"Para mí, para mis amigos, para cualquiera interesado en leerlo.
Nada especial, solo hobby."

-AldhaRoku

miércoles, 29 de marzo de 2017

Capítulo 22

     A veces hasta los más malditos tienen simplemente unos golpes de suerte sin igual. Aquel era mi caso en particular, habían dos opciones, ser encontrado y rescatado, o morir encerrado como una maldita rata enjaulada, era un lanzamiento de moneda, lanzamiento que gané. Me encontraba caminando junto a ese sujeto de negro camino hacía “la base”.

     – ¿Por qué tanto misterio?... Dante. – Pregunté, siguió caminando y giró hacia la izquierda en dirección hacia el puente. 

     – Sabes hay mejores formas de darle las gracias a tu salvador. – Pronunció tranquilamente mientras lideraba el camino hacia aquel misterioso lugar.

     – ¿Estás disfrutando esto verdad? – Pregunté sarcásticamente, el sujeto se detuvo, puso sus puños en sus caderas, vio al horizonte y afirmó.

     – Sí… Yo diría que sí. – previamente el sujeto se había quitado el tapabocas solo para poder pronunciarlo mejor. 

     – ¡Ja! Entonces amigo, ¿qué haces, que sigues con vida? – Pregunté de manera regular y simplista.

     – Creo que yo debería hacer esa pregunta mí querido amigo, te vi, es más, te veo bastante muerto como para estar vivo. – Respondió él y con toda razón, me encontraba sucio y asqueroso hasta lo vomitivo. 

     – Creo que es justo que yo responda primero, ando caminando con Kamui y unos amigos que conoces pero  no de nombres, me desvié para buscar a Nelson, María y los demás, quienes se desviaron del grupo y bueno, terminé siendo parte del menú de un psicópata…–  Respondí. 

     – ¿Tío Kamui y Nelson siguen vivos? Bueno no me sorprende, esos son más duros para abandonar este mundo… – Añadió Dante quien de hecho a pesar de su manera de preguntar, si se sorprendió de este hecho, proseguimos, en nuestra caminata observé el horizonte y cada vez el panorama era más solitario, Cumaná siendo tan pequeña, verla tan vacía era incomodo, era extraño, pero peor era verla con gente, parecía que cada “persona” que me encontraba era un psicópata o un demente. 

     – Necesito preguntar, Primero, ¿cómo es que sigues vivo? Y segundo, que en serio quiero saber, ¿qué es la base? – Pregunté mientras llegábamos al Hidrocaribe, nos detuvimos frente al  gran edificio del mismo y respondió;

     – No te preocupes, te diré todo pero primero entremos. 

     – ¿Aquí? ¿A la UNEFA? – Pregunté. 

     – Aquí es la base Roku, luego te explico. – Agregó. 

 
     La entrada de la misma estaba tapeada y resguardada por un grupito de Tukkis del barrio, Dante habló con ellos y pudimos entrar, me veían con malas caras, parece que no les agradaban las visitas, fuimos a lo que una vez fue un salón de clases y entonces, ya en la comodidad empezamos a hablar. Dante dejó su Katana al lado del pupitre dónde se sentó y se quitó los lentes de sol para mirarme justo a los ojos.  

     – Te cuento. – Afirmó. Me acerqué para escucharlo mejor. – No me siento cómodo aquí Roku, este lugar, este lugar funciona, pero es una maldita fachada, te contaré todo lo ocurrido hasta ahora. –  Agregó Dante casi que susurrando para que no lo escucharan desde afuera. – Cuando inició el detonante, te seré sincero, realmente no sabía qué diablos estaba pasado, de hecho pasé tres días sin salir de la casa porque todo el mundo me llamaba para decirme que afuera se estaba acabando el mundo, así literalmente, a partir del segundo día se fue la luz en toda la maldita ciudad y eventualmente perdí comunicación con Isa, Ángel, Abraham  y bueno, con todo el mundo, no es que las líneas estuviera muy buenas en primer lugar para empezar pero... El día tres como te contaba fue el último día que pase encerrado en la casa, se me estaban acabando los alimentos porque no había hecho mercado aún, y personalmente me estaba sofocando, recuerdo que una de mis vecinas empezó a golpear la puerta de mi casa con tal furia que creí que el peo de afuera iba a entrar a mi casa, X…–  Exhaló fuertemente mientras conversaba y se tomó una pausa para continuar. – Ah sí, recuerdo que aquel día, el tercero salí sin nada, error fatal, casi muero, como sabrás mi condición física está golpeada por todo lo que me ha pasado, de modo que me hice con mis Katanas, nunca, sinceramente nunca pensé que las usaría como las he usado hasta ahora… 

     – ¿Y qué paso con la otra? – Pregunté interrumpiendo la continuidad de su historia. 

     – Bueno, cuando ocurrió la lluvia de armas  de parte de nuestro “Hermoso” gobierno psicópata, muchas bandas y grupos minoristas crecieron, ahora con balas ya se sentían machos por así decirlo, no hubo allí lugar a dónde correr, todo era asesinato, violaciones, ni los Z hicieron tanto daño con lo hicieron esos malditos. 

     ¿Los Z? – Pregunté. – ¿Te refieres a los comegentes? – Añadí. 

     – Sí, los Z, así se les conoce en la base. 

     – ¿Y a todo esto? ¿La base? ¿Cómo surgió? 

     No entraré en más rodeos Roku, la líder es una expolicía, una gorda marimacha que parece hombre, no obstante a su apariencia es la única persona en toda “la base” en quien confió, y a medias para ser exacto, Ella junto con otros dos policías y unos cuantos choros que quería mantener a su familia a salvo hicieron una alianza, entre Z’s y malandros destruyendo todo a su paso todos estaban claros que no podían andar con tantos prejuicios, así que se cuadro un pequeño grupo de asalto, algo así como la protección civil, pero a nivel callejero, yo no estuve desde el principio, te cuento lo que me contaron fuentes confiables. Recuerdo que en mi búsqueda por algún conocido y sobre todo recursos, la poli, junto con algunos de sus matones me salvaron el pellejo, me rodeó un ejercito de Z’s y ella junto a los matones a fuerza de plomo y sable acabaron con todos y cada uno, ella me ofreció entrar a su grupo, iba a negarme, pero primero quería ver cuál era ese grupo… Muchas cosas pasaron, termine haciendo unos trabajos para el grupo y me gane la confianza de su líder, la llaman “Jefe”, aquí cada quien tiene un nombre clave, nadie usa un nombre real, yo evidentemente soy Dante, de aquí a hace unos días las cosas han estado cambiando por aquí, entre los tukkis se rumora que van a hacerle un golpe de estado al Jefe, de allí se debe a que Jefe me pidiera una de mis armas, para demostrarle confianza le deje una de las mismas, ahora no sé si la tiene ella o uno de sus manos derecha, el punto es qué, ella y yo tenemos un trato, yo seré un fiel ayudante, a cambio de que me proporciones los recursos tanto alimenticios y de armamento para seguir en mi búsqueda. 

     Buscas a Isa, Ángel… 

     – Aparté Roku, son importantes, pero primero debo buscar a mi niña… – La conversación fue interrumpida por una alarma manual, uno de los que vigilaban afuera entro al cuarto y nos avisó. 

     – FUERA, FUERA, llegaron los Negros. 

     – ¿Los Negros? – Le pregunté a Dante.  

     – Luego te explico Roku, agarra un arma, lo que sea en el almacén y prepárate para lo peor. – Añadió Dante quien se veía bastante alterado. 


Todos salimos a la parte de las escaleras justo enfrente del edificio, entonces observé lo que estaba pasando, a los que ellos llamaban los Negros, era apartemente una banda criminal, allí estábamos el grupo del Hidrocaribe armado hasta los dientes, frente a los llamados Negros, quienes también armados a más no poder y sobre sus motos intimidaban mucho más a pesar de ser notablemente menos que nosotros.  

