"Para mí, para mis amigos, para cualquiera interesado en leerlo.
Nada especial, solo hobby."

-AldhaRoku

domingo, 5 de febrero de 2017

Capítulo 3

3


    Un fuerte sonido nos despertó a la mayoría, vi el reloj en la mesita de noche al lado de la cama y vi que era las seis y doce, me rugió la tripa puedo decir con confianza, no había comido nada el día de ayer más que coñazo tras coñazo de chucherías.

    – ¿Qué fue eso? – Dijo Joan. 

   – Parece un transformador, bueno, unos Transformadores mejor dicho – respondió Kamui quien veía por la ventana. << Pero qué coño e madre madrugador >> 

    – Marisco que hambre – Dijo Lucas.

   – Únete al Club, así estamos todos. – Dijo Nelson quien salía del otro cuarto junto con Diana y Megan, quienes también fueron despertadas por el estruendoso sonido.

    – Marico y que hacemos – Pregunté, nos vimos a las caras y Lucas fue quien abrió la boca primero.

    – Marico, yo soy gordo, yo no me voy a arriesgar a salir de aquí a que me coman. 

    – ¿Tú no tienes nada de comida aquí Ángel? – Pregunto Kamui.

    – Marisco Nada chamo, Ahí lo que hay son las galletas de mi nena y agua. 

    – Pues tendremos que salir y entrarnos a vergajazo con esos caníbales ¡vamo’ a ve quién tiene más hambre pue’! – Dijo Nelson sacándonos unas sonrisas, no había más, nos mentalizamos y cuadramos como resolver.



    Faltaban veinte para las ocho y habíamos más o menos cuadrado que hacer, armados con utensilios, Nelson, Kenyi, Songer, Ángel Kamui y yo Saldríamos a ver que conseguíamos, Nelson tenía un cuchillo que más bien parecía un chuzo, Ángel agarro el más grande, Songer, Kamui y yo iríamos sin nada pues no había más nada, Kenyi usaría una vara de metal que consiguió entre los trastes. 

    – Marico yo voy con ustedes – Dijo Edinson que se estaba despertando.

   – Mano Sería fino porque eres fuerte y sé que sabes defenderte, pero ponte a ver, ¿cómo coño quedamos si alguno llegase a subir hasta aquí y usurpase el piso? – Le dije, Edinson entendió y decidió pasivamente quedarse, él y Elio serían los encargados de apelar por la seguridad de nuestro triste fuerte, y nos fuimos.



    Bajamos del edificio y cuando llegamos al portón, usamos la cabeza un poco más. << ¿Realmente íbamos a salir los seis al mismo tiempo a buscar algo que no sabíamos si encontraríamos? >>



    Entonces quedamos en lo siguiente:

    Los más rápidos irían a hacer un reconocimiento, esos eran Songer y Kamui, si lograban dar con algún tipo de alimento lo traerían, si había monstruos que neutralizar, vendrían cuidadosamente y sin atraerlos a buscarnos para caerles, la otra cosa, en caso de ser descubierto y que más bien nos cayeran a nosotros, correr a cualquier parte hasta perderlos, << No atraerlos al edificio, allí estábamos parcialmente seguros >>.

  

    Entonces caminaron cuidadosamente hasta la esquina y sin hacer ruido el equipo de reconocimiento, los demás nos quedamos esperando en las escaleras más susurrando que hablando, solo habían pasado ocho minutos pero se hacía eterno, << Era preocupante >> Pero entonces escuchamos unos pasos lentos pero pronunciados, nos pegamos contra la pared ocultándonos un poco con la esquina que hace el cruce de las escaleras.



    Y se asomó ese cabrón.

    – Coño ayúdenme ¿no ven? – Era Kamui y atrás venía Songer quienes traían un coñazo de comida, enlatados, arroz, Espagueti, aceite pan Bimbo, algunas legumbres y refrescos.

    – Qué mierda ¿se sacaron la lotería o qué? – Pregunto Ángel.



    Fuimos a ayudarlos y llevamos entre todos ese cargamento gigantesco de comida al edificio, amarramos con una extensión la entrada del edifico como pudimos y por un momento otra vez, pudimos disfrutar haber sobrevivido.



