"Para mí, para mis amigos, para cualquiera interesado en leerlo.
Nada especial, solo hobby."

-AldhaRoku

domingo, 8 de octubre de 2017

Capítulo 31








31


     Huecos, escombros, sangre seca y mucha, pero mucha mierda. Es lo primero que me llega a la mente al tratar de describir el paisaje, creo que lo más triste que puedo discernir es el hecho de que una pequeña, minúscula parte de mí podía ver esta ciudad con mejores ojos que antes. Íbamos en una Hilux, esa maldita camioneta no se dejaba joder por nadie, la encontró Kamui tan pronto decidimos irnos de nuestro acogedor agujero. << Que buen ojo tiene esa perra >> Joan, Megan, Kamui, Hernán, Samara y claro, Yo. En plena luz del día nos lanzábamos a nuestro destino, el plan era más que claro, de modo que tomamos toda la comida que teníamos disponible, todos los medicamentos, sobre todo los antibióticos y nos lanzamos a esa mierda, cada uno excepto Samara y Megan quien no sabía disparar tenía un arma, ya no nos quedaba mucho que digamos, yo tenía una pistola cargada completamente, pero los demás no. Joan solo tenía cuatro balas, Hernán ni idea, pero sé que esa mierda no estaba del todo recargada, Kamui era el peor, tenía solo dos balas, aunque para su estado las balas eran el menor de los problemas.

     – ¿Entonces?... ¿A matar no? – Preguntó Joan con sumisa inseguridad, quité la mirada del camino un segundo para devolverle la misma y me tome un segundo de silenció.

     – Has de cuenta que si cualquiera de los suyos nos agarra no nos preguntaran por nuestro día, tiraran a matarnos. Son ellos o nosotros. – Afirmé.

     – De eso estoy consciente, pero ¿tú de verdad crees que estamos listos para matar así? Como en una guerra. – Preguntó Joan.

     – Te diré que no. Ni siquiera sé que lo lograremos, tampoco sé siquiera si llegaremos con los demás antes de que nos embosquen por el camino, solo sé… Que si nos quedamos esperando moriremos de hambre o peor ellos nos encontraran y nos usaran de alimento. – Afirmé.

      – Pura basura. – Interrumpió Hernán desde el asiento trasero. El silencio nos atormento un largo recorrido hasta que llegamos a la costa.

      – Que bonita se ve la playa. – afirmó Megan.

      – De hecho. – Susurró Joan. Ambos sonreían solo por ver aquel cambio en el paisaje, el agua se veía limpia y el viento que había hacia que danzara con imponente belleza, no parecía que nada de esto estuviera pasando.

      – Amiguito… ¿por qué me trajiste? – Pregunto adolorido Kamui.

      – ¿Cómo qué por qué? – Pregunté.

      – Mírame, no puedo mover un brazo y he perdido tanta sangre que no tengo fuerzas, seré un estorbo. – Afirmó Kamui de manera exánime y calmada.

      – ¿Qué te dio la marisquera? – Manifestó Joan.

     – Tú eres quizás el que más ha hecho en este grupo, ¿qué íbamos a hacer, dejarte solo allá desangrándote? – Pregunté retóricamente.

      – Me trajiste para pelear ¿verdad? – Preguntó Kamui.

     – Eres Esencial, pero si no te repones pronto no te obligaré a hacer una estupidez, quiero, quisiera de verdad que nadie muriera en esta, esta MIERDA que vamos a hacer, pero no son idiotas, y sé que conocen los riesgos…

      – ¡ALDHA! – Interrumpió Joan quien me hizo frenar de golpe.

      – ¿Qué pasa? – Pregunté mientras me sobaba el golpe que me di con el volante del auto. 

     – Retrocede, vi algo. – Alegó Joan quien se notaba bastante serio en la mirada. Estábamos llegando, quizás cuatrocientos metros o menos, pero no iba a dudar de Joan, de modo que metí retroceso y tan pronto como la camioneta empezó a retroceder, ocultos de la nada empezaron a salir sujetos desconocidos armados, la lluvia de balas no se hizo esperar, pero tuvimos la ventaja de la distancia, cuando empezaron a salir esas motos tras nosotros  fue cuando tuve que dar toda chola al auto. Samara entro en estado de Hiperventilación, mientras que Hernán se exhalaba y decía una y otra vez que acelerase. Los disparos se volvían ruido de fondo en mi cabeza, la adrenalina del momento estaba haciéndome hiperventilar también, Kamui preguntaba desesperando algo que no podía escuchar, no estaba escuchando ninguna voz, una, dos, tres balas rompieron el vidrio trasero y al voltear la mirada atrás solo podía verlos agachados, Megan Gritaba pero yo no llegaba a escuchar nada. Sin pensarlo antes de llegar a algún cruce giré a todo lo que dio el volante y casi hago que se volcase el mismo. De modo que pude verlos de frente, eran seis motos que venían hacía mí. Doce malditos, un conductor y el pequeño psicópata atrás disparando, no dio tiempo estabilizar el volante, todo fue muy rápido, nos volcamos.



     Los disparos se hacían más claros, cada vez, mi visibilidad estaba volviendo, parece que me había quedado inconsciente por un momento. Volteaba a los lados, solo veía sangre, atrás pude ver a Megan quien sacudía a Samara la cual estaba sufriendo un ataque, Kamui estaba desmayado o al menos es lo que yo esperaba. Abrí mis ojos tanto como pude y fue entonces cuando volví a la realidad. Los disparos, los insultos, los gritos, Abrí la ventana del auto, me sangraba la cabeza, y tenía una leve jaqueca, pero de esto estaba excelente, pude ver entonces como Hernán y Joan acribillaban a tiros a unos sujetos. Entonces pude analizar la escena, nos volcamos sí, pero nos llevamos a esos idiotas por el medio, Joan y el negro estaban acabando con los que sobrevivieron. Al menos eso parecía, Fui con ellos. Hernán se adelantó hacía uno de los que nos dispararon quien se movió un poco. Entonces casi sobre él empezó a dispararle a la  cabeza, una y otra vez sin piedad.

     – ¡Hernán Basta! ¡Basta! – Empezamos a gritarle Joan y yo, le puse la mano en el hombro y me dio un codazo con el pecho, entonces gasto su última bala en aquel más que muerto hombre, y seguía y seguía jalando el gatillo.

     – ¡¿Qué coño te pasa?! ¿Qué? ¡¿Sigues arrecho por lo de Yue?! – Advirtiendo con la mirada a Joan con el más puro hedor a odio se le acercó empuñando su arma como si tuviera intención de matarlo, corrí hacia él y con toda la fuerza que podía darle le golpeé la cabeza haciéndolo caer contra el suelo. Hernán cayó contra el piso y luego se desmayó.

      – Lo siento… – Declaré cansado y mirando con inseguridad a Joan quien a pesar de no decir nada, sabía que entendía por qué lo hice.

      – Tómemos sus armas antes de que vengan más. – Afirmó Joan.

     – Ayudemos primero a los demás.

      – Cierto, vamos. – Complementó Joan.

      Fuera del vehículo nos encontrábamos abatidos si se puede decir así, Kamui estaba como la propia mierda, Samara y Hernán desmayados y los demás solo bajo el sol, esperando.


      – No vinieron más. – Afirmó Joan.

     – Quizás están esperando que sus cazadores regresen, quizás solo nos están tendiendo un trampa. No sé. – Complementé.

     – Y entonces ¿qué haremos? – Preguntó Megan mientras trataba las heridas de Kamui y abanicaba a Samara.

     – Bueno somos seis y tres están indispuestos, creo que deberíamos comenzar por buscar un auto, solo uno, al menos dos deben quedarse armados esperando por si se pone fea la cosa. – Respondí.

     – ¿Y sí nos vamos a un lugar menos visible? – Preguntó Joan.

     – Podríamos agarrar por el anfiteatro, atrás creo que estaríamos a salvo a menos que no quieran mojarse por la playa. – Manifestó Megan, lo pensé un momento y analizando la situación tenían completa razón.

     – Cierto, vamos a cargar a los muchachos y ocultémoslos. – Afirmé, de modo que así fue. Despacio y con cuidado llevamos los llevamos a una zona rocosa atrás del anfiteatro, la marea estaba baja así que el agua ni nos tocó, y una vez posicionados afirmé. – Veré si consigo un auto, de todos modos. Ambos estén al pendiente y desde arriba y mantengan las armas bien cargadas, si esto se pone feo Joan, has de distractor.