     – Dile a la gorda que hoy se muere. –  Dijo quien parecía ser la cabecilla de los Negros, arrancaron sus motos y echando tiros al aire, como si la munición fuera infinita se fueron sin dejar más que un sabor amargo en el ambiente, nos retiramos de la entrada. 


     Rato después del encuentro con los Negros, Dante y mi persona nos encontrábamos caminando por el Marina. Él armado con su ya característica katana, yo desarmado y sin nada encima, conversábamos. 

     – ¿Entonces cuál es tu plan hermano? – Pregunté en solidaridad. 

     – ¿Plan?, el mismo de siempre Roku, Sobrevivir, y esperar… Por ahora tengo una deuda de vida con la Jefe, si no la matan los Negros, la mataran dentro del mismo enjambre, pienso, creo yo, que quizás debería el grupo más confiable separarse sin decir nada, y simplemente no volver, nos volveríamos buscados, pero, quizás, si volviese a nacer ese espíritu de formar un equipo para ayudar al prójimo, en lugar de buscar algún beneficio, quizás todo valdría la pena. Pero dime tú ¿Quién está por quién? Sino es cada quien por sí mismo. 

     – Crudo, pero tienes razón. – Hubo silencio, nos sentamos en el muelle del Marina Plaza, no había ni un alma. – ¿Dante? 

     – Sí, ¿dime? 

      ¿Cómo le hacen cuando un miembro de un grupo tan grande como el suyo se convierte en Z? 

      ¿Se convierte en Z? – Preguntó Dante. – ¿A qué te refieres? 

     – ¿Cómo que a qué hermano? Tú sabes que los comegentes, ósea, los Z no los pusieron allí, se convierten. 

     – ¿No? 

     – Lo afirmas o lo preguntas, ¿o creías que era un virus?, la transformación es espontanea, cualquiera, en cualquier momento, por alguna razón, más que todo en la noche se puede convertir en Z. ¿o acaso nadie se ha transformado en el grupo? 

     – Roku no sé de qué estás hablando, porque en todo el tiempo que llevo en el grupo nadie se ha transformado, ni ha desaparecido misteriosamente, nada de eso ha pasado. 

     – Eso no puede ser. Una coincidencia así es imposible… ¿Dante? Tú… ¿has notado algo raro en el grupo? ¿Algo que no tiene sentido o simplemente fuera de lo común? 

     No, más que todos son tukkis no… Bueno, quizás una cosa. – ¿el qué? – es una estupidez, pero, allí nunca falta comida, siempre hay, carne, pollo, arroz, pescado, de todo, siempre hay, pero deduje que se debía al hecho de que la mitad del grupo son recolectores, buscan comida en toda la ciudad a todas horas.  

     – Podría ser… – Afirmé, hubo un momento de silencio mientras el salado viento marino soplaba en nuestro rostro, – ¡¿CARNE Y POLLO?! – Exclame, fue en ese momento que algo me pareció raro, como podían comer carne y pollo diariamente si esos animales prácticamente estaban extintos, ¿un ganado oculto? Ni así era posible, de modo que esa comida se la tendrían que enviar algún agente externo, y pensé, solo por un instante, en dos opciones, usando el pensamiento lógico, pensé que debían tener algún refrigerador que funcionara con gasolina, y evidentemente la comida era recolectada de hogares adyacentes, pero la teoría la desmentí automáticamente al pensar, ha pasado más de un mes desde que se fue la luz, esta alianza civil no se formó de inmediato, de modo que para entonces ya casi toda la comida que requería refrigeración ya debía estar echada a perder, luego automáticamente pensé en que quizás, solo quizás, << y era la idea más random y loca que podía imaginar >> la comida tenía algún suero que evitará la transformación, claro, estaba divagando y dejando volar la imaginación, pero no me constaba que en un grupo de más de 100 personas no hubiera un solo brote en todo este tiempo, algo misterioso estaba ocurriendo, y tenía que ver con la comida, y fuese lo que fuese, eran malas noticias. 


     Me había separado de Dante, él debía cuadrar un posible último trabajando con esa tal Jefe, yo por mi parte debía presentarme ante mis camaradas, realmente me hubiera gustado que Dante viniese conmigo y se añadiera el grupo, no solo por ser un amigo esencial, sino porque posee grandes habilidades que nos hubieran sido de utilidad. Antes de despedirnos hicimos una promesa, promesa de hermanos, primero y antes de prometerme no interferir en sus planes momentáneos, la promesa constaba de algo muy simple. Veinte de enero a las diez en punto. Faltarían exactamente dos semanas y dos días para reencontrarnos.

     Lo que sea que Dante fuese a hacer sería un misterio para mí, a cambio al final, si el reencuentro se lograse dar, me contaría todo lo que él descubriese, yo por mi parte tenía cosas más importantes que hacer. Mentiría si no admitiera que más que mi novia y amigos tenía mil y un preguntas hechas en la cabeza: 

     ¿Qué era aquella criatura con forma cuadrúpeda que se comió a mi opresor?, ¿Cuál es el misterio tras la comida del grupo de Hidrocaribe?, ¿Cuántas bandas estaban formadas?, eso y más. En un mundo dónde tu única preocupación debe ser encontrar comida y escondite, pocas son las veces que te puedes dar el lujo de preocuparte por segundos. 


     Aquel sábado por la tarde ya no me preocupaba la noche, debían ser poco más de las cinco, empecé a caminar tratando de omitir como pudiese al Hidrocaribe, aunque claro, eso era inevitable, muchos me vieron, y lo hacían de manera desagradable y despectiva, el camino fue impetuoso y solitario, hacía frío, contaba con encontrar algún vehículo pero no había nada más que esqueletos y hojalata. << El mundo se había vuelto más gris >> 


     Llegué sin pena ni gloría al local chino, el sol casi se ocultaba por completo, se encontraba amparado bajo su propia puesta, toqué suavemente el portón metálico y al  ver que nadie salió empecé a tocar más duro, ya el sol se había metido por completo, no quería admitirlo, pero viejas experiencias hacía que estar solo en la calle ya cuando el sol desparecía era sofocante, te sentías vulnerable en todo momento, sonreí y pensé en la historia que iba a darle a los muchachos. “Un depravado caníbal me capturo para comerme, luego de caer en la desesperación un maldito perro monstruo lo mato y entonces por obra y gracia de una suerte que no pensé tener un viejo conocido me rescato y libero de la prisión donde yacía encerrado.” Tan simple como eso, era lo que iba a decir, ese sería el chiste. Empecé a observar a los lados, no salía nadie, me estaba desesperando un poco, entonces pegué un suave grito.

     – ¡Muchachos! ¿Hay alguien allí? ¡SOY ALDHA! – Me aparté para tener una mejor vista, entonces escuche los pasadores de seguro, no paso mucho hasta que salió Joan, quien no pareció sorprenderse de verme, rápidamente me bajo las escaleras y evidentemente subí tan rápido como pude. – No creerás lo que me paso. – Le afirmé a Joan una vez arriba en la platabanda, la expresión en la cara de Joan no era para nada normal, era seria, más de lo normal, recalcaba en lo seco y frío, un suave pero helado viento nos rozó y evidentemente pregunte mientras estábamos de pie sobre aquel techo. – ¿Qué paso Joan? – No pude sonreír o mostrar un buen espíritu, la expresión del mismo no me lo permitía, y si bien lo hubiera hecho las frías palabras de Joan me borrarían cualquier sonrisa de en mi rostro, nunca apartó los ojos de mí y antes de darme la espalda y bajar por las escaleras dejándome solo arriba, afirmó. 

     – Yue está muerta.

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