"Para mí, para mis amigos, para cualquiera interesado en leerlo.
Nada especial, solo hobby."

-AldhaRoku

domingo, 5 de febrero de 2017

Capítulo 6

6



     Abrí los ojos y era de noche, duermo boca abajo así que pude oler mi axila << ¡Que puto asco! >>, olía casi tan bien como la basura de la calle, la combinación de sangre, tierra y mugre daba como producto un olor peculiarmente nauseabundo, así que qué cogí mi toalla me desnude y salí del cuarto, desde mi posición en el piso de arriba de la casa podía ver como esos idiotas me olían o de alguna manera sabía que estaba allí, << ¿Recordarán lo que le hice a su amigo temprano? >> Pensé, veía como se alteraban y corrían en círculos y aunque me daba algo de lastima, soy un hijo de puta y empecé a reír, no en voz alta por supuesto, pero me daba risa su patética existencia, así que seguí con mi camino en plena oscuridad, baje al piso de abajo, y cerré la puerta principal sin hacer ningún tipo de ruido fuerte, ahora estaba protegido por metro y medio de altura, la reja y la puerta principal << Ni los Tukkis han podido entrar >>.



     Me fui a la cocina y di gracias por tener tan buena vista de noche, usando el tacto y forzando mi vista di con las velas y el yesquero, la encendí y ahora si podía bañarme a gusto, fui a la regadera y la abrí, deje la vela encendida sobre la tapa del inodoro, el agua tardó un poco, parecía que hace días que no la abrían, pero eventualmente salió, incluso con la poca luz de la vela podía ver que esa agua estaba hermosa, me metí y me bañé gloriosamente, el agua estaba algo fría, pero valía la pena, sentía como la mugre se iba e incluso al ver el suelo de porcelana podía ver como de mi salían colores negros, marrones y rojizos. << Si algo bueno sale en estas situaciones, es que aprendes a disfrutar mejor las cosas simples de la vida >>.



     Después de ese gran baño no sabía qué hacer y apenas eran las ocho dieciséis de modo qué fui directo a la cocina y abrí el refrigerador, en la puerta de arriba dónde guardamos el pollo, la carne o el pescado, estaba podrido, no era un hedor vomitivo, pero ciertamente todo estaba echado a perder, era obvio, << ¿quién sabe cuántos días paso sin luz ese refrigerador? >>. Por lo menos en la puerta de abajo pude ver con la vela que todo estaba bien, el jamón se había baboseado pero nada más, toda la demás comida estaba en buen estado. Agarré una olla y la llene de agua, la monte al fuego y mientras tanto me puse a picar ajíes, cebollas y pimentones. No tendría pollo ni carne, pero quien sabe cocinar resuelve con lo que sea, hice un guisado de maíz, papa y zanahorias en salsa roja con espagueti, lo mezcle todo en la misma olla dónde hice el guiso y allí comí, era un hombre solitario en la oscuridad de la noche con una vela iluminando su rostro mientras comía pasta. << Casi poético >>.



     El sol iluminaba directamente mi rostro así que evidentemente me desperté, no sé a qué hora me había quedado dormido el día anterior pero sé que después de comer, me puse a dibujar, debí pasar como tres horas dibujando porque no deparé en detalles. Luego me senté a escribir, es gracioso porque escribía sobre zombis en medio de está mierda, mis ánimos estaban tan abajo que ni ganas de una paja tenía. << Sin Joda >> Extrañaba a mis amigos, extrañaba al club, extrañaba a mi María.  Quizás fue la melancolía de pensar en ellos lo que hizo que eventualmente callera dormido. 



     La mañana había comenzado y era un hecho innegable, así que comencé la misma echándome un buen baño, me puse ropa limpia y empecé a buscar por toda la casa, buscaba armas, algo con que defenderme, solo eso, y solo pensé en dos elementos, lo primero es que fui al cuarto de mi hermanito, allí papá guardaba su bate de aluminio de cuando jugaba en béisbol, lo otro fue la careta, en las cajas de trastes viejos en el piso de arriba recordaba perfectamente que se hallaba una careta en perfecto estado, así que busque hasta que di con la misma y sonreí. << Me sentía preparado >>. No me sentía cómodo usando un bate << No es precisamente mi estilo >> pero es lo que tenía, cuando de repente me acorde de algo.

     – ¡El machete! – Busque por la cocina, el cuarto de mis padres y oculto en un estante estaba allí, el viejo machete, era más un pedazo de metal oxidado y sin filo, pero se asemejaba más a mi estilo << Digo, no es una katana, pero serviría >>. Agarré el bolso y solo dejé unos pocos enlatados, y media bolsa de cereal, llene una botella de refresco con agua y la metí allí también, dentro de una bolsa puse gazas, algodón, agua oxigenada y demás utensilios de este tipo. 



     Estaba listo, no iba a regresar si no encontraba a mi gente. Tenía el bate en mis manos, un cuchillo amarrado a mi pierna derecha, un machete puesto arcaicamente como si fuese una espada en mi espalda, una careta de béisbol, la mochila y mucha cinta adhesiva cubriendo mis brazos, metí mis llaves en el pantalón y salí de la casa. Justo en la entrada estaba una de esas mierdas tratando de entrar por la reja

     – Ah ¿sabías que estaba aquí no? – Le dije al comegente, entonces apreté fuertemente el bate y lo estrelle tan duro contra su frente que le abrí una enorme cuca en la cabeza, cayó al suelo de inmediato. << Es verdad lo que dicen, un hombre armado despilfarra confianza >> me fui silbando tranquilo por las calles golpeando todo lo que se me acercase hasta que me aburrí de usar el bate, creí que sería más divertido con machete así que efectivamente guarde el bate para usar el machete. Justo saliendo de Bolivariano uno volteo a verme y entro en su predecible modo berseker, corrió frenéticamente hacia mí y me puse en posición, apreté el mango con todas mis fuerzas y cuando llego al punto de rango le lance a cortarle el cuello. No logre cortarle la cabeza, pero le corte más de la mitad y le quedo guindando, eventualmente la bestia cayó, y yo seguí mi camino silbando.




     Llevaba caminando más o menos 20 minutos desde que salí de mi casa y estaba más allá de Villa Venecia. Cuando un auto paso a mi lado, era un hombre de unos cincuenta años diría yo, conducía  un Malibu Clasic y aunque dude eventualmente acepte la cola, antes de montarme pedí una condición y es que revisaría los asientos de atrás, era increíble pero me había vuelto aún más desconfiado que antes, pude ver que no había nada raro más que comida, mucha comida, y entonces entré en el auto, me senté en el asiento delantero para no asustar o causarle desconfianzas al hombre.

     – ¿A dónde vas? – dijo el viejo.

     – Estoy buscando a alguien, para ser preciso a algunos.

     – Bueno, entenderás que para como están las cosas conseguirlos sanos y salvos sería un milagro ¿no? – Dijo el viejo y tenía razón.

      – Efectivamente pero hasta que no tenga los cuerpos entre mis manos no dejaré de buscar. Miré hacia por la ventana hacía el paisaje. 

     – Esperanza amigo mío, esperanza, no dejes que muera, yo la perdí cuando vi a mi hija comerse a mi mujer, quería suicidarme te digo. Pero no lo hice, y entendí mi propósito. 

     – ¿Su propósito? – Le pregunte.

     – ¿Sabes Makro? Allí comencé una especie de refugio, niños, niñas, hombres y mujeres, incluso mascotas, he llevado a muchos para allá, ¿seguro y te preguntas porque tanta comida? Pues son para esa gente, El almacén está lleno de alimentos pero siempre llevo más, ya sabes que hoy hay pero mañana quizás no. 

     – Y… ¿Cuántos sobrevivientes son? – Pregunté.

     – No somos muchos, unos cincuenta o sesenta sin contar a las mascotas claro jajá… – El auto se detuvo por el teatro y antes de bajarme el hombre me dijo.

     – ¿Sabes amigo? Los humanos somos egoístas, cuando creemos perderlo todo queremos acabar con nuestra existencia y nunca pensamos en que nuestra existencia es necesaria para otras personas. Por eso hijo, pase lo que pase no decaigas y no hagas una locura, y sobrevive. Puedes venir a Makro cuando quieras, serás bienvenido, tú y tus amigos si es que los encuentras. – Y luego de esas firmes palabras aquel gran hombre se fue.




     Yo seguí mi búsqueda y comencé por el teatro, la entrada principal estaba abierta así que no tuve que hacer nada. Entré sigilosamente y sosteniendo el machete, con la careta bien puesta me adentré en el oscuro teatro, merodee y camine, no sé si fue mucha suerte o mala suerte que no había nada, ni un comegente, estaba vacío por completo.