      – No tienes que decírmelo, así será. – Completó Joan. – Los alejaré a toda costa de Megan y los otros. – Continuó.

     – Perfecto, entonces me voy. – Dije despreocupado.

     – ¿Solo te llevarás esa pistola? – Preguntó Megan antes de irme.

     – Llevo un cuchillo y está cosita, está totalmente cargada, de todos modos, no voy a buscar problemas, solo iré por un auto, si las cosas se ponen feas correré. No sería la primera vez. – Terminado de hablar, me retiré y me dirigí hacía los barrios bajos adyacentes al Marina, desde la carretera lance la mirada hacía el anfiteatro y no se veía nada, eso me dio una sensación de seguridad impecable, y entonces empecé a trotar, a revisar  todo vehículo en la zona. No había personas, no había animales, no había comegentes, aquel barrió estaba más muerto que cualquier cosa, me fui de allí. Decidí encaminar un viaje hacía Hidrocaribe y recordé que Dante tenía un grupo de sobrevivientes que tenía esa zona tomada. A largos pazos troté hacía aquel edificio, pero al llegar no vi nada, todo estaba destrozado, la puerta principal yacía negra, quemada producto de molotov probablemente, algo asustado, más bien sorprendido me adentré al lugar, las rejas y portones las habían tumbado por completo, daba la impresión de que un tanque o un vehículo blindado les paso por encima, y al entrar me topé con un horror tan descorazonador que más que miedo, me hizo sentir deprimido e infinitamente triste. Las Salidas estaban bloqueadas, y se veían restos, despojos de personas pidiendo clemencia, al ver esa piel carbonizada pegada a los huesos, calacas algunos tú podías entender el sufrimiento que debieron pasar esas personas. No sabía si me sentía mal por esas personas, por esos despojos o era por mi amigo, mi hermano Dante, quien hasta ese momento creí estaba mejor que yo. Pero continué con mi camino.


     En todo el mercado y la trinidad no había un maldito auto funcional, siempre faltaba algo de modo que tuve que encaminarme hasta el local, nuestra vieja base a buscar la camioneta del Nelson, que por suerte seguía allí estacionada, un poco rayada y con el techo algo hundido, pero hermosa sin duda. Me monté sobre la misma y preocupado por sucesos del pasado empecé a revisar los asientos traseros, << no había nada >> de modo que la encendí y me fui directo con los muchachos. Se estaba haciendo tarde, mi plan era estar con los demás para antes del mediodía, debían ser ya la una de la tarde más o menos, al menos eso evidenciaba el sol. Pero elemental, llegue con los demás, estacioné la camioneta justo en el anfiteatro para que se nos hiciera más fácil cargar a los muchachos y empecé a imaginar que no estuviesen allí, que estuviesen sus cadáveres ensangrentados o que algún maniático los esté sometiendo a punta de rifle, empecé a sudar, pero me di una cachetada a mí mismo y tome las riendas de mi imaginación, salí de la camioneta dejando la pistola sobre la guantera, levante mis manos en señal de que estaba desarmado y entonces lo vi.

     – Sube a ayudarnos pue’ – Gritó Joan desde arriba, estaban excelentes. Así que subí escalón tras escalón y llegué con ellos. Todo estaba bajo control de modo que empezamos a cargarlos y los subimos a la camioneta, Hernán parecía como que se despertaba, pero no era el caso volvía a caer rendido. Me senté en el asiento del conductor.

     – Aldha, no es por nada, ¿pero me dejas conducir a mí? – Preguntó Joan. Me lo quedé viendo y le dije.

     – Bueno, supongo no…

     – Es que conozco un atajo para llegar por el estadio, no pienso volver a tener de frente a esos locos. – Afirmó, me baje y me puse de copiloto con Megan, a quien le pedí un rifle de asalto que le robamos a uno de los perseguidores. Joan encendió la camioneta y preguntó:

     – ¿Sabes usar eso?

     – No… Pero aprenderé en el camino si es necesario. – Respondí, luego arrancamos.


     Nuevamente nos encontrábamos por la vía en una camioneta, la diferencia es que ahora íbamos por el camino contrario y con tres caídos en lugar de uno.

     – ¿Se habrán roto los potes de comida? – Preguntó Megan.

     – ¿Los de vidrio? – Preguntó Joan.

     – Esos mismos. – Respondió ella.

     – Bueno, esos los cubrimos bien con sábanas y estaban cubiertos de enlatados, de paso todo estaba dentro de mochilas así que no creo, y si sí, entonces debemos llegar rápido para no perder los embutidos. – Respondió Joan, estábamos llegando a barrios que jamás había visto, pero luego me ubiqué de dónde estábamos, salimos por la iglesia le pedí a Joan que detuviera el auto.

     – ¿Qué pasa Aldha? – Preguntó.

     – Te diré dos cosas, la primera es que esa puta iglesia está llena de locos, que a mi parecer podrían también ser caníbales o solo asesinos, no sé nada de ello más que parecen peligrosos, la otra cosa es que no debes pasar por el estadio directamente, NO LO HAGAS, cualquier cosa si vez a algún extraño aléjate o atropéllalo si está solo. – Afirmé, con esas palabras puse nervioso a Joan, pero igual, puse la mirada al frente, arrancó el vehículo y afirmó.

     – Continuaré. – Joan empezó a manejar suavemente tratando de no hacer ruido pero entonces las puertas de la iglesia se abrieron de golpe y algunos transeúntes salieron corriendo, sin perder tiempo y dando todo lo que podía dar la chola Joan acelero hasta salir de toda la zona del sucre, siguiendo mis instrucciones Joan se guío hasta que eventualmente llegamos al bodegón, lance la mirada antes de bajarme, todo parecía estar como cuando me fui a excepción de una gran “X” con un circulo dibujados con grafiti sobre la Santamaría, Baje solo del vehículo como de costumbre esperando lo peor, me asomé hacia una de las cámaras de seguridad y empecé a disque bailar, luego toqué la Santamaría como quien toca una puerta y me quede esperando frente a la cámara. Entonces empecé a escuchar candados y cadenas, estaban abriendo, tomé mi distancia y apunté con el rifle nuevamente esperando lo peor.

     – ¿Qué vas a matar a tu capitán? – Preguntó Nelson quien salió como carajito en su casa <<en pijama y guardacamisa >> del bodegón. – ¡Aldha que le hiciste la camioneta! – Levantó la voz Nelson. – Solo una cosa te pedí, una cosa y ve como la pusiste. – Complementó.

     – Luego tendré tiempo para disculparme, vamos a llevar a los muchachos dentro. – Pedí, sin perder tiempo las muchachas nos ayudaron, María se preocupó bastante al ver a Kamui medio muerto y quizás más aún al ver a Hernán desmayado pero actuó rápido, ayudo a llevarlos mientras que Michelle y una desanimada Nicole tomaron las mochilas y las llevaron adentro.

     – Mira lleva la camioneta lejos de aquí para que no le vente sospechas. – Me pidió Nelson.

     – Eso iba a hacer, pero tengo una pregunta, ¿qué es esa equis en la Santamaría. – Pregunté, Nelson al voltear a ver << quien no se había dado cuenta >> solo pudo afirmar.

     – Coño e’ la madre…

     – ¿Qué pasa con eso? – Pregunté. Y me respondió.

     – Ese es el símbolo que usan los de arriba para marcar un lugar pendiente por revisar, casas, negocios, lo que sea que les parezca interesante, le ponen esa marca que significa pendiente por revisar.

     – ¿ Y cómo sabes eso? – Pregunté.

     – Lo he visto, ya más o menos sé cómo trabajan. – Respondió Nelson. Sin más preguntas, fui a llevar rápidamente la camioneta hacía una farmacia cercana, la estacione allí, le saque la batería para que no nos la robaran << por suerte tenía mis guantes >> y me piré de regreso con los muchachos. Nelson cerró todo, absolutamente todo, encendió el aire acondicionado que hacía calor y allí estábamos, Nelson, María, Kamui, Hernán, Megan, Michelle, Nicole, Samara y yo. Dos desmayados, uno desangrándose aún y tres con más hambre que ganas de vivir.  Nelson abrió una de las tres mochilas, saco una bolsa de papitas fritas y empezó a comer y con la boca llena dijo.

     – Está es la cosa señores, vamos todos a morir.

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