecer por alguien a quien vio, “ni idea”, pensé, los tres caminamos entonces hacía el último lugar. 


     Cuando el doctor abrió la puerta algunas personas voltearon a ver de qué se trataba, todos parecían unos deprimidos, a lo lejos pude ver que el doctor fue directo a hablar con alguien, no nos importó realmente, casi de inmediato entramos nosotros, nuevamente pocas personas voltearon, pero algunos se sorprendieron, era normal, éramos puros desconocidos para ellos, noté que la mayoría de esas personas eran turcos, pero no me pareció extraño, casi cada buen lugar de este país le pertenece a un extranjero, y siendo sincero casi un cuarto de la población Venezolana es China o Turca.  


     Joan salió corriendo, como quien dice, dejando el pelero, volteé rápidamente a ver qué demonios, entonces noté porque su excite y exalte, se lanzó casi, a abrazar a una chica que yacía a lo lejos en una esquina, mis ojos me fallaron no distinguía y menos con Joan allí, pero entonces pude ver que se trataba de Megan, – Mierda – Grité, salí también corriendo a verla, y a medida que más me acercaba veía a más personas, toda la maldita terraza estaba llena de personas, debían haber más de treinta transeúntes, me acerqué, pero no interrumpí aquel bello momento. Joan estaba llorando a pesar que escondía su rostro para disimularlo, Megan estaba confundida, ni siquiera sé si se había dado cuenta de que era Joan quien la abrazaba, se veía incomoda. Me devolvió la mirada a mí y entonces comprendió todo, sus ojos se aguaron y bajo la mirada para devolverle el abrazó a su fiel amigo, no pude guardarme la sonrisa que me provocó aquel bello reencuentro, voltee la mirada y cerca de la niña se encontraba otro viejo conocido, y me dije a mí mismo, “No mames”, 

     – ¿Jonás? 

     – ¡HERMANO! – Respondió el maldito. 

     – Chamo no, ¿cómo estás? – Pregunté. 

     – Vivito y coleando. – Fue su respuesta, le di mi típico abrazo saludo, no podía creerlo, dos por uno, lotería. 

     – Ven acá. – Le dije a Jonas, y le di la mano para ayudarlo a levantarse del piso.

     – ¿Qué pasa man? – Me preguntó. 

     – Aparté de que quiero hacerte unas preguntas, deja que aquellos dos se termine de abrazar. – Respondí y reí. 


     Jonás y yo nos encontrábamos en toda la orilla del Hiper Galerias viendo hacía el horizonte, la vista era ciertamente preciosa, primera vez en mi vida que estaba tan feliz de agarrar sol, me había preguntado sobre mi historia, todo por lo que había pasado desde que inició todo, y efectivamente tenía el tiempo y era buen momento para contarla, ya la había contado tantas veces que sabía cómo resumirla perfectamente y contarla en menos de dos minutos.

     – Tsss… ¿eres un lechuo sabes?, si te contará por todo lo que yo pasé. – Respondió él.

     – Ja… ¿y por qué no lo haces pues? Cuéntame, soy todo oído. – Añadí, me quedo viendo y entonces empezó a hablar.

     – No sé si recuerdas, pero nunca fui al evento de Halloween que se hizo en el Marina Plaza, IBA, iba a ir, pero cosas me retrasaron, me remontó a tan lejos porque desde el día cero anduve en trote, para comenzar, el autobús dónde iba “Camino hacía el marina” se atoro en una tranca, lo admito, todo por culpa de ir tarde, me iba a resignar a llegar realmente, la tranca era fea, el autobusero no sé cómo, pero se las arregló para meter el bus por un espacio tan íntimamente pequeño que parecía designado para bicicletas << Carcajeó >> , la vaina es que casi llegando al Cumaná Plaza un webón se metió contra el bus, como de costumbre pues, todos los pasajeros se echaron a ver el chisme, el chisme e’ mierda que nadie pela, eso fue casi que llegadito, entonces empecé a  ver a gente corriendo vuelta loca por todas partes, autos chocando y motorizados echando tiro a diestra y siniestra, y me dije “Verga están saqueando otra vez” Pero la vaina era fea, tan fea que descarte casi de inmediato lo del saqueo. Unos carajos empezaron a entrar a coñazo el bus y bueno, casi todo el mundo salió corriendo del mismo, yo me quedé y creo que fue lo mejor, porque los que corrieron les cayeron encima tú sabes quienes, yo me dije “Coño, la apocalipsis zombi”, de pana marico, el cerebro no me daba para pensar en algo más, el busero saco una pistola que tenía bajo el asiento y empezó a apuntar y advertir a las mierdas esas y bueno, llego un punto en que le iban a voltear el auto bus, así que disparó, cuando empezó a disparar yo me piré, así de simple, el bus quedo vaciito, nada más él conductor quedo. ¿Estoy hablando más de la cuenta? – Preguntó Jonás. 

     – No marico, así se cuenta, no le pares a eso que me gusta escuchar. – Agregué observándolo con fascinación por su historia, sonrió y continuó. 

