"Para mí, para mis amigos, para cualquiera interesado en leerlo.
Nada especial, solo hobby."

-AldhaRoku

domingo, 5 de febrero de 2017

Capítulo 14

    Escuché unas personas hablando y sus murmullos me hacían fruncir en entrecejo, aquella voz de fondo se me hacía muy familiar, pero aún no daba con el ente. Mantenía aún los ojos cerrados. 

    – Tsss… ¡Ahhhj! – Dije a causa del dolor.

    – ¿Qué, ya despertaste chango? – Me dijo uno de los sujetos que escuchaba, abrí uno ojo y lo primero que vi << Aunque borroso >> es que estaba dentro de lo que parecía ser una bodega de los chinos, observé los estantes y se veían como estaban las cosas antes del incidente, había chucherías, algunos productos y revistas, todo bien organizados. – ¡Despierta pues! – Dijo aquel ente que me parecía conocido, entonces mi cerebro hizo conexión y reconocí la voz.

    – Ka, Ka… ¿Kamui? ¿Kamui eres tú?... – Dije casi con el aliento y sin alma.

    – ¿Quién más pues?, perdí un ojo pero me veo mucho mejor que tú ahora. ¿Qué fue lo que te paso? ¡Te di por muerto! – Dijo en tono alegré el sujeto. Mis ojos se aclararon y pude verlo, no estaba soñando y tampoco estaba alucinando, era Kamui en carne y huesos.

    – Ja… Jaah Jaja… Ahí coño de su maaadreee… – Dije riendo mientras caí nuevamente rendido, de inmediato me despertó Kamui y la chica que le acompañaba y me atendieron.

    – Come algo chango, te vez terrible. – Dijo Kamui.

    – Dale Agua primero que esta deshidratado. – Replico la chica. No quería dar problemas, pero necesitaba la ayuda con urgencia, me vendaron las heridas en la pierna izquierda, me alimentaron y dieron de beber, inclusive me dieron un medicamente para el dolor, luego de todo eso la chica me lavo la cara con una esponja y quede dormido. Me dejaron dormir tanto como desee. 




    Me desperté de golpe muy activo.

    – ¡¿Qué?! ¿Dónde?... – Dije acelerado.

    – Tss… Guarda silencio que ya es de noche. – Me dijo la chica que me atendió durante el día.

    – Ya despertaste chango. – Dijo Kamui quien estaba a lo lejos.

    – ¿Viste algo Javier? – Le preguntó la chica, quien por cierto era de descendencia asiática, probablemente china y a su vez dueña del local dónde estábamos, debía tener unos veinte años, quizás menos, era una jovencita.

    – No, pero igual debemos pasar la noche aquí otra vez, no vale la pena arriesgarse. – Respondió Kamui.
 
    – ¿Qué hacías Hermano? – Subí al techo para ver si había alguien que necesite ayuda o si los monstruos aquellos estaban cerca. Me respondió.  – Ahhh.. – Ah, me acomodé como pude – ¿Qué rayos paso Kamui?, tú ojo, es más… Ah… Solo dime, que hiciste luego de lo que paso a que Ángel.

    ¿Lo que paso a que Ángel? ¿Cómo sabes eso, encontraste a gente del grupo con vida? Preguntó sorprendido. 

    – Si, Verás… – Empecé entonces a contarle todos aquellos sucesos ocurridos, los amigos que seguían con vida, aquellos que cayeron, y nuestra maldita despedida apresurada.

    – Ummm… Entiendo, bastante gente sigue con vida, me alegro realmente mucho. – Respondió.

    – Cuéntame que fue lo que paso por tu lado. – Nos sentamos a comer algo que prepararon en una cocinita dentro de la tienda, un arroz con carne seca y nos preparamos para cenar mientras Kamui se acomodaba para contar su lado de la historia.

    – Tú ya sabes lo que paso con esta niña, Diana o como se llame, no pudimos hacer realmente nada para ayudarla, creo que la impotencia nos marcó a todos ese día, ya sabes que bajamos todos del edificio y el único que se quedo fue Nelson a retener al gordote aquel. Por las malas aprendimos lo peligrosos que pueden ser esos caníbales de noche. No sé a dónde fueron los demás si te soy sincero, más detalles me distes tú que los yo te daré, solo sé que me quede a entretener a algunos de esos monstruos corriendo en zigzag para que quizás, con suerte le diera tiempo correr a los muchachos, pero algunos eran más rápidos que yo, me confié y se me salió de las manos, así que tuve que correr de vuelta al edificio, cuando casi entraba a la puerta, empezaron a bajar en grandes grupos y ya no sabía dónde estaba más seguro, si dentro del edifico o en la calle misma, así que tome la decisión de correr centro adentro, pero vi algo con el rabillo del ojo que me intriga hasta ahora. – Interrumpí a Kamui en su relato con el entrecejo arriba y pregunté.

    – ¿El qué? 

    – Quizás no fue así, pero creí ver al gordo negrito que juega geargia… ¡Héctor!, creí ver a Héctor empujar a uno de los suyos para huir y meterse dentro de un auto. 

    – ¡¿PERDÓN?! – Pregunté fuertemente ante mi sorpresa interrumpiendo nuevamente, – Ya va, ya va… ¿Puedes darme más detalles de lo que viste Kamui? – Pregunté impactado y contrariado.

    – No sé si lo que vi paso así o lo malinterprete, pero vi que a la niña catirita, la cosplayer.

    Kyoko… – Interrumpí.

    – Exactamente, vi que ella y Héctor estaban siendo perseguidos por una masa inmensa de comegentes, quizás porque ellos eran los más lentos, y vi que el chango aquel empujo hacia los monstruos esos a la chama esa. – En ese instante hubo silencio, me quede Frío al imaginar la escena. Kamui me miraba con intriga, y chasqueo los dedos,  – ¿Sigo? – Preguntó. 

    – Sí, si… – Respondí y me pase las manos por la cara par estrujarme los ojos.

    – No te alteres Aldha, quizás malinterprete lo que vi, era una situación tensa. Bueno, sigo, Waaa…. En resumen, corrí centro adentro y fue una total estupidez de mi parte, no se hacía más que incrementar el número de comegentes presentes, así que cruce a mano derecha con la finalidad de llegar a la perimetral y correr hacia mi casa por el Cumanagoto, pero nuevamente se repetía lo mismo, parecían piezas puestas allí por maldad, fue como si durante esa noche la mayoría de las personas saludables despertaron transformados en esas cosas. No podía mover la cabeza a algún punto sin que viera a uno, cinto, diez, X cantidad de mazas de esas cosas. Sabía que no iba a llegar a mi casa, así que trepé como pude los muros de una casa, de esa casa salte a otra, y así hasta llegar a la platabanda de un negocio de repuestos, eran dos pisos de altura, para ese punto ya estaba demasiado casando, quería ayudar pero si no podía, apenas y había sobrevivido, cansado y sin más fuerzas, pasé la noche allí en esa platabanda acostado. 

    – No joda, hiciste mucho con distraerlos, esas cosas de noche no son nada normales, digo, más allá del hecho de que sean caníbales, de noche son más rápidos, fuertes, capaces. – Dije interrumpiendo lo contado por Kamui.

    – Si, pero tenía que hacer algo. Bueno, ¿continuo? – Preguntó Kamui.

    – Si vale, por supuesto. 

    – Ummm… Bueno, cuando amaneció, la calle aún seguía rodeada por ellos, bajé de la platabanda hacia la casa de al lado y de aquella casa a la casa de al lado que era más pequeña y de ahí tome la osadía de arriesgarme, me lance hacia la calle y cuando iba a correr noté que los caníbales era más torpes, mantuve mi distancia, y aunque algunos me veían no parecían perseguirme, entonces fui a buscar a los muchachos, primero pensé en ir al edificio, y de hecho fui, no había nadie más que el cadáver del gordo, recuerdo que se me bajo la tensión al verlo, así que me fui rápidamente de allí. Cuando me fui del edificio termine envuelto en un atraco, varias motos con chamos empistolaos’ me pararon y me apuntaron para robarme, pero como no tenía nada, que carajo, se fueron. No vi a nadie cerca más que los malandros esos que andaban saqueando lo poco que quedaba y a la gente que vieran mal parada en las calles, así que tome la decisión de ir a mi casa, debía saber cómo estaba mi gente, tú entenderás. – Kamui se tomó una pausa para respirar y luego de un trago de agua continuó. – Camine toda la perimetral y la Cumanagoto hasta llegar a mi casa, descubrí ese instante que los comegentes son controlables durante el día a menos que te acerques mucho a ellos, algunos sigue siendo agresivos a distancia pero en general son mochos en comparación con los de la noche. Cuando llegué a mi casa me di un susto enorme, todas las puertas sin excepción estaban abiertas, solo faltaba un cartel de bienvenida sobre la puerta principal, Agarré una piedra medio grande para defenderme  y golpee a los que estaban cerca de la casa, lo suficientemente duro como para aturdirlos pero no para matarlos, para mí solo eran personas enfermas y no quería transformarme en asesino. Ahora que lo pienso, no sé cómo sobreviví ese día y el anterior sin matar a ninguno, Bueno, cuando entré a la casa habían dos, solo dos comegentes, uno que estaba de espalda y empujé encerrándolo en un cuarto, y otro a quien le puse una funda de almohada en la cabeza para confundir, a ese lo lancé  al piso y con un trapo le amarré las piernas para que no se levantará, pero ya a salvo busque y busque y no vi a nadie. En la casa no había nadie más que esos dos guarichos que seguro entraron porque la casa estaba abierta al público, la saquearon toda también, igual mis cosas, todo lo de valor se lo habían llevado. Rato después fui a casa de Daniel, y… Bueno, allí la cosa cambio mi perspectiva por completo de la situación, Daniel estaba fuera de su casa, estaba sucio por completo, su barba estaba mugrienta bañada en sangre y pedazos de carne en todos rosas y rojos. Temblaba como si estuviera drogado, al momento no me había dado cuenta, porque estaba de espalda, cuando lo llame y se volteo fue que me crispé al observarlo, se abalanzó contra mí y trataba a toda costa de morderme, lo sostuve por los brazos pero se estaba acercando mucho, creí que me iba a matar, pero logré lanzarlo al lado y zafarme de él, iba a romperle la cabeza con la piedra mientras aún no se levantaba, pero no pude, no podía simplemente matar a mi amigo, así como así. De modo que corrí a buscar quien me explicara la situación, pero era inútil, toda Cumaná parecía estar envuelta en caos, me detuve a  observar el panorama y venía como las personas corrían de otras personas, veía como todo se alborotaba, lo poco que no había saqueado lo estaban saqueando, podía ver cómo la gente corría con televisores, tostiarepas de casas ajenas. Bolsos, ropa, los más inteligentes comida, medicinas, trote hacia el centro y no te mentiré, me metí con un grupito a saquear una farmacia y agarré tanto como pude. Porque no llego mucho hasta que llegaran los tukkis armados y reclamar ese territorio como suyo, corrimos y bueno, por lo menos me había llevado algunas cosas. Pasé unos cuantos días sobrellevando la situación con una familia que me acogió, no gratis claro, el padre de la familia estaba herido y yo tenía algunos medicamentos, gazas y entre otras cosas que le favorecían a la familia para que se mejorase el señor. Pero entonces una noche, simplemente el niño, el hijo de la familia se convirtió en una de esas cosas y se lanzó sobre su madre, yo estaba durmiendo, el grito me despertó, y cuando fui a ver el niño estaba mordiéndole el cuello a su madre, el niño me vio y se lanzó hacía mí pero le estampé la puerta en la jeta. Cuando hice eso el padre estaba viendo y se lanzó ante mí como una bestia iracunda, no entendía como un hombre tan malherido podía hacer tal esfuerzo, ya que estuviese de pie era inaudito, entonces al ver sus brillantes y blanquecidos ojos en la oscuridad de la casa es que supe que se había convertido en una de esas cosas, corrí la planta de arriba y cerré la puerta, pero me siguió, traté como pude de retenerla, pero la puerta se estaba agrietando, era de madera, decidí ir a lo seguro, me lancé hacía la calle, otra vez la engorrosa situación de correr en medio del caos de noche, la horda de comegentes que me seguía era interminable, creí que iba a morir, corrí hacia la perimetral, por suerte estaba algo despejada, Carla me vio desde el techo de este local y tuvo la gentileza de lanzarme una escalera, no dudé en subirlas y de hecho tenía tantos y tan cerca de mí que tuve que saltar tan pronto estaba medio cerca de la platabanda, de ese modo Carla podía lanzar la escalera para evitar que subieran esas cosas…

    ¿Quién es Carla? – Pregunté interrumpiendo la historia nuevamente.

    – Yo – Respondió la chica. – ¿Qué, creíste que por tener padres chinos debía llamarme Cho, Shuan, Jumin o algo así? Soy venezolana, estudio en la UDO. –Afirmó la chica callándome la boca ante cualquier cosa, sonreí para cortar la tensión y observé a Kamui con intriga y algo de pena.

    – Continua. – le pedí a Kamui.

    – No sé qué más aportar, le debo la vida a Carla, desde entonces me he quedado en la tienda y hemos sobrevivido y hemos estado recolectando para sobrevivir. 

    – Antes éramos más. – Interrumpió en tono triste Carla. 

    – Cuando llegué aquí ella no estaba sola, sus padres, su hermano, hasta su abuela estaba aquí, me trataron con mucha calidez, me recibieron, me dieron de sus alimentos, y… 

    – ¿Qué paso? – Pregunté en completa intriga.

    – Buee… 

    – Yo le digo Carla, no tienes por qué hablar de eso. – Interrumpió Kamui a Carla quien se veía a punto de llorar. << Quizás no debí preguntar el qué paso >>Una noche mientras todos dormíamos, escuchamos gritos, gritos muy agónicos, y no era otra más que la abuela siendo devorada por el Hermano de Carla, había al parecer despertado como una de esas cosas, fue a atacarnos, pero el señor… << Kamuí espero un momento en silencio antes de continuar >>… El papá de Carla se sacrificó para que pudiéramos escapar, fuimos a despertar a la señora Chowj… Perdón, no puedo pronunciarlo bien, a la mamá de Carla, pero cuando estábamos despertándola, apenas me acerque abrió los ojos de una manera muy antinatural, sus ojos dieron vueltas, como si desconociera su campo visual, fue aterradora aquella imagen, y cuando la iba a levantar para subir al techo, la señora se me lanzo en sima y me mordió la cara. – Kamui se puso la mano izquierda en el parche que llevaba en su ojo y dijo. – Me mordió el ojo para ser exacto, lo arranco de una mordida con todo y parpado, del susto y por instinto lancé a la señora contra el suelo, el papá de Carla nos gritó que subiéramos y no hicimos más que hacerle caso. Subimos por las escaleras internas hacia el techo y cerramos la escotilla, todo mientras el papá de Carla le tocaba enfrentarse a dos de sus familiares convertidos en esas cosas. Arriba del mismo quería hacerme el fuerte, Carla estaba el Shock, pero el dolor me hizo retorcerme y Carla tuve que desviar su atención hacía mí. Ella fue quien atendió cómo pudo mi herida, el sangrado, Jug… Hasta ahora me ha salvado y atendido en más de cuatro ocasiones y no recuerdo que yo realmente haya hecho algo por ella, es vergonzoso. 

    – Eso no es cierto Javier. – Replico Carla con un puchero bien puesto. – Jah…Luego, bueno… 

    – Luego de eso, tuve que limpiar la tienda. – Dijo Carla interrumpiendo a Kamui. Por más firmeza que tuviera en sus palabras pude notar el dolor de aquello que dijo y todo lo que significaba, no hay que ser un genio para interpretar lo difícil que debió haber sido “Limpiar la tienda” cuando los desperdicios son tus familiares. 

    


    Una vez terminada la historia nos acomodamos para ir a dormir. Kamui y Carla por su lado y yo me acurruqué en una esquina con unas sábanas que me dieron, Bostecé.

    – Gracias a ambos. – Dije en vos relativamente alta.

    – ¿Qué? – Respondió Kamui.

    – Nunca pude darles las gracias por lo que hicieron por mí, gracias por salvarme la vida. – Respondí de todo corazón.

    – Duérmete chango, tú hubieras hecho lo mismo por cualquiera. – Respondió Kamui. Sonreí y me dormí alegre sabiendo que quizás el mundo no era tan mierda como creía que se había vuelto, mientras hubiera gente que conservará su juicio, buenos pensamientos y diera el ejemplo, quizás, tan solo quizás, podríamos salvar al mundo.

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