     – Tsss… – Salí de allí y revise por encima los lugares cercanos, polleras, licorerías, tiendas, edificios, todo mientras pegaba gritos repetitivos llamándolos. Algunos comegentes a la redonda me veían y venían hacia mí pero los recibía a machetazos, navajazos y batazos.

      – ¡¿DÓNDE ESTÁN?! – Grité a todo pulmón. Cuando a lo lejos vi algo, alguien se movió dentro de un auto bus, era grande, era gordo, empecé a correr hacia ese autobús abandonado que tapaba la intersección del museo Gran Mariscal de Ayacucho y entre más me acercaba mis sospechas eran más acertadas.

     – ¡Héctor! – Grité con fuerza. Y cuando llegue al autobús allí estaba él, tenía los labios resecos y rotos, parecía muerto y tenía moscas sobrevolando su cara. Baje la mirada y allí a su costado había un comegente, estaba muerto, tenía una cabilla clavada en el ojo, pude notar que le había arrancado un pedazo de su brazo derecho, así que sin perder más el tiempo agarré un poco de agua y le eche un chorro en la cara. El desgraciado empezó a toser y a hiperventilarse.

     – ¿Estoy muerto? – Dijo moribundo.

    – Claro que lo estás imbécil, jajá… – Le dije y empecé a reír a su lado.



     Luego de que Héctor se repusiera cuando tomo agua, comió algo y le exigí que me  contara lo sucedido, así que empezó a hablar.

     – Después de que saliste de reconocimiento a casa de María. Los siguientes en irse fueron Elio y Songer, no sé a dónde fueron solo dijeron que iba a ver cómo estaba mamá. Luego se fueron Vero y Edinson, Hernán y Yue se quería ir pero los muchachos no los dejaron irse por la condición en la que estaba Hernán, su pierna, tú entenderás. Los demás nos quedamos, el pequeño, creo que se llama Joan estaba con Hernán y apoyando a Megan, era el que mantenía al equipo firme. María estaba muy preocupada, y su Prima a su lado no sabía cómo animarla. El punto es que las horas pasaron y tú no apareciste, no queríamos pensar en nada, pero al menos yo te di por muerto. María dejo de ver la ventana dónde te esperaba y se puso muy seria, ella fue a consolar a Kyoko, la cual estaba en una situación muy delicada, parecía que en cualquier momento iba a explotar, finalmente se hizo de noche y comimos algo, creo que fue un arroz con mantequilla y roscas de pollo lo que hicimos, el arroz se quemó pero no le dimos importancia. En la noche mientras dormíamos escuchamos gritos eran de esta chica… La que andaba con Nelson, ¡Diana! Ella tenía a Lucas encima, cuando nos despertamos, algunos como Nelson, Kamui, Joan y Kenyi fueron a ver qué pasaba. Él era gordo y fuerte así que entenderás que no fue fácil quitarlo, María y los demás se habían despertado así que imaginarás su cara al ver que su amiga estaba con la yugular y parte de su rostro completamente destrozados y con Lukas comiendo sus entrañas, el cuerpo de Diana aún temblaba, era horrible, hasta me fui en vómito, golpearon a Lucas pero parecía una bestia en frenesí, todo era un caos y Lukas mordió a Nelson en la mano y nos gritó que corriéramos, Ángel lideraba y abrimos la puerta, pudimos escuchar que dentro de las habitaciones de los vecinos se había hecho un caos también, mientras bajamos, vimos que de algunos recintos salieron esas cosas y corrimos, terminamos saliendo afuera y corriendo sin destino. Tal Parece que Lukas estaba infectado, lo mordieron en algún punto y no nos dijo nada, ¿mordida? – Aparatosamente Héctor dejo de contarme y empezó a hiperventilarse mientras sollozaba.

    – Héctor ¿Qué más paso? ¡¿Qué más paso?! – Le exigí respuestas.

    – Aldha Me mordieron, a mí me mordieron, terminaré como… – Antes de que terminara su frase le di cachetón para que se calmara

    – La mordida no hace nada Héctor, no es un virus. 

    – ¿Pero?... Lucas, él. 

    – ¡Lucas no tenía ninguna mordida Héctor! Además, ¿Cuánto tiempo tienes con esa mordida? ¿Ocho horas, Un día? – Le pregunté.

     – Un día y unas horas ¿por qué? – Me respondió.

    – Si fuera un virus ya te hubiera matado imbécil. 

    – ¿Pero qué tal si es un virus lento que tarda días en hacer efecto? 

    – Tendría menos sentido Héctor. Además, mira. – Empecé a quitarme la cinta adhesiva de los brazos y le mostré la gran herida que tenía casi cicatrizada en el brazo. – Me mordieron, hace ya varios días, el mismo día que salí del edificio, y mírame, estoy más sano que nadie, no es un virus Héctor, es algo más y descubriré que es. Ahora necesito que te calmes y me digas ¿dónde demonios está mi novia y los demás? 



    Héctor se tomó un minuto para asimilarlo y pensó.

    – Corrimos y nos separamos un poco, yo iba con Joan, Hernán y Yue, Hernán no podía caminar así que fui con ellos porque sabes que no soy muy rápido, María, su prima, Kyoko, el otro gordito… Indriago y Megan había agarrado por otra ruta, creo que por la iglesia, sé que Ángel, Angélica y Kenyi fueron juntos y corrieron en dirección al Marina, la boca del centro parecía estar repleta de esos monstruos y… y ya. 

    – ¿Cómo qué y ya? – Le pregunte un poco molesto.

    – Solo y ya, me separé de Hernán y Yue y los perdí solo eso. – Los abandonaste como un maldito cobarde. – Le dije y lo agarré por la camisa, estaba furioso.

    – No, no es lo que piensas, me canse, creí que me iba a dar un ataque y me oculte en un automóvil abandonado, esos dos solo siguieron de largo, no sé a dónde fueron. – Solté a Héctor y me disculpe.

    – Y luego ¿qué paso? 

    – Pase la noche en ese carro y al día siguiente trate de buscar a los muchachos, regrese al edificio y no vi a nadie, terminé entrando en una casa y fue allí donde comí, pero no estaba solo, había de esos monstruos y mate a uno, pero luego aparecieron dos más y corrí, entre más corría más veía y termine llegando al autobús donde me encontraste, me rodearon y allí estuvieron por más de un día, en la noche era peor, llegaban más, pero no entraron, rompieron las ventanas, casi tumban el vehículo pero no lograron entrar. Al menos no hasta ayer en la noche que uno se adentró por la ventana superior y me mordió, por suerte tenía la cabilla cerca sino hubiera muerto. 

    – Entiendo, ¿y viste a dónde corrió Nelson?

    – No lo sé Aldha, no lo sé. Te dije pase la noche en ese auto. 

    – ¿Dijiste que fuiste al día siguiente al edificio no? 

    – Si, si fui y solo estaba el cuerpo de Lucas con un cuchillo clavado en la cabeza. No sé más, no sé… Aldha espera. Me acorde de Algo. – La expresión de tensión de Héctor cambio a una de sorpresa y descubrimiento. – Recuerdo que el día antes de que Lucas se volviera loco Nelson hablo sobre algo, una casa de playa, una casa de playa en no sé dónde una casa de playa en… En… 

    – En Guirintal, por del Fortín del Rey. – Respondí yo

    – Si, exactamente, ¿cómo sabes?

    Hector tenemos que movernos.

    – ¿Qué por qué? – Preguntó Héctor.

    – Usa la cabeza, en este tipo de situaciones lo mejor que podemos hacer es estar juntos. Ahora piensa que el grupo se separa y casualmente se habla sobre un punto de ida, digámosle un punto de encuentro. ¿A dónde crees que irían a reunirse?Héctor se dio cuenta y agarramos nuestras cosas, él se armó con el  bate y la careta y yo me arme con el cuchillo y el machete.

    – ¿Dónde queda Guirintal? – Preguntó Héctorte lo pondré así amigo, empieza a buscar un auto que tenga las llaves pegadas, pero primero tenemos una visita que hacer a la iglesia.



   Héctor y yo empezamos a buscar algún vehículo disponible en el cual transportarnos  hasta que yo di con una moto.

    – Joder, aquí no entraremos los dos. – Afirmé, tuvimos que desecharla y seguimos buscando hasta que Héctor consiguió una carcacha, estaba más echa mierda que la situación económica de este país pero al menos servía. Nos montamos en la carroza de hojalata y nos vimos las caras. 

    – ¿Sabes conducir? – De ambos salió la misma pregunta. Y como ninguno de los dos sabía manejar yo opté por tomar el volante. << Aprendo rápido, pero en cada giro sentía que nos iba a matar >>



    Tomamos la ruta de Traki, estaba cerrado pero el garaje estaba abierto y me dio curiosidad explorarlo pero como no había tiempo tuvimos que seguir nuestro camino, el plan era coger por el terminal de pasajeros para luego tomar un trayecto directo hacia la virgen del valle. Cuando íbamos llegando, pudimos ver que el terminal no tenía paso. Había un choque horrible de autos allí y me acorde que cuando inicio todo esto el terminal fue uno de los primeros lugares en volverse un infierno.

    – Puta madre. – Dije enfadado, así que íbamos de retroceso cuando un maldito bache enorme nos costó el auto, no sabíamos manejar, mucho menos de mecánica, solo sabíamos que tan pronto golpeamos ese bache la carcacha dejo de andar, así que nos paramos allí y nos fuimos caminando, seguiríamos por la ruta planeada. Pudimos ver que no estábamos solos, del terminal salían algunos de esos monstruos que cada vez se veían más decrépitos, tenían la piel pegada a los huesos, casi no tenían músculos y daban una lástima y asco inimaginable, aunque pensamos que eventualmente morirían solos, empezaron a correr hacia nosotros, nos asustamos, yo en especial me sorprendí porque porqué estaban a más de cuarenta metros de distancia de nosotros, Héctor iba a correr y le grité.

    – ¿A dónde vas el camino es por aquí? ¡Ayúdame! – Golpe Tras golpe, puñalada tras puñalada, aguantando mordidas y arañazos nos encaminamos hasta “Fextun” dónde yacía un autobús estacionado, allí nos montamos, tenía las llaves pegadas y mientras yo mantenía la puerta principal cerrada Héctor arrancaba.

    – ¡No arranca! – Gritó él. 

    – ¡Sigue intentando maldita sea! – Fue mi respuesta. Algunos estaban entrando por la puerta trasera pero casi por milagro el maldito bus arranco.  Los desgraciados se cayeron, así que con el machete en mano fui matar a esos desgraciados. 



    Luego de matar a esos inquilinos indeseables los lancé por la misma puerta dónde entraron a la carretera, justo a tiempo para cuando llegamos a la virgen del valle.

Gira a la derecha – Le dije a Héctor, – Estaciónate lo más cerca posible y quédate en el bus. Luego de decirle eso me baje y entre corriendo a la iglesia, habían dos que vinieron hacia mí al mismo tiempo, a uno lo aparte con una patada y al otro le enterré el machete en la cabeza, << Me caí >> mientras que el otro que le di la patada se levantaba, agarré el cuchillo y me acerqué a él para clavárselo en la cabeza, cayó. Saque el cuchillo de vuelta y despegue el machete de la frente de aquel comegente, entonces pude distinguir un cuerpo desplomado en las escaleras. Empecé a correr para ver de qué se trataba y cuando me acerque se me aguaron los ojos y me tape la boca. Sus piernas eran huesos con algo de carne, su brazo izquierdo no estaba y parte de su abdomen había sido devorado, le falta una oreja y aunque su rostro estaba gris, seco, hinchado y amoreteado pude distinguir que se trataba de Kyoko No sé si me sentía mal por ella o quizás por pensar en que mi novia estaría en iguales circunstancias que ella. Me senté un rato en los escalones para meditarlo. Salí por la puerta trasera de la iglesia y grite a todo pulmón – ¡MARÍA! Y sabía que nadie me iba a responder, un comegente se acercó corriendo y gruñendo hacia mí así que lo recibí con un machetazo, el comegente cayó al suelo pero seguía vivo, entonces me monte sobre él y con el machete empecé a apuñalar su cabeza repetidas veces y con todas mis fuerzas, la hoja oxidada no aguanto y se dobló, eventualmente se partió y no fue hasta entonces que sacié mi ira. Ensangrentado me limpie las manos con la asquerosa camisa del comegente y luego me seque las lágrimas. Agarré el medio machete que quedo de haberse roto, y regrese con Héctor.

Nos vamos hermano.

¿Paso algo? – Me pregunto Héctor.

No pasó nada, no paso una mierda. – Luego solo hubo silencio, y partimos a Guirintal.

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