"Para mí, para mis amigos, para cualquiera interesado en leerlo.
Nada especial, solo hobby."

-AldhaRoku

domingo, 31 de diciembre de 2017

Capitulo 32

     Silenciosos y tomados de las manos tragamos saliva cultivando un último deseo, << Qué este maldito y locuaz plan salga bien >> Sudando en frío sosteniendo las armas con asombroso aferro y con la mirada fija hacía la Santamaría esperábamos impacientes la llegada de aquellos bastardos.

     Horas antes el equipo finalmente se había reunido, no era precisamente un bonito reencuentro, Kamui estaba medio muerto, Hernán inconsciente, pero era nuestro equipo, tan pronto “desempacamos” Nelson, María, Michelle y Nicole empezaron a comer con notable desespero. Podías discernir que de verdad tenían hambre, tanto así que de hecho, se abrió el apetito de todos y aprovechamos de comer algo. Puse a hervir una leche que tenía guardada, ya había expirado pero contaba fielmente que el hervirla ayudará de algo, cuando la vertí en la olla parecía queso o yogurt, olía rancio pero quería darme un lujo, si es que así se le puede llamar. Lo diluí en agua y empecé a hervir hasta que burbujeo y se tornó de un color natural. Entonces en la misma olla vertí una caja de cereal que encontré hace un tiempo, “también la estaba reservando” Era unas azucaradas, vertí toda esa mierda sobre la leche y revolví. Extendí la mano hacía María para levantarla, ella estaba comiendo unos fideos instantáneos cuando me devolvió la mirada.

     – Te invito un poco.  Le manifesté y le devolví una sonrisa. Nos apartamos un poco del grupo para tener algo que no habíamos tenido en mucho tiempo, privacidad, entonces empezamos a comer, uno tras otro como cerdos, sin decir una sola palabra hasta casi terminárnoslo. 

     – ¿Y qué será de nosotros ahora? – Pregunto ella, volteé a verla y reí.

     – ¿Importa? Yo creo que hace mucho que debimos haber muerto si me lo preguntas a mí.  Respondí. 

     – Ja, entonces no soy la única, hace bastante deje de sentirme mal. << Sonrió >> había dejado de preocuparme por mi bienestar o el de los demás, creí que habías muerto en más de una ocasión y era ridículo, porque deseaba de verdad, de verás y con toda mi alma volverte a ver y ahora te tengo aquí y no sé qué hacer, quiero besarte pero no tengo la motivación. De verdad siento que una parte de mi murió ya hace mucho… Reclamo ella.

     – Te entiendo, << Miré hacía el techo >> ya me ha tocado ver a tanta gente morir, me ha tocado matar a tantos, cuerdos o no, he estado tan cerca de la muerte que mi ateísmo se está convirtiendo en agnosticismo, siento que morí hace mucho y estoy en un maldito bucle, un limbo ridículo que no se quiere terminar Ja… << Reí >> Es molesto. – Añadí.

     Ella se recostó en mi hombro y dijo:

      – ¿Sabes? Aunque me sienta así, no quiero morir, tampoco estoy preparada para ver a alguien más morir, para verte a ti morir. Sin embargo sé que eso es imposible.

     – ¿Tú crees? Nunca es fácil ver a alguien partir, pero… No sé, creo que solo hay que ser paciente y ver cómo sale todo. Quizás, quizás los planetas se alineen para darnos la victoria sin que nadie perezca jaja… – Afirmé.

     La abracé con sinceridad aunque confieso sin ánimos, mis esperanzas no eran mejores que las de ella, pero aquí estábamos y eso era suficiente de momento.

     – ¿Qué le pasó a Hernán? – Preguntó María rato después.

     – Lo noqueé, tuve que. – Respondí.

     – ¿Y eso por qué? – Preguntó extrañada.

     – Esto, esta mierda nos va a terminar por volver locos a todos, Hernán empezó a masacrar a un grupo que nos estaba persiguiendo y bueno, Joan le dijo que parara, que ya estaban muertos, y le dijo unas cosas y entonces él se alteró. Al menos así lo ví yo, estaba armado y se acercaba con mala cara y no sé, vi muy malas intenciones, se acercó hacía Joan y sentí que haría algo horrible, solo fue reflejo lo golpeé y quedo aturdido. Afirmé dudoso al no saber explicar bien. 

     – ¿Así nomás? ¿Qué tiempo lleva actuando así o fue solo esa vez? – Pregunto María.

     – De hecho no, desde lo de Yue Hernán ha estado actuando raro, ni Megan puede calmarlo, parece un maldito emo asqueroso, hasta cuando te salva sientes como si quisiera matarte.

     – ¡¿Y él es estúpido o qué?! – Interrumpió María indignada.

     – Iré a hablar con él. – Afirmó María quien se levantó y fue a despertarlo, no me propuse a hacer nada, solo me quede contemplando el suelo y esperando que Nelson nos dijera que hacer, si irnos o qué.


      El rato pasó  creo que ya empezaba a anochecer, Nicole caminó hacia mí y se sentó a mi lado. 

     – Hola amiguito. – Afirmó desanimada.

      – Pulga ¿qué tal? Siento mucho pesar en ti. – Afirmé y al decirlo noté que apretó con cierta fuerza sus manos formando puños.

      – Supongo que no es nada. – mencionó ella. 

     – ¿y a quien pretendes engañar con eso? Si te sentaste aquí seguramente es porque necesitas desahogarte ¿no?  Pregunté. 

     – Te equivocas, solo quería saludar. 

     – Cuéntame, solo hazlo, sabes que lo sabré tarde o temprano. – Dije. 

     – Solo, solo estoy molesta Aldo, se me pasará, siempre es así. – Afirmo ella casi al punto de entrar al sollozo.  

     – ¿Tiene que ver con Luis Elias verdad? – Pregunté y aparté mi mirada para darle más espacio, y su respuesta solo fue crujir los dientes, creo que jamás la había visto tan enojada en los años que llevaba conociéndola. 

     – El murió defendiendo una causa, necesitaban esos alimentos… 

     – ¡Lo sé! – Gritó, – ¿Crees que no lo sé? Sé que tenía que ir, que no es un inútil, pero es que… ¿por qué tenía que ser él? Maldito el momento, quizás si hubiéramos ido todos… 

     – Te equivocas, fue él porque así tenía que pasar, si no hubiera sido él hubiera sido otro, así de simple, Y si hubieran ido todos, quizás hubiera sido peor. Quizás hubieran muerto más. – Afirmé sin una pisca de pesar. 

     – No lo entenderías, tú tienes a María Manifestó, y aquel comentario me enfureció. Exhale y disimulando mi enojo solo hable lentamente. 

     – Es el mismo estúpido argumento por el cual se rigió Hernán, egoísta y sin sentido, Sí, tengo a María ¿Por cuánto tiempo más? Cada minuto pienso en todas las posibles formas en las que la puedo perder, en que alguno de los dos podría morir, en que alguno se podría transformar. Es tanto así, que no sé qué siento hacía ella, es como si viera un muerto, y sé que ella así me ve, somos dos muertos que nuestro único propósito o meta es ayudarlos a ustedes. ¿Tú tienes a María? Tú también la tienes, siempre estuvo allí contigo, yo la dí por muerta en varias ocasiones y ella a mí, aquí la tengo y siento que todo este recorrido fue en vano, porque sí, así es la vida ahora. Siempre lo fue así, pero ahora más, no vale nada. Luis Elias solo era otro cuerpo caminando que ahora está despojado de su humanidad, Míranos, en lo que a mí respecta estaríamos mejor muertos, no más preocupaciones, pero aquí estamos aferrándonos a un futuro incierto y seguramente horrible… – Su mirada mostraba que me había pasado de la raya con todo aquello que le dije, hubo un silenció fúnebre durante unos segundos, todos me había escuchado, y no tenía que voltear a ver para darme cuenta de ello. 

     – ¿No tienes corazón? – Afirmó Sollozando y posteriormente llorando.

      – Quizás no. Por eso sigo vivo, por eso, seguimos vivos. 

     – ¿Entonces que nos hace diferentes a ellos? << Frunció el ceño >> Preguntante ¿Cuánto falta hasta que nosotros tengamos que comer personas también? 

     – Eso no va a pasar, pregúntate tú. Si le desearías esto a Luis Elías, pregúntate tú, si ayudas de alguna forma cargando esa actitud ridícula, pregúntate tú, si en lugar de estar molesta por la muerte de Elías realmente lo que estas es decepcionada de no haber muerto con él, porque sí es así, eres una egoísta y pensé que eras mejor que eso. Manifesté y me retiré dejándola sola viendo la pared, Michelle me observó y bajo la mirada la suelo al notar que le devolví la mirada. No sabía si había dicho una verdad cruda o había quedado como un imbécil frente a todos de modo que no hubo más que volver al silencio.

     El tiempo pasó a través de las cámaras notamos que había oscurecido, era de noche, luego escuchamos las motos, una, dos, tal vez cuatro, murmullos, gritos, “Saca la cierra” se distinguía entre los barbáricos gritos, entonces Nelson nos voltio a ver. 

     – Es hora, ya, ya, todos en guardia… – Susurro rápidamente.

     Anteriormente habíamos planificado algo absurdo y obtuso pero no teníamos muchas salidas, María abrió la puerta principal y Michelle había apagado todas las luces de adentro,  solo nos protegería la Santamaría en plena obscuridad, María se posiciono atrás contra la pared con su confiable arma, yo y Joan con pistolas estábamos en la entrada en cada esquina,  Nelson y una asustada Megan estaban en la zona céntrica del bodegón pecho tierra con Armamento pesado de metrallas rezando porque no fueran muchos. Entonces escuchamos aquella cierra como se encendía, no lo hizo a la primera, no lo hizo a la segunda, entonces cuando agarro, notamos como las chispas se hacían presenten, aquella cosa cortaba el metal como madera, con una facilidad fuera de lo normal,  parecía que iba a hacer algo grande así qué Nelson y Megan se ocultaron tras un estante de licores vacío, y eventualmente paso lo que tenía que pasar, y nosotros con el corazón en la garganta, cayó la sección del Santamaría, nuestra única protección. 

     – Está mierda parece vacía.  afirmó el gordo que cargaba la cierra, dio un paso adelante y atrás se le abalanzo otro sujeto. 

     – No creo...  y antes de que pudiera reaccionar, decir algo o ver bien, siquiera que aclaran la visión un disparo de parte del Fal de María le atravesó la cabeza al de la cierra y esa fue la señal, Nelson empezó a disparar al otro junto con Megan, volviedolos lo que llamaríamos vulgarmente queso, los otros que yacía atrás gritaron y Joan y yo nos vimos las caras, pistola en mano salimos afuera y justo cuando se estaban montando en sus motos Pude ver con el rabillo del ojo que eran unos seis, y sin apuntar, sumidos en la adrenalina lanzamos empezamos a disparar llevándonos a todo aquel presente, evidentemente reaccionaron pero tuvimos la fortuna de haber disparado primero, matamos a cuatro al instante, Los otros dos lograron montarse en una moto y arrancaron, el de atrás nos disparó pero tuvimos mejor puntería le disparamos en un ojo pero no habíamos logrado lo cometido pues el que conducía logró escapar.

     – ¡MALDITA SEA! – Grité, – Joan dile a los demás que se vallan...  afirme sin antes ver a Joan quien había caído de rodillas contra la acera,  no pude ver bien qué, pero su hombro estaba ensangrentado y su brazo se tiñó de rojo hasta la mano. Salió Nelson y Megan quienes nos veían, Joan volteó atrás y la pálida y cara de Megan tapándose su boca fue lo último que pudo ver antes de caer contra el suelo. Todo en ese momento se volvió lento, Nelson parecía desconcertado y con la mirada perdida, y lo agarré por los hombros y le gritaba como un demento una y otra vez

     – ¡NELSON, NELSON!... – 

     Megan se abalanzo llorando a abrazar a Joan y nadie me escuchaba, el único que sabía que uno quedo con vida y escapó era yo, así que como pude corrí a todo lo que el cuerpo me dio a buscar un auto, por suerte teníamos la camioneta aparcada relativamente cerca. La encendí como pude y la conduje hasta el bodegón, entonces empecé a escuchar el fúnebre sonido de las motos, se estaban acercando, y yo sabía mejor que nadie que estaban cerca, afín de cuentas, el estadio quedaba a nada, todo esto había pasado en cuestión de dos minutos, Note que no iba a dar tiempo montarlos a todos, el corazón me dolía quería vomitar así que  aceleré la camioneta  como pude  me voltee para ver en fracciones de segundos a los muchachos pensando en que quizás podía ser la última vez que los viera, noté a Megan llorando sobre un Joan cada vez más bañado en sangre, y pude ver asomándose a la puerta María quien no me vio, su cara solo era de perdición ante el incidente. Giré en L y puse las manos al volante con como si no solo mi vida, sino la de todos dependiera de ello, y pude ver aquella seguidilla de motos, no conté, pero debían haber más de doce aceleré y pude ver que aquellos que iban adelante disparándole a la misma se cagaron en sus pantalones y empezaron a frenar, pero ya era tarde, estábamos lo suficientemente cerca como para colisionar, y quizás con un poco más de suerte de la que ya había tenido, llevármelos a todos, hubo un choque, la camioneta y rodó, escuche crujir un hueso de mi pierna, pero no sentía nada, el chiste solo acabó cuando todo se volvió negro.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario