"Para mí, para mis amigos, para cualquiera interesado en leerlo.
Nada especial, solo hobby."

-AldhaRoku

domingo, 5 de febrero de 2017

Capítulo 11

    Las olas reventaban con extraña fuerza en la pobre balsa dónde pasé la noche, era raro que en los calmados mares sucrenses el agua estuviera tan agitada, pude darme cuenta tan pronto abrí bien los ojos que se trataba del viento, soplaba con una intensidad poco peculiar.

     – ¿Dónde mierda estoy? – Dije en mi soledad en medio de un vasto mar chocando contra un peñasco vertical y terroso, “Ojala no haya terminado en Araya” me decía a mí mismo en la mente. Empecé a remar hacia toparme con algún  lugar dónde pudiese pararme y continuar a pie, por el calor del sol podía intuir que era temprano, además, tampoco soy de los que duermen con la luz encendida, cuando el sol apenas salió debió despertarme, así que por cuestiones de tiempo no sentí que debía preocuparme. Remé y remé en línea recta, siguiendo al peñasco que cada vez se hacía más pequeño, “¿me estaré acercando?” Me pregunté, hasta que finalmente di con una casa, más bien una churuata.

    – ¿Pero qué demonios?... veía entrecerrando los ojos y noté que dicha casa estaba poblada de comegentes, atrás de la casa había una subida de tierra que daba a lo que a mi intuición debía ser una carretera, preferí tomar  el riesgo en lugar de seguir remando, arrimé frente a la casa y las criaturas empezaron a seguirme, eran lentas, probablemente llevaban tiempo sin comer, lo intuía por su sangre tan seca y delgadez, eventualmente los esquive e ignoré, corrí hacia la carretera por el camino de tierra. Mi intuición estaba en lo correcto había una carretera, pero era una completamente solitaria, no había autos, al menos no varados a la vista, tampoco vi letreros que me dijeran dónde diablos me encontraba, aunque tampoco me hubieran ayudado dado a mi grave problema para recordar nombres, pero a pesar de todo ya conocía el lugar, siempre que viajaba en auto para ir a Cariaco pasaba por allí, así que simplemente me propuse algo, debía conseguir un auto rápido e irme al Cumana Plaza antes de que se hiciera la hora de encuentro, aproximadamente una hora o cuarenta minutos de carretera me iban a tocar recorrer, así que empecé a correr buscando en que irme. Más adelante conseguí una motocicleta, no tenía combustible, mucho más adelante aún conseguí una camioneta de pasajeros, le habían robado la batería.

    – ¡Verga! – Dije empezándome a enojar, mis opciones se estaban acabando, pero cuando se me ocurrió ir a la costa nuevamente, pude ver que había un pequeño barco, la diferencia entre mi anterior transporte es que este tenía un motor de diésel anclado atrás, corrí rápidamente hacía el mismo, diría que justo a tiempo porque empezaron a salir indeseables de todos lados, debieron escuchar el grito de victoria que eché, “la maldita costa está minada” Dije en mi mente. Pero como realmente nada me importaba de dicho lugar, montado sobre el bote arranque con toda seguridad hacia mi destino, sabía perfectamente cómo llegar a Cumaná desde agua, todo es un solo mar, así que sintiéndome un maldito demente me paré sobre la misma y seguí mi camino. 

    – Verga, mejor me siento no vaya a ser que me pase una clásica cagada nivel Aldha. – Dije mientras me sentaba y me eché a reír.

    


   Unos cuantos minutos más tarde, con el culo infinitamente apretado

    – ¿Cómo coño apago esta mierda? – Dije en mi desesperación, ya estaba llegando al Marina's Plaza cuando empecé a notar que no sabía cómo detenerlo, al parecer llegar a Cumaná era el menor de mis problemas, el problema iba a ser detenerme, así que cuando entré en lo que vendría siendo la costa del Marina me lancé al agua como el propio imbécil. 