     – Si va, bueno. Me metí por una vereda de mala muerte y no sabía si era buena o mala idea, pero las vainas afuera se veían mucho peor, de pana que quería pedir auxilio, que alguien abriera la puerta y me dejará estar en su casa hasta que el peo bajara, pero que va, la pena pudo más… Me las arreglé y vi que un grupito conocido corría en grupo, obviamente me fui con esa gente, un coñazo de otakitos, había hasta unos cuantos en cosplay, X pues, ah, en ese grupo estaba Luziko y la novia… 

     – ¿Y qué paso con ellos? – Interrumpí su historia preguntando. 

     – Pues… – Puso una cara que no me dio para nada buena espina, y luego agregó. – ¿Sigo contando normal todo? – Lo miré y le dije que no había problema, que prosiguiera. – Con aquel grupo nos refugiamos en los apartamentos, uno de los chamos, bueno, un tipo, era ya un adulto, tenía casa allí y fue pana de dejarnos pasar la noche allí. Corrimos que jode eso sí, durante esa noche me hice más cercano a Luziko por cierto. – Interrumpí nuevamente y detuve la cronología de Jonás, le dije 

     – Mano, puedes resumir más la historia, de pana que me interesa saber que le paso a Luziko y Tsumiko. – Jonás me quedo viendo, no se lo tomo a mal y me afirmó que estaba bien y continuó con su historia. 

     – Bueno mano, en resumen, los días pasaban, y las cosas no mejoraban, desde el día dos que se fue la luz en toda la ciudad las cosas empezaron a ir de mala en peor, no sabíamos qué coño estaba pasando, el mismo día de la plaga revisamos redes sociales, todos los canales de noticia, pero nada, las redes sociales estaban inundadas de preguntas, todo el mundo quería saber qué coño estaba pasando, era eso o  eran personas advirtiendo que nadie saliera o diciendo estupideces del fin del mundo. Las noticias no estaban actualizadas, todo era basura, ni siquiera el CNN estaba dando nuevas, el pana dueño de la casa seguía en Twitter CNNespañol y nada, ellos que cada minuto andan subiendo algo no subían nada al respecto. Ya para el día tres la amabilidad del chamo se fue a la mierda, el primer día nos había hecho de comer, el segundo ya ni agua quería darnos y para el tercero en la mañana éramos una plaga en su casa, de modo que nos echó y pues, que más, nos fuimos, era su casa, vagamos de casa en casa, invadiendo como le dicen aquí. Escuchamos rumores de qué hacía las zonas costeras era más seguro, cuadramos para irnos todos, en ese momento debíamos ser como seis personas. Recuerdo que antes de irnos, primero debíamos agarrar recursos, conseguimos una camioneta abandonada y además de ser perfecta porque cabíamos todos, tenía bastante espacio para poner cosas, a las pocas casas dónde logramos entrar, robamos una que otra cosa de utilidad, pero no conseguíamos mucho. Decidimos ir a Farmatodo, a ver si de casualidad seguía en píe, o si aún más de casualidad, le quedaba algo. Allí fue dónde me encontré con Megan…  
     – ¿solo Megan? – Interrumpí. 

     – Sí, solo ella, se veía bastante hambrienta, buscaba al igual que nosotros algo de comer, se alegró mucho cuando se encontró con nuestro grupo porque conocía a unos cuantos. – Observé con intriga a Jonás mientras contaba su historia, y no podía hacer más que preguntarme a mí mismo “¿Dónde estaba Indriago entonces?” Pero preferí no interrumpirlo más y luego preguntarle a Megan su versión de la historia. – ¿Sigo? – Preguntó.

     – Por supuesto man – Respondí.

     – Bueno, como  querías que resumiera, desde entonces el grupo se mantuvo fuerte, habíamos inventado un sistema que nos mantuvo a salvo y en control durante mucho tiempo, hubo gente de la cual me encariñé que murió, algunas llegaron a nuestras vidas, pero solo eran aprovechados de mierda, uno era un parasito que solo quería comida y que le cuidaran el trasero, hubo un imbécil que solo quería cogerse a las chicas del grupo, pero a pesar de todo tuvimos buenos momentos, pero… el grupo cada vez se hizo más pequeño, y entre más pequeño se hacía el grupo, a pesar de que la necesidad era menor, cada vez era más difícil conseguir recursos, los ánimos decaían cada vez más. Creímos que ya estábamos completamente adaptados al nuevo mundo, pero, cuando éramos solo cinco, la novia de Luziko padeció una fiebre extremadamente alta, creíamos que era Chicungunya, realmente, nos esforzamos, hicimos lo posible para ayudarla pero cada vez se ponía más flaca y pálida, un día, solo dejo de respirar y bueno, murió. – Al escuchar esas palabras sentí un viento helado en mi espalda, era una pérdida lamentable sin duda, pero ya otra línea en nuestra mórbida historia que llamamos vida, tragué saliva.

     – ¿Y qué paso con Luziko? – Pregunté, Jonás me miró, y sabiendo que tarde o temprano debía decírmelo solo afirmó pausadamente.

     – Él… enloqueció –.

2 comentarios: