"Para mí, para mis amigos, para cualquiera interesado en leerlo.
Nada especial, solo hobby."

-AldhaRoku

martes, 21 de febrero de 2017

Capítulo 19

Sentado a la esquina del colchón dónde descansaba Yue se encontraba Hernán, veíamos en silencio e intriga Joan y yo. Lo que era un mar de carcajadas y sonrisas se había vuelto nuevamente silencio y melancolía. La manera fugas y cambiante en nuestros ánimos se me hacía cada vez más molesto, realmente nunca estábamos bien, solo teníamos momentos de felicidad cortos y paulatinos en nuestra cruda y maldita realidad. 




    Asomé la mirada con el rabillo del ojo, podía voltear de manera normal, pero por alguna razón no sentía los ánimos para hacerlos, pude ver como las manos de Yue temblaban de manera abrupta, parecía estar muriendo, podía escuchar los dientes de Hernán rechinando, no podíamos seguir así, me levante y me fui de esa habitación donde nos encontrábamos. 

    – ¿A dónde vas Aldha? – Preguntó Joan, quien me había seguido cuando salí del cuarto. 

    – Voy… Voy a buscar un auto, simplemente, tenemos que irnos de aquí. – Le respondí. 

    – ¿Y a dónde iríamos? – Preguntó de manera desesperanzada Joan. 

    – Ya les dije. Con Kamui no tenemos precisamente un edén, pero las condiciones son infinitamente mejor que esto, es más probable que Yue mejoré estando en un lugar más… Normal, creo que es la palabra. – Le respondí. 

    – Te ayudo. – Afirmó Joan, así que ambos partimos en búsqueda de un auto a lo largo de la autopista, autos teníamos para elegir, el detalle iba ser encontrar alguno que sirviera. 

    – Te diría para ir en la moto, pero tendríamos que ir de uno en uno y estamos dónde el diablo boto la chola, tres viajes entonces  hasta la perimetral, todo de ida y vuelta… Son casi las cinco, sería una idea terrible. – Compartí. 

    – Es un buen punto, a mí lo único que me preocupa es la situación de la perimetral, bueno, tú sabrás mejor que yo cómo está eso allá, aquí casi no hay comegentes, los tukkis de mierda esos no se llegan hasta acá porque realmente, aquí no hay nada… A diferencia de allá que es más céntrico, hay muchísimos más comegentes y también debe haber vándalos de todo tipo. – Replicó Joan. 

    – Eso es verdad al cien por ciento, pero también es verdad que allá tenemos agua corriente, comida, refugio más seguro y medicamentos, no muchos, pero si suficientes, recuerda que tanto yo como Kamui estuvimos de recolectores. – Añadí. 

    – Si es cierto, que ahora eres bachaquero… – Respondió Joan y nos partimos de la risa, no paso mucho hasta que dimos con algo que nos podía servir, encontramos un auto en casi perfecto estado, pero no tenía batería, por otro lado encontramos a un auto sin nada, pero que conservaba la batería. Hicimos lo obvio y cambiamos las baterías, ya teníamos auto y apenas era poco más de las cinco, quizás cinco y diez cuando mucho, aun nos quedaba algo de sol antes de que se pusiera fea la cosa, el auto arrancó, agarramos hacía la casa, no estábamos muy lejos realmente, solo a unos cincuenta metros máximo, llamamos a Hernán y sin siquiera explicarle le dijimos Joan y yo al unísono “Nos fuimos”, cargamos a Yue y la metimos al auto, agarramos la poca comida que había en ese ranchito y todo lo que pudiera ser de utilidad, << Casi nada realmente >>, agarramos hacía la perimetral. 




     Tan rápido como pudimos, tomando la ruta hacía la llanada le sacamos la mierda a ese motor, íbamos a lo que la maquina diera y era más por morbo que por necesidad, tampoco queríamos estar en la llanada que digamos, si habían cabezas de guate en el centro, los barrios chungos como Bolivariano, La Llanada, Brasil y la zona del mercado probablemente debían ser los propios huecos de culo. Pasamos a toda velocidad por la carreta, la calle estaba impregnada de mierda y sangre, había casquillos de balas por doquier, << Se divirtieron esos coñoe’madres >>, lo que más estorbaba el camino eran los cuerpos apilados muchas veces en medio de la carretera, en ese momento nadie hablo, pero estoy casi seguro de que todos se lo preguntaron, “¿dónde estaban los pandilleros cabezas de guate?” Creo que más que preguntárnoslo, debíamos más bien agradecer que precisamente no estuvieran. Subimos hacía cascajal, de cascajal agarramos directo a la panamericana. Frenamos de golpe y luego retrocedimos, había una horda masiva a unos doscientos metros más o menos, quizás menos, retrocedimos, era imposible pasar por allí. 

    – ¿Qué coño? – Pregunto Joan en voz baja sorprendido.

    – Esas cosas ahora se mueven en manada, acostúmbrate a verlos amuñuñados así. – Respondí, una vez salimos completamente de la panamericana el tiempo nos iba a quedar corto, y pensé. “Ahora que se mueven en manada y las calles están mucho más solas, ¿Las noches serán igual de peligrosas?” No iba a averiguarlo, agarramos hacía la zona industrial y  a pesar de los obstáculos, los huecos, autos y toda la basura, el carro no tenía derecho a perecer, debía aguantar la pela hasta que llegásemos al local chino. El elevado estaba a la vista. – ¡JODER! – Afirmé el voz alta, había otra mierda más adelante, pero no eran comegentes, aquellos eran lo que parecía ser una banda de moto taxistas, íbamos a retroceder para agarrar atajo por la cumanagoto, pero esos malditos empezaron a seguirnos, venían en sus motos directo a nosotros, paré el retroceso y sin pensarlo dos veces apreté el acelerador, los muchachos sabían que hacer, no eran pendejos, Yue ya estaba acostada, Hernán y Joan agacharon la cabeza, yo igual, estaba conduciendo sin ver, esos hijos de puta empezaron a dispararnos, tan pronto sacaron sus armas, nosotros nos agachamos así que aquellas dos balas que impactaron contra el parabrisas no hirió a ninguno, le di todo lo mío a ese puto acelerador. Escuché el impacto, me había llevado a uno por el medio, quizás dos, levante la cabeza, mala idea, casi me meten un balazo en la misma, solo me paso muy cerca del cabello, pero giré y me llevé el maldito que disparó por el medio, habían unas motos estacionadas adelante, unas ocho más o menos, me llevé una por el medio, ya estábamos bajo el elevado, giré mano izquierda  hacía la perimetral, ya casi era de noche, el sol casi desaparecía, hoy lo había hecho temprano.





    Al llegar al local tuvimos dos golpes de suertes increíbles << Debía ser porque íbamos con Hernán >> el primero fue la inexistencia de comegentes, no había ninguno cerca, al menos no a la vista, y la segunda es que no nos siguieron los moto taxistas que no pudimos arroyar. Al estacionarnos, por estar más acostumbrado, me subí sobre el auto y salte entre esquinas al techo del local, les lancé entonces la escalera para que subieran, evidentemente apurándolos, lograron subir, rápidamente quite la escalera, no me gustaba para nada dejar el auto frente al local porque daba luz de nuestra posición, pero al no tener a nadie quien esté pendiente de la escalera, no había otra forma, era de noche, de modo que entramos al local. Habían algunos comegentes que era los putos amos en contorsiones y saltos, solo se veían de noche, así que para evitar su presentación entramos. Entré primero junto con Joan, pegados espalda con espalda afirmé. 

    – ¿Hay alguien? ¡¿Hay alguien?! … – Cada vez más fuerte esperando alguna respuesta. 

    – Yo… – Respondió Kamuí a lo lejos, bajamos entonces nuestra guardia, Hernán y Yue pudieron bajar con tranquilidad entonces. Busqué corriendo el kit médico, encontré una inyección, alcohol y algodón, traje también la caja dónde teníamos almacenados las medicinas que recolectamos y empezamos a ver que darle, no éramos médicos, pero tampoco éramos idiotas como para darle todo, le dimos algo para la fiebre, y por suerte tenía en la caja algo para infecciones, era intravenosa así que usamos la jeringa, en mi puta vida había inyecto a alguien y solo esperaba no cagarla, a último momento Hernán preguntó. 

    – ¿Sabes hacerlo? – A lo que le respondí 

    – No. – Hernán entonces decidió tomar la responsabilidad de inyectar a Yue. Rato después, Joan se estaba bañando, Hernán limpiaba a Yue con un trapito húmedo y también le aplicaba el clásico trapito mojado en la frente, realmente parecía que ella estaba mejorando, voltee a ver a Kamui, las botellas de ron vacías a sus pies me daban una idea de su estado, así que no pregunté. Al rato después pude bañarme, también Hernán, conectamos un suero de intravenosa a Yue, y ya más tranquilos preparamos algo de comer, hicimos un poco de arroz con atún. No era la gran cosa, pero era comida a fin de cuentas, y comida buena. Kamui agarró su porción y se apartó del grupo, probablemente iba a comer y dormir, afín de cuentas no tenía mucho que hacer. Yo por mi lado decidí contarles sobre Héctor a los muchachos, quizás al comer fue el peor de los momentos, pero debía hacerlo en algún momento, de modo que allí estábamos, Hernán, Joan y yo, estábamos sentados en el suelo comiendo en silencio hasta que abrí la boca. 

    – Hernán… Recuerdas, ¿recuerdas lo que me contaste sobre Héctor? – Pregunté tranquilamente mientras comíamos. 

    – Si, ¿por qué? – Respondió Hernán. 

    – Hay algo que no quise decir para que no explotaras, pero Kamui me dio una información detestable sobre él. – Añadí. 

    – ¿Aja? – Preguntó Hernán quien frunció el entrecejo y me miró seriamente mientras comía. Exhalé. 

    – Kamui vio a Héctor durante la noche del desastre en casa de Ángel, vio lo mismo que tú, pero vio el suceso completo, él dice que pudo haber sido su imaginación, que quizás malinterpreto lo ocurrido debido al momento, pero… 

    – Solo dilo Aldha. – Interrumpió Hernán. 

    – ¡Héctor empujó a Kyoko para que le dieran tiempo escapar de los comegentes que tenían en los talones!... Él, la empujó, la empujó para defenderse y huir, y nunca dijo nada al respecto. – El ambiente se volvió obscuro, el silencio se hizo pesado, Joan me veían con sorpresa e inconformidad, Hernán abrió los ojos de una manera fuera de lo común y su cara era tan inexpresiva que parecía un maniquí. – No creas que lo estoy defendiendo… Me enteré de esto hace poco, y tú solo complementaste esa información. – Añadí para no quedar mal y de paso romper la tensión. Hernán estaba indignado, indignado sería una manera elegante de afirmar que de hecho, estaba arrecho, conozco los sentimientos de las personas al ver ciertas actitudes físicas, y él, él estaba más enojado que nunca. Se levantó del suelo, le faltaba poco para terminar su comida, pero no lo hizo, dejo el plato allí, no había muchos lugares dónde ir dentro de ese local, así que solo fue al lado de Yue, realmente creí que me iba a golpear o a desahogar su rabia conmigo, pero él es un tipo inteligente, sabía que no se lo dije allá en la autopista porque sería peor. Joan volteó la vista, miró hacia uno de los estantes, uno dónde aún quedaban unas gomitas y otras chucherías, pero no cogió ninguno. 

    – Así que Héctor es un asesino… – Afirmó él de una manera tan tranquila y pacifica que no daba más que pistas de que ocultaba su enojo. 

    – Todos aquí somos asesinos, quizás aparte de Hernán que creo no ha matado a nadie, pero todos aquí somos asesinos, esas cosas aún están vivas, no son como zombis ni nada por el estilo. 

    – ¡SABES A LO QUE ME REFIERO! – Respondió en voz sumamente alta Joan. – Él, él estuvo con nosotros, comió de nuestra comida, lo protegimos, no era ni la mitad de cercano a nosotros como Genesis, ¿y sin embargo él?... – Le puse la mano en el hombro a Joan, no dije ni una sola palabra. Primera vez creo yo, que lo había visto tan molesto. 




     Agarré mis machetes y subí a la azotea, realmente no me gustaba pasar mis noches encerrado como un pájaro de jaula, me senté en la platabanda y volví a sentir el delicioso y frío aire de la noche, las  calles estaban completamente oscuras, podía distinguir con detalle todo el panorama gracias a la luz de luna quien brillaba con una gran intensidad, voltee mi mirada hacia arriba y pude nuevamente darme el lujo de observar el manto estelar, el cielo reflejaba tantos colores que era irreal, aquello parecía una imagen photoshopeada, colores como el azul, morado, verde, amarillo y algunos otros más se hacían presente en las estrellas, lo diferente que se veía el cielo sin la contaminación lumínica era impresionante, llevaba años sin observar un cielo así. En mi paz, escuche unos sonidos extraños, todo era silencioso así que aquel sonido me puso en completa guardia, observé entonces desde mi posición, allá a lo lejos, un comegente que caminaba al revés en cuatro patas, el sonido extraño no era más que el de sus huesos quebrándose por la contorsión. “¿Qué mierda?” Pensé. Me agaché para observar de tan manera que solo se pudiera ver mi cabeza. La criatura caminó derecho tambaleándose hasta que quedo justo en frente de mi a unos cuantos metros, fue tétrico y perturbador el momento en que esa cosa se levantó en sus dos pies sin dejar de alejarlos del suelo,  aquello dio una vuelta tan irreal que parecía un muñeco de goma, volteo la mirada, no sabía si ellos podían ver o podían diferenciar la profundidad, me mantuve inmóvil, la criatura volteo la mirada hacía mí. Allí estaba él, era un hombre desnudo que solo llevaba puesta una camisa unicolor blanca, decir blanca era erróneo dado a lo manchada que estaba, sus ojos a lo que la luz lunar me dejo ver eran completamente blancos, sus venas estaban tan marcadas que parecía estar dopado hasta la médula. Ninguno de los dos hizo durante un tiempo que se prolongó por cuatro minutos algún sonido, algún movimiento, nada. La criatura entonces regresó la mirada hacía el frente, empezó a saltar, “¿Qué trata de hacer?” pensaba, la criatura estaba en una posición estática, solo saltaba. Saltó, saltó y salto, cada vez más alto. Entonces empezó a correr hacía mí y antes de llegar al auto pego un gran salto, un salto que superó sin duda los cinco metros, era imposible para un humano, pero esa cosa no era humana completamente. El corazón me dolió del susto, pero tenía los machetes cerca y el tacto me hizo reaccionar, mientras esa cosa estaba en el aire me dio tiempo agarrarlos, los apreté con tanta fuerza que parecían estar fusionados a mi mano. La criatura entonces abrió la boca de una manera tan asquerosa que un jodido melón podría entrar allí, antes de que callera a la platabanda me levante como pude y le clave el filo en la cabeza con todas mis fuerzas. “¿Está muerto?” Pensé, realmente estaba asustado, en mi vida había visto un comportamiento así, su cuerpo estaba exánime con el machete clavado dividiéndole la cabeza en dos. El corte debía ser tan profundo que matemáticamente debí haberle picado el cerebro casi hasta la mitad, pero esa cosa empezó a contorsionarse y convulsionar. Me asusté, fue inevitable, caí de culo, pero retomé la compostura rápidamente. Lo bueno es que tenía unas botas que había robado hace unos días. Así que sin pensármelo mucho, con miedo a acercarme, pise con todas mis fuerzas lo que quedaba del machete afuera. Le había picado la cabeza en dos. La bestia dejo de moverse. La sangre llegó hasta mi otro pie que estaba plantado al suelo. Con todas las veces que había matado a esas cosas, es la primera vez que temblaba del miedo. “Debó ir adentro” Pensé, estaba pálido y respiraba profundamente. Fue fácil sacar el ensangrentado machete de la dividida cabeza de aquel monstruo. Pero aun así, me atemorizaba el acercarme a aquella cosa, físicamente era imposible que despertara. Pero físicamente también era imposible todo lo que esa cosa hizo. 




     Al sacar  el machete iba de regreso al local, hasta que una moto se estaciono justo al lado del auto y me señalaron. Voltee a ver sorprendido de que exista gente tan loca como para manejar de noche, pero el que iba atrás de la moto saco un revolver y me apuntó, la cosa se puso sería. Los únicos locos capaces de hacer eso, los tukkis de mierda. La había cagado totalmente, no podía entrar al local porque daría nuestra posición y pondría en peligro a los demás, pero no podía hacer de héroe porque tenían una puta pistola. Debía pensar, ¿Quedarme en la platabanda y campear a machetazos?, ¿bajar y correr  escapando de las balas y contar con que no me diera alguna? O ¿Volver adentro y poner la vida de los demás en riesgo? De las tres opciones opte por la única que era imposible, pero de otra manera. Escuché que uno estaba subiendo y le grité. 

    – ¡Alto! Voy a bajar pero advierto que no tengo nada.“¿Qué mierda estoy haciendo?” Pensé. 

    – Lanza el cuchillo que tienes ahí. – Afirmó el que se quedó en la moto. Efectivamente lancé el machete, calló al concreto y el de la moto se bajó rápidamente a agarrarlo, el otro machete lo dejé arriba, no lo habían visto afortunadamente. Una vez abajo el del revolver me apunto de frente la cabeza. 

    – ¿Qué más tienes por ahí? – Preguntó.

    – Soy un sobreviviente como ustedes pana, no tengo más nada. Solo tenía mi arma… Mi arma y el carro este que está aquí que fue dónde me vine. – Respondí. 

    – ¿Qué hacías allí? Tú que hacías montao’ allí arriba? – Me preguntó.

    – Mano, no hay lugar seguro dónde quedarse, así que busqué lo alto. – Respondí. Era una víctima, pero tampoco era la primera vez que me apuntaban, << todo Venezolano debería estar acostumbrado a esa vaina. >> 

    – ¡Me estás cayendo a cova! ¡Te voy a matar si no buscas lo otro que tienes allí, ¿tú crees que yo no te vi?! – Respondió. << Típica estrategia del malandro, “yo te ví” >> 

    – ¡Mano de pana no tengo nada más! – Afirmé exaltado. Cada vez apuntaba la pistola con más fuerza. El carajo me la quito de la frente y la levanto para darme un cachazo. Me caí al suelo de lo fuerte que fue el golpe. Pero yo tenía la ventaja. Una flecha se le había clavado en la cabeza al de la pistola, Kamui había salido y lo agarró. 

    – ¡VERGA! – Gritó el otro, se montó nuevamente en su moto y se fue pal’ carajo dejando el pelero. Cuando vi la flecha me levante y di unos pasos hacia adelante, pude ver a Kamui. 

    – ¡Sube Pues! – Respondió en tono regañón. Agarré entonces la pistola del sujeto y saque la flecha de la bala del tukki. << Puto asco >>  Se las lancé a Kamui y le pedí que lanzará la escalera. Me asomé a la calle y noté que no había nadie. Me monté al carro y le pedí a Kamui que estuviera pendiente, conduje unos cuantos locales a la izquierda y me baje rápidamente, corrí hacía la escalera y me subí. 

    – ¿Pa’ qué hiciste eso? – Preguntó Kamui. 

    – Pa’ no revelar dónde estamos. – Respondí. Entramos al local y cerramos esa mierda con seguro nuevamente. 




     Le devolví su flecha a kamui y ya aclimatado y sentado a gusto revisé el revólver. 

    – ¡Coño!... Otra pistola sin balas. – Dije, había vuelto a caer en esa maldita artimaña de la pistola sin balas, lancé esa mierda junto con la otra y me arreché, “Perdí un machete por nada” Pensé, aunque salimos bien de esta, en mi cabeza había una preocupación latente, ¿Quiénes eran esos sujetos?, si eran don nadie el otro sujeto no volvería a molestar, pero si pertenecían a un grupo, quizás la cagamos, la cagamos en grande. Le expliqué a Joan y Hernán las medidas de seguridad y cada quien se cubrió la boca y se amarró las piernas. Acabó el día, cada quien fue a dormir.

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