"Para mí, para mis amigos, para cualquiera interesado en leerlo.
Nada especial, solo hobby."

-AldhaRoku

domingo, 5 de febrero de 2017

Capítulo 5

5



    Me desperté y observe el reloj que le había quitado al cadáver de aquel hombre, pude ver que eran las cuatro y ocho de la mañana, él sol no iba a salir hasta dentro de unas horas, y aunque con el ceño fruncido, me sentía protegido estando en aquel último piso.



    Tenía hambre y una parte de mí se quería obligar a aguantar, pero cuando empecé a escuchar mi estómago rugir y sentir como una puñalada en el mismo no soporté, abrí el bolso y revisé que tenía por allí. Había una paca de arroz, una paca de espagueti, harina de trigo y entre más buscaba más me arrechaba, << ¿Cómo mierda cocinaría eso en estas condiciones? >> había olvidado que los enlatados estaban en el bolsillo superior del bolso. Tenía atún, sardinas, y muchos vegetales,  complementos grandes no tenía, pero agarraría una lata de atún y una lata de caraotas negras y con eso mi estómago  se aliviaría. 

     – Verga, deje el abrelatas, que huevón. – Dije en voz baja. Así que agarré el cuchillo que el día anterior estaba clavado en la cabeza de Lukas y lo use para abrir mis latas, << Bon appétit >>.


    Estaba lamiendo mis dedos sucios de comida sobrantes de la lata cuando pude ver frente a mí un ente caminando, << De dónde mierda salió ese >> pensé. Por sus ropas ensangrentadas y forma de caminar tan arcaica, incluso en la oscuridad de la madrugada se podía distinguir que esa cosa era uno de los comegentes, tenía solo dos balas en una pistola que jamás había disparado y un cuchillo con la punta sucia de caraotas, aún era técnicamente de noche y no quería conseguir más pruebas sobre mi hipótesis del comportamiento de esas cosas. Me acosté pegado a la pared solo protegido por un castillo inflable, baje mi respiración hasta dónde pude y tan poco valor tenía de hacer ruido que me quede con el cuchillo en mi mano derecha.



    Esa cosa allí se quedó un rato, sería solo poco más de un minuto, pero para mí ese momento, duro la puta eternidad, hasta que se escuchó un disparo a lo lejos, la criatura  empezó a mover su cabeza y se alteró, bajo como un loco por la escalera eléctrica descompuesta << La única con el paso libre y por dónde baje los cuatro cuerpos >> no vi bien, pero puedo asegurar de que la estúpida bestia se cayó, << ¿Qué son solo tres pisos? >> Estaba normalizando mi respiración cuando nuevamente volvieron los tiros, ahora eran en ráfaga, no era metralla, podía distinguirse que eran de pistola, pero yo no iba a salir de mi posición hasta que saliera el sol, razón por la cual no le disparé al comegente de al frente. << ¿Y si hay más rondando el piso? >> Así que esperé. 



    Seis y media la mañana, agarré el bolso, metí la pistola en mi pantalón, lateral derecho, y con el cuchillo en mano saldría nuevamente a buscar a mis camaradas. Pero antes, debía ver como llego ese desgraciado allí, todas las entradas hacia el piso superior estaban al descubierto, pero del inferior hacia abajo estaban selladas, fue buscando  que me encontré con que el corredor izquierdo antes de la feria de comida estaba descubierto, pero no siempre, antes estaba bien sellado, << yo me había asegurado >>, y viendo los rasguños, y el desastre pude ver que esa cosa los había quitado a la fuerza, entonces pude pensar en dos teorías, la primera es que esas cosas de noche son horriblemente fuertes, quizás más que un humano normal, y la segunda es que quizás los comegentes no son tan idiotas como pesaba. Bajando pude ver que hizo lo mismo con otra la entrada izquierda principal. << El idiota fui yo por pensar que un centro comercial con sus puertas destrozadas y abierta al público pudiera ser seguro >>.

    – Qué bueno que no conseguí a los muchachos, me los iba a traer para esta trampa. – Me dije a mi mismo. Y mi búsqueda continúo. 



    Recorrí el centro de cabo a rabo, soy un testarudo, lo recorrí pegando gritos en búsqueda de que alguien me respondiera, no obtuve nada. Llegando al parque Ayacucho me topé con algo fuera de lo común, era una mujer pidiendo ayuda, parecía estar muy lamentada y efectivamente fui a ver en que podía ayudarla, << el mundo se estará acabando pero la cortesía no debe desaparecer >>. 



    Cuando me acerqué la mujer empezó a hablar sobre todas las terribles cosas que le había pasado desde que comenzó todo. No me di cuenta de que me estaba distrayendo de su marido. Atrás de mí apareció un hombre negro con guardacamisa blanca y unos tatuajes verdes de segunda mano, << La viva imagen de un malandro >> Me estaba apuntado con una pistola  y me pidió todo lo que tenía.



    La mujer también era pila porque en mi sorpresa me arrebato el cuchillo de las manos. Trate de negociar con él pero no se doblegaba, como si fuera poco tenía a la puta que trate de ayudar avivando las llamas con su molesto tono callejero. El hombre me iba a dar un cachazo  y yo aproveche cuando levanto el brazo para empezar a correr, el sujeto se enfureció y empezó a lanzar tiros a mi persona, no atino ninguno, pero uno me rozo la pierna. Me oculte en la esquina de una tienda cercana y pude ver que a pesar de ser un rose mi pantalón se estaba manchando de sangre, mi respiración era bestial, mi cerebro trataba de asimilar la escena a la maldita velocidad de la luz y de repente solo pensaba en un escape, ellos no habían visto la pistola que tenía guardada en el pantalón, la camisa la ocultaba bastante bien, las manos me temblaron pero la cogí, quite el seguro y esperé en esa esquina apuntando, cuando se asomó alguien cerré mis ojos  y apreté los dientes, disparé.



    Después de escuchar el sonido del disparo abrí los ojos, le había puesto la bala entre las cejas a esa mujer la cual cayó desplomada en el suelo con los ojos abiertos y una sonrisa, estaba aferrada al cuchillo como si fueran uno. Me asomé, y cuando el hombre vio a lo lejos que tenía una pistola entre mis manos salió corriendo y se montó en una moto que tenía más adelante. << Malandro cagado >> Pude escuchar que el desgraciado me maldecía y expulsaba groserías a borbotones de ese ano que llamaba boca, pero no las distinguí, se me había bajado mucho la tensión y me dieron arcadas, entonces me recosté en el mismo muro dónde la mate, allí estaba esa perra aun conservando esa sonrisa, le abrí la mano, apretaba el cuchillo con una fuerza descomunal << ¿ya se puso tiesa? >> pensé, los dedos le sonaron, creo que le rompí uno o dos para poder sacar el cuchillo.

    – No más mierdas. – me dije. Me quedaba una triste bala en la pistola, un cuchillo de no más de veinticinco centímetros y tome una decisión que buena o mala, solo la tome para ir a lo seguro, iba a ir a mi casa en Bolivariano. Había comegentes en las cercanías y juzgando por el método que usaron hace poco conmigo de la carnada y el ratón, noté que no era el único que sabía sobre lo pasivo de esos monstruos durante el día. Tenía un recorrido si bien no muy largo, mi pierna derecha estaba derramando sangré, no mucha pero era significante, me amarré la pierna justo en la herida con un pedazo de mi camisa esperando que eso impidiera un poco la hemorragia y partí. 



    Me moría de sed, mi boca estaba más seca que el culo, había entrado por las rejas al parque Guaqueri pero los filtros no funcionaban, por el camino no vi más que cuerpos desmembrados, comegentes a la lejanía, autos chocados, mate en el camino a cinco de ellos, me cansaba menos matarlos que correr, cuando pase por la panadería “La mansión del pan” Esa mierda estaba igual que el Unicasa, Ventanas estrelladas, vacío hasta más no poder, lo revise y revise de pies a cabeza, había un comegente el cual era un anciano << Era lento de cojones, sin mencionar lo decrepito, parecía un zombi de George A. Romero >> Simplemente le clave un cuchillazo en la sien.



    Mi boca estaba pegostosa cuando se me ocurrió en buscar en el contenedor. Y allí entre papeles y restos de basura pude ver una jarra de dos litros de leche tirada, antes de tomarla leí y observe porque estaba allí, tenía más de nueve días desde que caduco, y simplemente:

    – Así me dé la diarrea de mi vida. – Dije antes de tragarme medio galón, sabía un poco a queso, y tenía grumos, pero esa leche caducada fue lo mejor que me pudo haber pasado en todo el día. Jadeaba y empaque lo que sobró en el bolso, el bolso por el cual termine matando a una mujer. Camine y camine, mi pierna se sentía un poco mejor a pesar de que había degenerado en una molesta punzada cada vez que daba un paso. Y eventualmente llegue a Bolivariano. 



    Tres y veinte, el barrio se veía igual que siempre, bueno,  quizás uno que otro muerto que no estaba allí antes << Ja. >> Se me acercó un comegente de manera frenética y solo lo miré estando harto, le clave el cuchillo con tanta fuerza que solo el mango quedo visible y se lo saqué, empecé a apuñalar su rostro con tanta fuerza y con tantas repeticiones que parecía disfrutarlo, quizás estaba liberando estrés o quizás no quería pensar en lo que tenía en la cabeza <<¿Cómo estarán mis padres y mi hermanito?>>.



    Mi casa estaba justo en frente y deje de apuñalar el cuerpo, camine lentamente y abrí las rejas, subí las escaleras y con mis llaves que aún conservaba abrí el candado para poder jalar el portón. Lo primero que vi cuando entré fue el cadáver de mi madre tirada al lado de la manguera. Tenía la espalda completamente comida y partes de las piernas y brazos. No hice ninguna expresión, mi cara reflejaba dolor, pero no me sentía así, era como si ya no te importará, o quizás como si ya estuviera acostumbrado, al momento también pensé que quizás todos mis amigos y mi novia estaban igual que mi madre, tampoco me importó, me senté en el murito de la entrada no sin antes sacar la pistola de mi pantalón.



    Escuche unos gritos dentro de la casa, gruñidos para ser más exacto. Y de la entrada Salió papá, se veía decrepito, su piel sucia y con pus manchada en sangre, se veía bastante flaco, sus ojos rojos como si las venas de los mismos se hubieran roto, se lanzó ante mí y solo levante la pistola y disparé. El cuerpo cayó justo frente a mí y su cabeza ensangrentada se golpeó con el escalón dónde descansaban mis pies. Pase un rato allí, meditando con la cabeza contra la pared como si fuese un hombre melancólico y feo recién dejado por su mujer.



    Me levanté y camine a dentro de la casa, deje el cuchillo afuera, no me importó. Abrí la puerta del primer cuarto << la habitación de mi hermanito >>, estaba rota la puerta, por un momento llegue a pensar en que el seguro seguiría puesto, cuando entré a su habitación su cuartito azul estaba manchado de rojo y su cuerpo era más un esqueleto que otra cosa. Mis ojos mostraban nuevamente la expresión que tuve al ver a mi madre y a mi padre, lo pude ver en el estrellado espejo frente de mí. Cerré la puerta y subí al piso superior, hediondo a mierda, tan seco como una pasa y sin esperanzas de que mañana fuera mejor, me lance a mi cama y cerré los ojos. Me quede dormido.

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