"Para mí, para mis amigos, para cualquiera interesado en leerlo.
Nada especial, solo hobby."

-AldhaRoku

domingo, 5 de febrero de 2017

Capítulo 7

    Llevábamos veinte minutos de carretera en camino a Guirintal. Habíamos agarrado camino por la vía del Marina Plaza, en ese enorme bus quitábamos los escombros con facilidad, autos pequeños, comegentes, incluso algunos buses más pequeños. 

    – Definitivamente manejo mejor que tú Aldha.

    – Eso es un hecho, yo manejo como la mierda, pero ¿no lo hago tan mal para ser mi primera vez al volante no?. 
 



    Llegando casi a playa la bruja nos dimos cuenta de que venía un auto en sentido contrario, instintivamente nos detuvimos y el otro auto también, era una camioneta Ford verde manzana, le pedí a Héctor que se mantuviera al volante y acelerará por si pasaba algo, que se fijará en los letreros y me esperará en cualquier parte de Guirintal, tenía mi fiel cuchillo oculto en la parte trasera del pantalón y nada más, esperé a la mitad de la carretera que nos separaba << No iba a dar un paso más hasta que no vieran la cara del otro sujeto >> Pasaron unos tres minutos hasta que alguien decidió salir, pude ver que ese alguien era una mujer cuarentona, mostraba sus manos en señal de paz y naturalmente hice lo mismo, nos acercamos hasta quedar unos diez metros separados, la desconfianza era evidente. Naturalmente dialogamos sobre nuestra posición y nuestras rutas de destino, le aclaré a aquella mujer que Cumaná era una fosa de muerte y soledad. La misma ya se encontraba bastante destrozada como para digerir las graves noticias que le estaba a punto de dar, su familia estaba allí, solo era una pobre mujer que estaba de viaje y cuando los problemas iniciaron por allá en Bolívar se vino de regreso, saltó de carro en carro y de ciudad en ciudad, pude entonces entender lo que todos sabíamos pero no queríamos aceptar, toda Venezuela, quizás todo el mundo estaba pasando por lo mismo.




    Aquella mujer de nombre Carolina iba a seguir su camino, y al igual que yo hasta no ver a sus seres queridos no iba a dejar de buscar. Le desee suerte y regrese al autobús con Héctor. 

    – ¿Quién era esa mujer Aldha? – Lo observe con tristeza y serenidad y le respondí

    – Otra víctima de esta mierda, es igual a nosotros amigo. – Eventualmente partimos y seguimos nuestro destino hasta llegar a Guirintal, tardamos en ubicar la casa de playa pero eventualmente la encontraríamos y empezamos a gritar.

    – ¡Nelson! ¡Muchachos! ¿Alguien con vida? – Gritamos y gritamos, pero no salía nadie, no nos importó siquiera saber si había alguien normal en las casas adyacentes, << no sé Héctor, pero al menos yo me mantenía en mi egoísmo y solo quería ver a mis amigos. >> Nos sentamos en la orilla de la playa, casi era de noche, eran de hecho las cinco y once.

    – Debemos buscar un lugar dónde pasar la noche Héctor. 

    – ¿Y si pasamos la noche en el autobús? 

    – Cállate Héctor, no sé sinceramente cómo has logrado vivir tanto solo escondiéndote en vehículos. – Y mientras me paraba para empezar a buscar un ente me empujó

    – BUH! – Dijo el ente, caí al mar empapándome con agua salada.

    – Marisco disculpa pero como tú supuestamente estás muerto pensé en asegurarme primero. – Dijo Nelson << He allí el ente >> Me lo quede viendo y sé que Héctor también estaba sorprendido 

    – Maldito ¡Ven acá! Me salí del agua le di un abrazo a ese desgraciado. 

    – Luego el maricoteo vamos a entrar que ya casi es de noche. – Dijo Nelson. Así que efectivamente entramos a la casa de playa, Nelson le metió varios cerrojos y encendió unas velas.

    – ¿De qué coño me perdí? – Preguntó Nelson. Eventualmente le conté sobre mi aburrida travesía y mi aparente muerte y renacimiento a la vida mientras hacía énfasis sarcásticos de que soy Jesucristo, le conté sobre cómo fue mi encuentro con Héctor y llego mi hora de preguntar.