    Cuando llegamos las preguntas eran obvia << ¿qué paso, como está el centro? >> Kamui y Songer nos explicaron la situación, en resumen, caminaron hasta el centro del centro, habían una cava saqueada y derribada, pero no tenía nada más que bolsas y cartones, pero a su alrededor, había comida tirada, no era mucho pero era algo, algunas cosas como por ejemplo el pan de sándwiches y los cereales estaban tiradas frente a supermercado, según ellos toda mierda estaba saqueada, los centro comerciales con sus puertas abiertas y destrozadas, a excepción del “Express Mall” el cual estaba cerrado y sellado completamente. Eventualmente preguntamos por los caníbales.

    – Bueno, todo el centro está lleno de cuerpos, eso es asqueroso, vas a ver esqueletos y tripas por doquier. – Dijo Songer.

    – ¿Y llegaron a ver a alguno? – Pregunto Megan.

    – No, yo al menos no vi nada, ¿tú llegaste a ver algo Kamui? 

    – Nada.




    Solo por un momento nos sentimos seguros y luego escuche un grito, esa fue María, corrí rápidamente a verla, entre al cuarto y allí estaba ella levantándose de su cama.

    – Como me duele la cabeza… – Dijo ella, los ojos se me llenaron de lágrimas, y ahora sí, todo parecía perfecto. Nicole fue corriendo hacia ella y llorando cayó abrazándola, cojeando también vino Hernán a verla y yo no podía pedir más.



    Si bien es verdad que cada uno quería regresar a su casa, incluso con el miedo de que sus familiares estuvieran muertos, estábamos jodidamente agotados y hambrientos, entonces le pedí la cocina a Ángel, no me puse exquisito, pero si iba a comer, iba a comer bien, sé de buena fe que al menos Songer y Elio esperaban una espagetada, pero no, sofreí dos kilos de arroz en una tremenda paellera que tenía Ángel guardada, abrí unos enlatados de zanahorias, chícharos y maíz y aparte freí unas rosquitas de pollo, << de esas que son para hacer milanesas >>, las pique en cuadraditos y cuando el arroz estaba a punto las incorporé, un arroz con pollo para un batallón echo con pollo de dudosa procedencia.



    Nadie iba a esperar las doce, eran las diez y pico y todos teníamos un hueco en el estómago y entonces comimos como cerdos, regocijándonos y repitiendo mientras nos reíamos. Casi olvidándonos de todos esos amigos que no volverían a acompañarnos más.



    << ¿Quedarnos otra noche o encaminarnos a nuestros hogares? >> Creo que todos teníamos esa pequeña duda existencial en la cabeza. Era temprano, eran las doce y algo, el sol estaba arrecho, pero luego de meditarlo lo suficiente tomamos la decisión, al menos yo, Nicole y María nos iríamos a casa, el resto no sé si aún tomaba su decisión pero por motivos obvios, necesitaba verificar algo importante, << ¿La casa de María era segura o no?, en estos momentos todo era posible >>. 



    Nicole no era nada deportiva, y aunque María podía defenderse un poco más en caso de un trote, estaba despertando de prácticamente un coma, a penas y pudo comer lo suficiente como para apaciguar la fuerte hambre que tenía. Le pedí las llaves de su casa y le pedí un cuchillo a Ángel, tenía que hacer un reconocimiento, había visto demasiadas películas de zombis como para no tomar las precauciones necesarias, y despidiéndome con mucho cariño de mi enferma novia, dejé a mis amigos en la seguridad del edificio y me fui, sé que Songer, Elio, Nelson y quizás Kamui harán lo mismo, pero por ahora solo me fui yo. Me fui por el lado de la virgen del valle, no veía nada.



