"Para mí, para mis amigos, para cualquiera interesado en leerlo.
Nada especial, solo hobby."

-AldhaRoku

martes, 14 de febrero de 2017

Capítulo 18

      “Imposible” Creo que ambos pensamos lo mismo, los tres mejor dicho. Allí estábamos reunidos formando un perfecto triangulo, mi persona, Hernán al frente, Joan  a nuestro lado. Cojeando hacía mí, vino Hernán quien me dio un abrazo sin dudarlo.

    – Aaaaaldha, ¡Aún sigues vivo! – Afirmó Hernán mientras me abrazó. 

    – No, Chamo ya, ¡Tienes que dejar de hacernos pensar que estás muerto! – Replico Joan quien se nos acercó cargando algunas verduras. 

    – ¿Qué coño dicen? ¡Yo los di por muertos a ustedes! ¡A todo el grupo!... ¡Sobre todo a ti Hernán! – Respondí señalándolo antes de empezar a sonreír y reír. – Maldita sea, tienen que contarme que paso, y Joan porque mierda no fueron al Cumana Plaza… – Pregunté en todo de joda.

    – Vamos adentro primero. – Afirmó Hernán.




     El humo no era más que una parrilla, Hernán estaba haciendo lo que parecía ser una barbacoa.

    – Maldita sea, tengo tantas cosas que preguntarles. – Afirmé.

    – Carah, ¿y nosotros? – Respondió Joan.

    – Ya vengo muchachos, voy a ver cómo está Yue. – Agregó Hernán quien se fue cojeando hacia uno de los cuartos del rancho. 

 – ¿Yue también está viva? – Agregué emocionado. 

    – Cuéntame Aldha, ¿Qué paso? ¿Cómo llegaste hasta aquí? – Preguntó Joan. 

    – ¿Qué quieres que te cuente? Todos estos días los he estado buscando, nunca llegaron al Cumaná Plaza y desde entonces he recorrido casi toda Cumaná buscándolos… Era cuestión de tiempo hasta que llegará aquí, pero no se me ocurrió venir a la autopista, sino fue hasta hoy… Como sea, eso no importa, ¿qué paso con ustedes? ¿Dónde está María y el resto? ¿Qué paso? – Pregunté con cierto desespero. 

    – Sí, calma, te contaré todo. – Afirmó Joan quien se acomodó en una vieja mecedora de madera. – Aaahh… soy malo para estas cosas, pero es justo que te cuente, los muchachos y yo nos separamos. ¿Quieres que te cuente la historia completa o…? 

    – Sí por favor.

    Bueno, te cuento, luego de escapamos de Guirintal, quisimos esperarme más adelante, pero la calle se había minado de comegentes, esa vaina era horrible, parecía como si en una noche toda Guirintal se hubiera convertido o yo qué sé... Nelson aceleró, no podía poner la vida de nadie en riesgo o de lo contrario todo lo que hiciste se hubiera perdido, él optó por seguir el otro plan, reunirnos en el Cumaná Plaza al día siguiente, pero primero que nada debíamos conseguir algún lugar dónde pasar la noche, era difícil, no había sitió en toda la vía que no estuviera lleno de comegentes, lo peor es que eran rápidos, horriblemente rápidos, te lo puedo asegurar porque María y yo íbamos en la parte de atrás, podíamos ver cómo nos seguían. Le grité a Nelson desde atrás de la camioneta que subiéramos a la autopista, pero precisamente él tenía planeado hacer eso, como la autopista estaba llena de autos abandonados, avanzar era un peligro, debíamos ir rápido, pero tampoco podíamos excedernos o nos volcaríamos. ¿Recuerdas que la última vez que nos quedamos varados allí no hubo comegentes? Pues esta vez era distinto, de hecho Nelson avanzaba llevándose a comegentes por el camino. 

    Eso explica los cadáveres que observé en la vía. – Mencioné interrumpiendo.

    – Si, bueno, queríamos pasar la noche en alguna de las casas a la redoma, pero era imposible parar, nos seguían un coñazo, además, las casas bien podían estar llenas de comegentes también. Casi llegando a la llanada, escoltados por así decirlo, por una gigantesca horda de comegentes atrás, una gandola nos chocó, fue en el cruce, desde allí perdí contacto con el grupo. 

    – ¿A qué te refieres? – Pregunté.

    – No sé bien lo que paso, pero la gandola choco la parte trasera de la camioneta, dónde estábamos María y yo, yo salí volando y rodé colina abajo, no recuerdo nada después de eso, no sé si los muchachos lograron escapar, solo sé, que al día siguiente cuando desperté estaba todo raspado, y me había roto un poco la rodilla con unas piedras, pero nada grave, la ruptura fue superficial, cuando me levante no tenía memoria de lo ocurrido, solo tenía el sable en la mano que aparentemente nunca solté, y empecé a subir hacía la carretera, cuando me subí por completo y vi la gandola volteada y los pocos comegentes que estaban caminando por allí, todo vino a mi mente. Empezaron a perseguirme y no pensé en más que volver al tierrero del acantilado, y bueno, una cosa llevo a la otra hasta que me encontré con Hernán más adelante. – Me quedé observando a Joan quien luego de contar su historia se quedó un rato callado, ambos para ser exacto, era un poco incómodo. Hernán llegó y se sentó al lado. 

    – ¿Quieres agua Aldha? – Preguntó.

    – Si, pero preferiría que me contases primero ¿cómo llegaste hasta aquí? Es más… ¿cómo has sobrevivido hasta entonces? – Pregunté, Hernán me sirvió agua de una botella de refresco en un pote de mantequilla mavesa, empecé a tomarla al mismo tiempo que él se acomodó para contar, suspiró. 

    – Bueno, cuando pasó lo de casa de Ángel, Yue y yo corrimos a nuestro ritmo, mi pierna estaba muy mal y no hice más que retrasarla, a pesar de eso ella no me soltó. Recuerdo bien que Héctor, ese maldito de Héctor… – Arqueé una ceja cuando dijo eso. – ¿Héctor es tu amigo Aldha?... – Asentí con la cabeza. – El corrió a nuestro lado, pero no para ayudarme, era lento, escuche a Génesis correr  cerca también, pero aunque quería ayudarla apenas y podía correr, Yue estaba haciendo casi todo el trabajo al llevarme, Héctor se fue por otro camino, hacía la iglesia, yo y Yue quisimos ir hacía el Marina, sí, no lo estábamos pensando bien, para como estaba mi pierna era imposible que llegáramos más lejos que alguno. Antes de que siquiera llegásemos al imprecopias escuchamos a Génesis gritar, Yue no volteo a ver pero yo sí, Génesis había caído al suelo cerca de la iglesia y unos de esos caníbales la habían agarrado y se la estaban empezando a comer, ¿Crees que Héctor hizo algo para ayudarla? Solo se quedó viendo, ¡estando justo en frente de ella!... luego volvió a correr, sé que no eran tan amigos, pero lo que hizo fue una mierda, solo pensó en él mismo. – Hernán estaba furioso cuando me contó aquello, quería decirle lo que vio Kamui, pero no quería sacarlo aún más de quicio, primero esperaría a que terminase la historia. – No podía hacer nada a esa distancia y menos en mi estado, sí, sé que no fui mejor que él, pero estaban tan cerca, él tuvo oportunidad de sacarla de allí. – Sé tomo un momento para digerir la ira que tenía y continuó, – Corrimos a mano izquierda, no sé cómo se llama esa calle, solo corrimos y una señora que nos vio corriendo desde su casa abrió la puerta y nos hizo señas de que fuéramos. Aprovechamos y corrimos como pudimos hasta la casa de la señora, la señora cerró las puertas con seguro, y al ser una puerta de hierro nos sentimos protegidos, por suerte no nos siguieron esos malditos, cuando llegamos la señora nos hizo señas de silenció, ella había sobrevivido todo ese tiempo así, creo yo, imagino que tenía comida en su casa guardada y qué siempre se mantenía en total silenció, es la única forma en la que creo sobrevivió a todo eso. Si te lo preguntas, allí no pasamos la noche, además de la señora había alguien más. Era un chamito de qué sé yo, catorce años, trece, él estaba durmiendo en una de las habitaciones, cuando de repente se despertó. La señora fue hacía él, pero el chamo le cayó encima y le empezó a morder la garganta, la señora empezó a gritar y eso, tampoco pudimos hacer nada, era obvio que ya estaba muerta, Yue agarró las llaves que la señora había dejado sobre la mesita de noche y abrió rápido las puertas, salimos de allí tan pronto como pudimos y  vimos que un chico que estaba cerca trataba de huir, estaba encendiendo una camioneta y ni preguntamos si podíamos ir con él, solo nos montamos en la parte de atrás, él se dio cuenta, tampoco le importó, arranco y agarró camino hacía el mercado… – Hernán se tomó su tiempo para bostezar y estirarse. – Bueno, del mercado llegó al centro y del centro agarró hacía el manzanares, parece mentira, pero esa noche de hecho la pasamos debajo del puente, el chamo se estaciono por el parque y se bajó corriendo, parecía saber lo que hacía así que bajamos y lo seguimos, el chamo bajo al puente y allí nos quedamos con él. Nos hizo señas para que no habláramos aunque era evidente que no lo haríamos, así sobrevivimos esa noche. 

    ¿Marisco de pana? Tanta leche tuvieron ese día? ¿Dos salvadores? – Interrumpí algo atónito tras escuchar tal fábula. 

    – Sí, este marisco es burde’ lechuo, todo el mundo se jodió corriendo entre monstruo y tukkis y este solo se topó con gente buena, espera que te cuente el resto… – Afirmó Joan entre risas.

    – ¿Y bien? ¿Qué paso después de eso? – Pregunté. 

    – Ya van, ya van, todo con tiempo… – Bostezó nuevamente, – Al otro día, cuando despertamos… 

    – ¡¿Qué?! ¿Se quedaron dormidos bajo un puente, sin ninguna protección en una apocalipsis yo qué sé que sean ellos, zombi caníbal lovecraftiana?… 

    Hahahaa… Si marico, ahora que lo pienso no fue la mejor decisión de nuestra vida, pero si, si, dormimos allí. Al día siguiente, nos despertamos porque el chamo este que nos rescató, vamo’ a llámalo el mudo, porque nunca abrió la boca, el chamo se fue y ya. No dijo a dónde iba o… Nada, se fue y ya. Yue me propuso ir a su casa, y como era la que nos quedaba más cerca, lo vi como una buena idea, así que subimos y trazamos camino a su casa… 

    ¿Y qué? ¿De paso les dieron la cola por el camino? – Interrumpí de manera sarcástica. 

    – Es gracioso que digas eso porque paso un viejito en un carro y de hecho nos dio un aventón, no me acuerdo como se llamaba pero, pero era chévere. – Arquee una ceja cuando escuche eso, pensé en aquel viejo que también me ayudo y quien me dio la información que me terminaría juntando nuevamente con mi novia, sonreí y continué escuchando su historia. – El viejo nos llevó a la perimetral, nos dejó justo frente a la calle en casa de Yue, habían una cantidad buena de comegentes, íbamos a ver a dónde agarrábamos para correr, el viejo aún no se iba así que nos iba a dar la cola de regreso, pero tuvimos la suerte de qué un grupito de la comunidad, solo en esa avenida, se había armado con cuchillos, chopos y protección de béisbol, ellos nos quitaron a los comegentes de encima, y gracias a ello pudimos entrar tranquilamente a casa de Yue, cuando entramos  nos sentimos seguros por un momento, pero, al menos Yue se sintió muy decepcionada porque no había nadie, parece que habían evacuado la casa, le dejaron una nota a Yue y bueno, al menos ella pudo confirmar que estaban bien, íbamos a quedarnos allí, pero uno de los de la brigada que nos salvó tocó la puerta como loco buscándonos, nos pidió que nos fuéramos de allí, y nos explicó rápidamente que no había recursos porque las casas que evacuaron se llevaron toda la comida y demás artículos necesarios… La razón por la que nos pidió que nos fuéramos es porque la horda se estaba incrementando, cada vez llegaban más y más y no la iban a poder controlar… Toi’ hablando mucho, formamos parte de una brigada de sobrevivientes, corrimos a una casa que era más fuerte que casa pero X, éramos como treinta en ese momento, no teníamos casi nada de comida, y ciertamente las armas eran solo utensilios de cocina o cosas improvisadas, no sé cómo sobrevivimos cuatro días allí, hubiéramos durado más tiempo, pero al quinto día las cosas se volvieron distintas, gente del grupo empezó a tomar un comportamiento raro, así que nos dispersamos y bueno, tuvimos la suerte de que el jefe de tropa, un antiguó militar entrenado, no esas basuras del cuartel, alguien que si sabía, no se rindió hasta poner nuestras vidas a salvo, yo me acuerdo que durante la tarde cuando ocurrió el brote de transformación, escoltó a un grupo medio grande, como de ocho personas a otro sitio, creo que se refirió a Makro, no me acuerdo con exactitud. Lastimosamente cuando salimos, nos estaba esperando un convoy militar, subimos tantos como pudimos pero el militar, el líder de la tropa cayó, pudimos ver como esas cosas lo devoraron, era horrible. A penas estaba saliendo la noche cuando el convoy salió disparado a la velocidad que pudo dar, al centro, del centro agarró hacia la gran mariscal y… tú conoces todo ese recorrido, se llevó a todo lo que se pusiera por el medio, realmente no sabíamos quién era comegente y quien era normal, todo se había complicado… – Hernán paro un momento para toser, – Waaa… Bueno, Seguimos hasta Makro, ya era de noche, ya te habrás dado cuenta de que durante la noche son más perras esos malditos…  

    – Y me lo digas… – Interrumpí. 

    – Seh, la vaina es que cuando llegamos a Makro, no sé porque, realmente no sé, el convoy agarro camino en retroceso llevándose a todos los comegentes que teníamos por la espalda, quizás era muy arriesgado que pidiéramos auxilio trayendo una manada de caníbales tras nosotros, quizás ya el mismo Makro estaba infectado de esas cosas no sé, solo retrocedió y tomamos camino hacía la autopista, pero el lugar estaba minado, justo en la entrada, había tantos, pero tantos, marico, era un ola, el convoy no iba a pasar por allí, dimos media vuelta, y regresamos a toda marcha a Cumaná, digo yo que a Cumaná, no sé a dónde iba agarrar el que conducía. La vaina es que chocamos con una horda enorme por el bosque y el vehículo se fue pal’ carajo, terminamos chocando contra los matorrales y árboles de la reserva, no es por ser rata, pero como a los que íbamos atrás no nos pasó nada, salimos corriendo y nos adentramos al monte, teníamos como a quinientas de esas vergas encima, ¿qué más íbamos a hacer? Nadie le paro bolas al conductor, cada quien iba por su lado, bueno, Yue y yo que íbamos juntos… – Hernán volvió a darse una pausa para toser, parecía tener alguna especie de tos o quizás infección, no estaban bajo situaciones muy salubres a decir verdad, – Sí, bueno, tuvimos la suerte de que adonde sea que nos adentramos no nos siguieron, un grupito como de siete nos quedamos reunidos sin hacer ruido en medio de la maleza. Hasta que no llego el día nadie se movió, durmió o hizo algo más que estar fetando allí. 

     – Al siguiente día el grupo, casi que por obligación se tuvo que hacer más unido, sabíamos que andando solos no haríamos más que condenarnos, además, yo no era el único malherido, también había gente enferma, de edad avanzada, gente mordida a gravedad, y como ya sabrás por lo que me dijo Joan, las mordidas no hace nada, yo no sé cómo se contagia entonces esa mierda, el grupo fue poco a poco creciendo y decreciendo, algunos caían, otros llegaban, parecíamos salvajes, en estas conocimos a una enfermera, quien fue la que se encargó de tratar, hasta dónde su conocimiento le permitió, a los heridos, ella trato mi pierna, y a los demás afectados. Dubraska creo, no me acuerdo el nombre de la enfermera, pero era vurda e’ pana. Bueno, los días pasaron, realmente habíamos formados lazos de amistad con otras personas, pero había noches en que algunos se enfermaban, empezaban a botar espuma por la boca y, bueno, la enfermera y Cesar, que era el líder del grupo, se encargaban de ellos, suena cruel, pero simplemente al otro día, desaparecían, no, no era que mataban a los enfermos, porque enfermos habían entre nosotros, eran a un grupo específico que estaba bien, y de la nada se volvieron enfermos…  

    – ¿Dijiste que no sabíamos cómo se transmitía el virus? – Interrumpí a Hernán. 

    – Si ¿por? 

    Bueno, el virus no se contagia, pero hasta dónde sé, hasta dónde sabemos, es que el virus se despierta, no preguntes como, no lo sé, solo despierta ese instinto asesino en algunas personas, y, quizás fue eso lo que paso en aquel grupo, la enfermera y el tal Cesar lo sabían y para no alterar a nadie y que se preocuparan más de lo necesario callaron. 

    ¿Quieres decir que podríamos estar completamente normal y despertar en la noche como una de esas cosas? – Preguntó Joan viéndose preocupación en su rostro. 

    – Solo es una teoría, y… Si es verdad, no solo es tan horrible como lo puedan imaginar, sino que aquello no ocurre solo en la noche, durante el día también ocurre…  

    – ¿De qué hablas? – Preguntó Hernán quien se sumió en la preocupación también. 

    – Llevo varios días sobreviviendo con Kamui, tenemos comida, un buen lugar, baño inclusive, pero hace poco, ayer de hecho. Una amiga de nosotros, una sobreviviente que se mantuvo con él, se convirtió durante el día, fue en una mañana que fui a buscar a los muchachos, fui a dar un paseo de reconocimiento, cuando llegue al local supe que algo no estaba bien, y cuando entré, simplemente ella estaba muerta, Kamui tuvo que dispararle una flecha y matarla antes de que ella lo matará a él. Se había convertido en pleno día… – Hubo silenció al terminar de hablar, podía ver como algunos de los muchachos sudaba frío, quise cortar con el silencio, y le pedí a Hernán que siguiera con la historia, él se dedicó un momento a tragar saliva y a digerir la información, Joan se veía más bien serio, pero quizás se debía a su preocupación, Hernán retomó la palabra. 

    – El, el grupo… El grupo en cierto momento se empezó a despedazar, a medida que pasaban los días cada vez los recursos eran menos, pero no era por eso, los miembros más capaces, aquellos que se venían en mejor condición física se apartaron para seguir sus propias metas, y nadie los podía culpar, tenían familia, amigos, la única razón de hecho, por la que Yue y yo no nos fuimos es porque mi pierna seguía en recuperación, aún, de hecho, sigue algo molida, una noche simplemente la enfermera nos gritó que nos fuéramos, quedábamos sin contarla a ella y a Cesar, cuatro personas, no le hicimos casos, salir de noche sería un suicidio, y no nos iríamos sin respuesta, cuando fuimos a ver, Cesar, el gigante ese se estaba comiendo a la enfermera, saltamos todos a ayudarla, aun sabiendo que era tarde, uno de los cuatro perdió la vida al tratar de matar a Cesar, es gracioso que me dieras lo de la transformación, porque hasta entonces nunca supe que pasó esa noche, ahora sé que fuimos todos unos ignorantes… – Agregó Hernán mientras se sentía impotente, – Matamos a Cesar, pero la enfermera y Julio, el pana que mato Cesar cuando tratamos de ayudar, también murieron, habíamos quedado tres, un inútil con la pierna hecha mierda, Yue y Carlos, así se llamaba el otro pana, el que quedó vivo, nos desasimos de los cuerpos y nos quedamos allí unos días más hasta que se acabaron los recursos, Yue empezó a enfermarse por la poca higiene y la falta de medicamentos, no podíamos seguir así,  agarramos los pocos recursos que nos quedaban y caminamos toda la carretera del bosque a Makro, revisamos cada casa, pero las casas dónde se podía entrar no tenían nada, era eso o eran nidos de comegentes, llegamos a una urbanización, pero nos lanzaron flechas de a lo lejos, corrimos sin dudarlo, más adelante encontramos un auto, Carlos sabía manera, fue en lo único en que ayudó, era pana, pero era un flojo cuya única ventaja era su fuerza, condujo hasta IPASME, la intención era buscar algunos medicamentos, pero, ni siquiera entramos al lugar, desde afuera se podía ver la gigantesca masa de comegentes que había,  lo mismo paso con la clínica de adelante…  

    – Venesalud. – Recalqué. 

    – Eso, quisimos entrar a Makro, pero era un nido, literalmente un nido de comegentes, la puerta principal estaba cerrada, pero no íbamos a poder entrar, nuestras opciones eran pocas, habíamos escuchado que el centro era un manicomio, y que Brasil y los barrios estaban peor, Julio, quien fue uno de los últimos en unirse, se unió a nosotros luego de correr por su vida tras el suceso de las armas, no podíamos ir a ninguno de nuestros sitios conocidos, terminamos optando, casi por obligación en ir a la autopista…  

    ¿Por qué a la autopista? – Pregunté.

    – Poca gente vive por allí, es prácticamente más campo que  cualquier cosa, y agarramos camino, fuimos de día obviamente. Eventualmente encontramos una casa, pero, nada que valga la pena, ¿ves esta piace casita? Es lo mejor que conseguimos, al menos tenían acaparados unos cuantos medicamentos y algunas harina pan y arroz, también tenían enlatados, desde entonces hemos estado aquí…  

    – ¿Y qué paso con Carlos? – Pregunté. 

    – Ah, lo mismo que los anteriores, se fue a buscar a su novia si no mal recuerdo, yo me propuse a no poner ni mi vida, ni la vida de Yue en riesgo hasta estar completamente curado de la pierna, me siento un poco mejor, pero la razón por la que no he salido a buscar a nadie es solo porque Yue ha estado muy enferma, aún tiene fiebre, lleva días así. Le he dado medicina de las acaparadas, le he preparado remedios con plantas, nada, lleva mucho tiempo así, a veces mejora pero al otro día vuelve a caer en cama. – Hernán se agarró el entrecejo con la mano derecha, pude notar lo frustrado que se sentía en ese momento. – Tanto que se esforzó por mí, y yo no puedo hacer nada por ella, yo, yo siempre creí… Nunca creí que llegaría tan lejos por mí, la creí egoísta pero, mira, yo no estaría vivo si no hubiera sido por su perseverancia. – Hernán empezó a temblar, se le salían las lágrimas, cualquier en su posición estaría igual, al menos eso creo yo, tomó un descanso para tomar agua, nos mantuvimos callados, tosí, 

    – Eh, Hernán, ¿cómo te encontraste con Joan? – Pregunté luego de darle su espacio. 

    – Oh, no, no le digas eso… – Respondió Joan quien empezó a sonreír. Hernán se puso a reír mientras secaba sus lágrimas. 

    – ¡Le voy a decir!… Hahaha, mira, yo agarré la costumbre de ir cada mañana a las casas de la redoma a ver que consigo, comida, medicina, lo que sea, en una de estas, salgo y me doy cuenta de que el niño este sale corriendo en dirección hacia mí, hahaha… Yo lo veo a lo lejos y el viene corriendo con el sable, la vaina esa en la mano y atrás un comegente…  

    – Epa, pero al principio no era uno… – Afirmó Joan  

    – ¡Cállate! hahaha… Yo pego bien la mirada y digo, ¡Verga! ¡Joan! Y no le paro bola a más nada, cuando veo el niño corriendo y gritando ayuda, cuando veo atrás, el comegente no era más que un carajito como de diez años, agarré una piedra y la lancé como cuando iban a los treinta metros de mí, se la conecté en toda la cabeza, el carajito cayó al frente por la contusión, Joan entonces todo desesperando se volteó y le clavo el sable en toda la cabeza al comegente aquel, cuando llegué lo veo allí tirando con la mierda al pecho, y nada más le dije. “Tú si eres bien marisco vale”… – Hernán empezó a reír, a lo que Joan respondió. 

    – No, te pases, tan poco tan así… Me estaban siguiendo un coñazo de esas vainas y como había perdido la memoria parcialmente, estaba saliendo de una contusión andaba perdido, empecé a correr como con quince de esas cosas atrás, y no sé en qué punto perdí a la mayoría, que solo quedo aquel niño. – Recalcó Joan. 

    – Te jodió un carajito es qué… – Contraataco Hernán quien se partió de la risa. 

    – Lo dice el lechuo que, no lo mordieron, no lo atracaron, lo curaron, no joda… A ti te falto que te dieran un coctelito. Hahaha… – Reafirmo Joan. La buena onda volvió a nosotros y casi, por una milésima de segundos olvidamos lo difícil que estaba la situación, casi, hasta que Yue se levantó y nos miró desde lo lejos, las risas se volvieron silencio, todos volteamos la cabeza y la observamos. Allí estaba ella, su cabello tapaba su rostro, sus manos caídas temblaban, se había orinado. Aquello parecía una escena del Aro o del Exorcista, creo que todos pensamos lo mismo, ninguno habló, nuestra respiración se tornó suave y calmada, éramos como mininos tratando de no hacer enojar a la bestia, Yue cayó contra el suelo. Fuimos todos corriendo hacia ella, por respeto a Hernán no lleve los machetes, pero para mí, y apuesto que más de uno pensó lo mismo, ella se había convertido, yo solo esperaba equivocarme, fuimos a auxiliarla.

1 comentario:

  1. la Historia contada por Aldhair: El mundo se torna oscuro, todo es una mierda
    La historia contada por Aldahir desde la perspectiva de otro: El mundo es nestea :v hahahahahaa

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