    – ¿y Cómo coño es que tú sigues vivo? – Él apartó la mirada, miro hacia las velas y dijo de la manera más relajada posible

    – Mate al malo de Lucas, conseguí un Camaro  y vine aquí a esperarlos. ¿Qué más quieres que cuente?  

    – Tsss… Típico de ti Jajá…  pero la verdad quisiera más detalles ¿Sabes algo de los demás? – Pregunté yo. Hubo un cómodo silencio.

    – Cuando de repente Lucas  se convirtió en esa cosa y mato a Diana, los muchachos y yo fuimos a neutralizarlo, yo para ese momento no me había dado cuenta de que era Diana y cuando logramos quitarlo de encima de ella, a pesar de que era de noche pude reconocerla, entonces me arreche y le caí encima con todas las intenciones de matarlo pero el muy mamaguevo me mordió el brazo, pensé que estaba condenado por esa mordida y que me convertiría en una de esas cosas, así que naturalmente le grité a los muchachos que se fueran... – En ese momento interrumpí a Nelson y afirmé.

    – La mordida no tiene ningún efecto, no creo que sea un virus. 

    – Efectivamente, eso lo sé y lo descubriría tiempo después – continuó – el cuchillo grande estaba a unos pocos metros de mí 

    – Este. – afirmé enseñando el cuchillo.

    – Exactamente ese, así que me lancé a agarrarlo, ya los muchachos habían escapado de la casa y justo cuando Lucas salto hacía mí le clave el cuchillo en la cabeza con todas mis fuerzas, tú debiste ver cómo lo dejé ya que tienes el cuchillo. Cuando me quite a ese gordo mastodonte de encima iba a alcanzar a los muchachos, me asome por el borde y pude verlos corriendo. Pero algunas de esas bestias salieron de dónde no estaban como si fueran un enjambre, salían de los recintos, subían por las escaleras, y para colmo yo no tenía una mierda más que mis manos. Estaba alterado por la muerte de Diana pero no iba a dejarme morir por eso, corrí y corrí, evadí a la gran mayoría, a alguno los lance a rodar por las escaleras, aguante mordidas como no tienes una idea y mi única defensa era mi ropa, cuando por fin llegue a la entrada del edificio me sentía a salvo pero manada tras manada de esas cosas corrían como locas, algunos me vieron y lleno de mordidas corrí hacia el centro.

    – Pero el centro estaba lleno de esos comegentes. – Dijo Héctor. 

    – Si pero lo vi como la mejor ruta de escape. El punto es que por la calle que va hacia el mercado encontré un bello Camaro con las puertas abiertas y por suerte tenía las llaves pegadas, entré, cerré las puertas y aunque tenía unos de esos dándole coñazo al carro pude arrancar e irme, agarré rumbo al mercado y antes de llegar di vuelta cómo cuando agarras para el Marina, seguí esa ruta y tenía como punto fijo Guirintal, yo le había dicho a los muchachos para venir pa’ esta verga y como en ese momento creía que las mordidas me infectarían quería llevar mi trasero lo más rápido posible para acá para que al menos cuando me vieran como un zombi sepan que llegué. Llegué hecho mierda y durmiendo, al otro día desperté mejor y es que me di cuenta de que estaba completamente bien. Comí, me eché un baño de playa y hasta entonces he estado aquí comiendo, tomando y pasándola bien. ¡Hasta que llegaron malditas ladillas!

    jajá, Que mamaguevo. – nos empezamos a reír hasta que fuimos interrumpidos, un comegente paso cerca, – Creí que por estas zonas no habían. – dije susurrando.

    – Si hay, hay en todas partes. La diferencia es que aquí hay más sobrevivientes, mucha gente está reclusa en su casa, y en la mañana puedes ver como algunos van a pescar de hecho. – Dijo Nelson.

    – ¿Y cuál es el plan? – Preguntó Héctor.

    – Yo no tengo problema en seguir esperando a que vengan más, aquí hay comida, gas y agua, lo único malo es que no hay luz pero creo que en ninguna parte hay luz ahorita. 

    – Quizás sea muy egoísta de mi parte, pero yo quisiera que ustedes se quedaran aquí a esperar si algún otro de los muchachos viene, yo debó regresar a Cumaná. – Dije yo. 

    – ¿María verdad? – Preguntó Nelson.

    – Aja, no puedo simplemente esperar, sé que son capaces pero… – Nelson me interrumpió de golpe mientras hablaba.

    – Si yo tuviera a mi novia metida en pleno infierno también iría a rescatarla, eso va más allá de la lógica. – Así que el plan estaba listo, Nelson y Héctor esperarían al resto del grupo en la casa de playa y yo partiría en la mañana a Cumaná esperando encontrar a alguien, así que cada quien se fue a dormir esperando a que terminará la noche.




    Despertando a eso de las seis de la mañana yo me di un lujo que tenía tiempo sin darme, monte un olla de agua al fuego me hice un café bien azucarado. Hice unas panquecas para los tres y desayudamos jodidamente bien, a eso de las siete en punto a siete y nueve me monte en el bus y trataba de arrancar, pero parecía que el motor se había ahogado, así que iba a tener que buscar otro auto en las cercanías. 

    – No te compliques tanto y ve en el Camaro. – Dijo Nelson quien me lanzo las llaves sorpresivamente, las agarré y le agradecí. 

    – Me voy pal’ carajo. – Dije, agarré camino hacia Cumaná aprovechando que el día era Joven aún. La carretera estaba limpia en el sentido de que no había tráfico << aunque eso era evidente >> solo había un poco de mierda y sangre estampada por doquier, las malditas aves se estaban dando un festín de ojos y tripas, la paz del camino me hacía sentir muy bien y al mismo tiempo tan incómodo que era sofocante, quizás era porque estaba solo y vaya ironía era ser ateo y no tener nada en la mente más que ganas de rezarle a algún Dios que todo se mejore y que tus seres amados estén bien. 




    El motor sonaba hermoso, yo no sabía de potencia pero ese sonido me recordaba a todas esas películas de acción y me hacía sentir como uno de sus protagonistas, claro que a ellos no les pasa lo que me pasa a mí, se detuvo el maldito motor llegando casi a Cumaná, a pocos metros de la alcabala me toco mover mis nalgas y caminar como un pendejo. 

    – ¡VERGA! – Yo y mi suerte eran legendarias, lo raro es que no había pasado algo similar en medio de los comegentes quizás el karma si existe y las pocas cosas buenas que he hecho en mi vida evitaron que ocurriera antes. Y alabado sea el mismo que encontré una motocicleta en perfecto estado estacionada en un arbusto a unos cuantos cientos de metros de la alcabala, tenía la llave pegada así que la monte, primera vez en mi vida que montaba una de estas y no me emocionaba ni un poco, por lo menos ya tenía experiencia teórica de cómo manejarlas, el motor sonó y agarré camino.

    – ¡Hey pedazo de mierda devuélveme mi moto! — Gritó un sujeto que salió sorpresivamente de los arbustos, << Seguramente estaba meando o cagando por ahí >> – Jaja… Empecé a reír por la ironía ¿qué hay de todo eso de hacer cosas buenas? Quería gritarle “¡te jodes!” pero solo me limite a reír siguiendo con mi camino, había mucho que recorrer hoy y no había tiempo para ser el señor amabilidad, manejaba de manera anormal, parecía un imbécil que en cualquier momento se iba a estampar contra un poste, y allí andaba yo el maldito héroe de mi historia que estrelló la moto contra una pared. 

    – Esta mierda no es para mí. — Había perdido el auto y una moto pero al menos ya había llegado a Cumaná para cuando me estampé, estaba cerca de los Chaimas y empecé a caminar. Antes de cualquier cosa no estaba de humor para una persecución, tampoco tenía todo el día para explorar a píe una ciudad completa así sea una pequeña como esta, por suerte autos era lo que más había a elegir, el problema era conseguir uno que sirviera y tuviera las llaves pegada, busque y busque y bingo, el sexto auto cumplía con los requisitos, era un Malibu Classic hecho mierda ciertamente pero servía y tenía llaves y combustible, así que lo cogí y empecé a moverme. 




    Manejaba lentamente por las carreteras cercanas esperando encontrar a alguien, Ángel, Nicole, María, quien sea… Y termine topándome con una persona que no estaba en mi lista de búsqueda, pero maldita sea, maldita sea y agradezco que la encontré. Con su ropa bañada en sangre toda sucia evidentemente desesperada se metió contra el carro Michelle quien no paraba de gritar.

    – Ayuda… Ayúdame por favor… — Me baje del auto y le dije:

    – Hija...

   La monte en el auto, ella estaba traumatizada y le agarre la cara. 

    – ¿Qué pasa Mich? ¡¿Qué pasa?! — Levantaba la voz… Tomó un respiro y habló.

    – Aldha ayúdame, ayúdame por favor. — Se hiperventilaba. 

    – ¿Cómo te ayudo? ¡¿Qué ocurre?!. — Cuando se aclimató me llevo a los edificios me dijo que tuviera cuidado con los comegentes, pero solo habían dos, luego de acuchillarlos entramos a su apartamento, planta baja convenientemente, cerró las puertas rápidamente y sin decir una sola palabra me guio hasta su habitación, sentí frío hasta en los tuétanos cuando observe la cama bañada en sangre dando un espectáculo de tonos que variaban del rojo al negro producto del exánime cuerpo tembloroso y en estado de convulsión de Antonio Boada. 

    – ¡Maldita sea! — Me tape la boca producto de las arcadas que dicha imagen me provocó. – ¿Qué fue lo que le paso? — Pregunté. Michelle se limitó a llorar, creo que nunca la había visto llorar y realmente rompe el corazón ver a una niña llorar así, le devolví la mirada a Boada y fue inevitable observar su cuello desgarrado “Le mordieron el cuello” pensé. No soy médico ni sé nada de resucitación, pero ante mis ojos él ya estaba muerto, pero no podía simplemente irme con Michelle y dejarlo allí así que como acto de solidaridad cargue al moribundo muchacho y lo monte en mis hombros, era muy alto, pero no pesado, le pedí a Mich que abriera la puerta y me siguiera y efectivamente nos montamos al auto, María podría esperar un poco más primero tenía que llevar a Michelle a un lugar seguro y darle atención médica a Boada, así fuese en vano. 

    – ¿A dónde vamos Aldha? ¡Vamos al hospital!. — Decía entre lágrimas Michelle.

    – No creo que el hospital pueda hacer algo en estos momentos Mich, Vamos al único lugar seguro que conozco ahorita. 

    – Te vas a poner bien… En serio que lo harás… — Le decía Michelle al tembloroso cuerpo de Boada. 

    – Nelson debe tener en la casa un kit médico o algo por el estilo, por ahora debes ser paciente.




    Acelerando a toda potencia nos dirigimos a Guirintal, el camino parecía más largo teniendo una vida en juego pero antes de llegar a nuestro destino el cuerpo dejo de convulsionar. El auto derrapó y me detuve frente a la casa de playa. 

    – ¡NELSON! — Grité a pulmón. No paso mucho para que saliera de la casa, pero su sonrisa se borró al ver mi expresión.

    – ¿Qué paso Aldha? — Preguntó Nelson quien se inclinó para ver atrás de mí, dio unos pasos y observo la deplorable imagen de Michelle hablando con ese cuerpo sin vida que llenaba de sangre el vehículo. Apreté mis dientes y puños con tanta fuerza que me hacía daño, y fue Nelson quien se encargó de lo más difícil, separar a Michelle de aquel cadáver. 




    Arranque el motor y con el cuerpo de Boada en el asiento trasero fui nuevamente hasta Cumaná, aún no era ni medio día así que debía seguir, solo me estacione a mitad de camino para sacar el cuerpo quien ni siquiera se le dio un embalsamiento, solo una funda de almohada en la cabeza. Entonces arrojé a lo que una vez fue un buen amigo por el acantilado de una carretera sin nombre hacia quien sabe dónde. Era duro admitirlo, pero si bien toda mi vida fui poco sensible con la muerte, ahora mucho menos, solo me sentía mal y patético por no poder hacer más, tampoco tenía un momento para digerirlo solo volví al auto y a conducir a Cumaná, Ahora con la imagen de en la cabeza de encontrarme en igual estado o peor a mis amigos, sobre todo a mi novia. Pise el acelerador como si de una carrera callejera se tratase, no había tiempo que perder.

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