    Caminando más me di cuenta de que habían más sobrevivientes, había gente que me veía desde la seguridad de sus casas, desde ventanas lejanas, entonces me alegre porque me di cuenta de que aún habían personas, mi pregunta era << ¿y dónde coño están los comegente? >> llegando a la gasolinera pasaron dos carajos en moto, el que iba de parrillero me lanzo un plomazo que por suerte no hizo más que hacerme ensuciar mis pantalones, a medida que me adelantaba el silencio de la calle era más sínico y desgargante. Adelante había una mujer desnuda y supe de inmediato que no era normal, me oculte en una esquina, un cruce dónde había una panadería, no iba a dejar que me viera, así que decidí agarrar por la otra cuadra, cuando me asome en la esquina, me di cuenta de qué habían muchos, debían ser al menos diez de ellos, algunos parecían dormir, pero no me iba a arriesgar, así que opte por “lo seguro”, iba a matar a la mujer desnuda e iba a seguir por la Perimetral hasta llegar con la casa destino.



    Fui rápidamente y sin hacer ruido y cuando fui a caerle a la mujer, la misma se alteró y en su lugar se lanzó ante mí, era rabia en su más puro estado, logró tirar mi cuchillo, así que me encontraba con las manos desnudas a punto de morir de la peor manera posible, entonces forcejeando puse mis manos en su cabeza, una atrás y una adelante, logro morderme y arrancarme un gran pedazo del antebrazo, pero yo logre romperle el cuello, << Es verdad lo que dicen, cuando estás al filo de la muerte sacas fuerza hasta del mismísimo infierno >> Pude notar dos cosas mientras me mareaba por la pérdida de sangre, la primera es que no íbamos a poder contra esas cosas sin un arma real, no eran zombis, esas cosas eran algo distinto, eran personas rabiosas y perdidas, la segunda es qué ya estaba muerto, me habían mordido, y la gravedad y magnitud de la infección me daba razones para sospechar que las mordidas eran un medio de transmisión.



    Agarre el cuchillo y me lo quería clavar en la cabeza, preferí la idea de suicidarme a terminar como esas cosas, pero no tuve el valor, cada vez veía más borroso todo, usé lo que me quedaba de fuerzas para encaramarme en las rejas de la panadería y eventualmente subirme al techo. Y allí quede desmayado mientras mi sangre se derramaba en picada hasta llegar su aparatoso final en el suelo. Solo uno, solo una de esas cosas me costó la vida, pensaba mientras mi mente se iba y el sol encandilaba mi rostro, <<qué final más patético>>.



    Abrí los ojos de golpe.

    – ¿Qué paso? – Dije en voz baja, y luego de bostezar y recordar lo ocurrido es que me puse en mis zapatos, era de noche, debían ser como las siete u ocho por la oscuridad del ambiente.



    Miré la calle hasta dónde la vista me permitía y logré ver que había más de esos desgraciados, pero no podía pasar la noche allí, así que baje lo más silencioso que pude y empecé a caminar, iba a correr directo al edificio, pero como si me olieran una de esas cosas volteo a verme y eventualmente otras le siguieron el paso y empezaron a correr hacia mí, corrí y corrí con todo lo que mis pulmones y piernas daban, pero solo salían más, entre más corría, gracias a los gruñidos y gritos de esos monstruos solo se unían más y más de esas cosas, el pecho me ardía, he hice la cosa más estúpida que se me pudo haber ocurrido, agarre a la calle Cajigal, al ver la casa de María sin rejas supe que esa casa estaba muerta, pero el pecho me ardían y las piernas no me daban, mi resistencia nunca fue buena y ahora la estaba sobres forzando, como si fuera mi única esperanza << Y lo era >> me metí en la casa y no vi a nadie, pero no me iba a arriesgar, así que subí al piso de arriba e iba a entrar en el cuarto de María, pero cuando introducía la llave Víctor, el hermano de María, gruñó y mi susto fue tal que deje las llaves pegadas y corrí hacía el balcón aprovechando que la puerta del mismo estaba abierta, corrí con todo lo que me dio el cuerpo y aparatosamente cerré la puerta, Víctor se estrelló contra la misma y eventualmente empezó a buscar en otras partes, yo cansado, con el corazón en la boca desbordando litros y litros de adrenalina, pasaría la noche en el balcón, y como ya es regla de las desgracias, empezó a llover torrencialmente, <<yo amo la lluvia, la adoro, pero llegué a pensar que comegente no me matarían, sería la hipotermia >>.



    Y mojado, con frío y en posición fetal pase la noche en ese balcón, no creí extrañar el suelo de la habitación de Ángel, pero así era.

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