    – AHHHH… – No era la primera vez que me lanzaba desde un bote en movimiento al agua, pero era la primera vez lo hacía estando solo, el bote siguió adelante y se estrelló contra uno más grande. “Me alegra que el turco dueño de ese titán no esté aquí para ver esto.” Pensé al ver como se consumían en las llamas el bote y la lancha. Casi escuchaba las trompetas de despedidas y mi mente enferma solo hizo que empezara a reír, así que nadando como sapito seguí adelante hacía poner píe en tierra.

     – Mi brazo se mejoró bastante, debe ser por tanta agua salada. – Dije una vez ya postrado en tierra, caminé entonces por toda esa orilla hasta llegar al Marina's Plaza como tal, me subí en el muro que separa la costa del centro comercial y listo, finalmente me sentía un poco más tranquilo, noté en ese preciso instante que había poquísimos comegentes regados por el Marina, “¿Los habrán matado los tukkis?” Me preguntaba a mí mismo. 




    Empecé a caminar y aunque en un inicio con mucha cautela dado a que no tenía armas encima, empecé después a caminar a mis anchas, realmente casi no había nada, quizás dos o tres moribundos tirados en alguna parte, y entonces lo entendí, o al menos fue la explicación que me dio mi cerebro en ese instante, quizás migraron a otro sitio, eran imposibles de catalogar como zombis, ellos eran seres vivos, personas que en algún punto perdieron el juicio y empezaron a comerse entré sí, hay algún patógeno que hace que no sientan interés en comerse a sí mismos, solo buscan a personas sanas, como si se tratase de otra especie carroñando a una más débil.




    Aquellos comegentes solitarios que quedaron en el Marina se ven desnutridos, secos, débiles, es como si llevaran mucho tiempo sin comer, entonces la única explicación lógica es que la gran masa de comegentes que había en este lugar de alguna forma tuvo conciencia de saber que iban a morir si se quedaban sedentarios allí, así que eventualmente migraron a otras zonas en búsqueda de comida, solo se quedaron aquellos incapaces de continuar, todo en ese punto se volvió muy natural, se volvió tan natural que sentía que todo esto, todo lo que ocurrían era normal, ese instinto asesino y de devorar carne humana… “¿Humana?” En aquel instante noté algo que no había notado en todo el tiempo transcurrido desde la primera aparición del suceso, “¿Dónde están los animales?” Perros, gatos, aquellos animales que eran tan comunes de ver en las calles, aquellos animales que de hecho era raro no ver en las calles, en las casas, ¿dónde estaban? Ahora las dudas en mi cabeza había crecido aún más, primero que nada, ¿dónde estaban los animales? ¿Escaparon porque notaron el peligro? ¿O acaso formaron parte del menú de dichas criaturas? Otra pregunta que me noqueo de inmediato fue, ¿Acaso la agresividad y el hambre ante la especie sana también se degeneraba en los animales? La cabeza no hacía más que palpitarme, no recordaba haber visto algún animal muerto o vivo desde que inició el suceso. Entonces ¿qué pasó con ellos?




    En ese momento uno de los comegentes trataba de morder mi zapato, pero no tenía la fuerza para siquiera hacerle un rasguño, la criatura vino arrastrándose miserablemente al menos diez metros de alguna parte dónde no lo vi, y como acto de piedad fui a buscar una roca de gran tamaño, roca que use para matar a cada una de las carcasas que alguna vez fueron personas, uno, dos, tres, habían solo seis en todo el centro comercial, los maté a todos y a cada uno, y aunque sonase déspota, sentía que hice algo bueno al despojar de sus vidas a aquellas miserables criaturas. De igual manera, me di cuenta de que estaba perdiendo el tiempo, así que volví a la rutina, paso uno; buscar un auto que sirva, paso dos; buscar a mis amigos y novia, paso tres; no deprimirme y esperar que estén con vida. Y sin más que perder empecé mi búsqueda de un auto, búsqueda que me llevo a una motocicleta, una simple Yamaha, probablemente de un mototaxista, el punto es que dicha basura servía y me monté sobre la misma para dirigirme a mi destino, Cumaná Plaza.

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