"Para mí, para mis amigos, para cualquiera interesado en leerlo.
Nada especial, solo hobby."

-AldhaRoku

miércoles, 5 de septiembre de 2018

Capitulo 37



37


     Oficialmente el día había iniciado, el sol entraba por las rendijas superiores del almacenen que llamábamos hogar. Todos sin excepción empezamos a preparar comida tanto para desayunar como para el camino en caso de un imprevisto, no llevaríamos todos los equipos que cargábamos por cuestiones de peso, estoy hablando de cocina, horno, bombonas. Al menos no todas, solo una pequeña parte hasta encontrar un nuevo lugar, eventualmente regresaríamos por el resto de las cosas, eso pensábamos.

     Para María, Nicole, Joan y Hernán preparé unas panquecas con queso. Lo último que nos quedaba del queso que fabrico Cecilia claro. Lo que más nos sobraba era harina así que podía darme el lujo de hacer muchas panquecas, en ocasiones hacíamos pan, pero como consumía mucho gas el grupo se puso de acuerdo que cuando fuésemos a hacer, había que hacer para todos para aprovechar el potencial del horno, endulzábamos con la cosecha de caña de azúcar que encontró Martín, se estaba secando la cosecha así que tomamos justo a tiempo tantas cañas como pudimos y guardamos el jugo en potes de refresco, con eso endulzábamos toa’ mierda. No había agua suficiente como para ducharse, apenas para cocinar y llenar las cantimploras necesarias. Así que después de que todos ya habían desayunado, Kamui dio la orden de aviso. Primero iba a ir un grupo de exploración, Nelson, Agustín, Cesar, Joan y yo.

     Éramos muchas personas así que no podíamos deparar en cuidados, tan pronto abrimos la enorme puerta principal se escucharon algunos gritos y como no si hasta a mí me dieron ganas de vomitar al ver que cayó el cuerpo, más bien los restos esqueléticos y rojizos de << imaginaba era Brayan >> Pateando los restos como si fuera menos que un animal muerto lo apartamos de la entrada y decidimos ir a ver, cantar la zona, ver si había moros en la costa.

     De buenas a primeras no se veía nada raro, pero teníamos que tener la guardia alta, había frío aquello era señal suficiente como para saber que los hongos “aún con el sol” podían ser activos. En la parte principal al menos, no había nada raro más que la horrida muerte de Brayan, al verlo dirías sin pensarlo dos veces que fue devorado por la mancha voraz, era un despojo simplemente aterrador.

     Nos movilizamos por los costados separándonos en dos grupos, un grupo agarro por el lado izquierdo y el otro por el flanco derecho, misma dirección, el garaje, si todo estaba despejado podíamos cargar el convoy e irnos todos al diablo.

     – ¡MIERDA! –  Gritó Agustín quien iba con Joan del otro lado del almacén, Cesar, Nelson y yo corrimos entonces y nos dimos cuenta de lo que sucedía, ya se me hacía raro ver a esos malditos, así que cargando con no más que armas blancas para minimizar el ruido << Y una mierda, nos quedaban como seis balas en total >> Nos lanzamos ante esos comegentes, no parecían tener el efecto de lentitud que le daba la luz solar a casi todos, se veían fuertes, rápidos y voraces,  cuan si fuera poco debían haber más o menos doce, en otro momento no hubieran sido problema, pero estos comegentes tenía un comportamiento anormal, anormal para los estándares de un comegente, era entendible, llevábamos meses sin ver uno, últimamente solo se veía hongos por allí, Pero era imposible olvidar a los desgraciados, menos su forma de ataque. Uno salto hacía mí usando sus dientes, “Típico” Pensé, y el hijo de puta entonces me golpeo en la mandíbula, y como comegente que era tenía una fuerza jodidamente notable, caí al piso y esa cosa se abalanzó sobre mí, de no ser por Nelson quien le bolo la cabeza con un bate lleno de púas no la cuento.

     – ¿Son todos? – Nos preguntamos luego de acabar con los doce.

     – ¿Aldha que coño paso allí? –  Preguntó Nelson.

     – Marisco Esa cosa hizo un puño y me golpeo.

     – ¿Qué verga? – Preguntó Joan.

     – Te digo que el hijo de puta me lanzo a morder, obviamente evadí eso y lo agarré por la cabeza para matarlo, hizo un puño, vi el momento en que apretó la mano y me golpeo con la suficiente fuerza como para tirarme al piso. –  Afirmé con vehemencia.

     – ¿Y ahora qué? ¿Son inteligentes? –  Preguntó Asustado y con sarcasmo Cesar.

     – Carajo, lo que faltaba. – Se quejó Nelson con igual sarcasmo.

     – Debió haber sido una coincidencia, ¿Cuántos comegentes no has enfrentado ya? Que uno entre todos los que has matado hiciera algo fuera de lo común solo da más validez a lo que dije. – Manifestó Joan.

     – Sí, tienes razón, pero igual hay que estar atentos, llevamos más de seis putos meses desde que comenzó esta mierda y todavía no sabemos que es, he visto, zombis, mutantes, monstruos, las mordidas no te infectan, los que están bien pueden despertar como caníbales, esto debe ser el maldito apocalipsis. –  Dije iracundo.

     – Aja, ¿y sí le damos luz verde y salimos de aquí antes de que vengan más? –  Preguntó Agustín.

     Tras aumentar la seguridad del garaje, armando no solo a los que ya estábamos sino a Kamui, Hernán, María, Juana, Jessica y al chino es que todos empezaron a empacar, no todos estaban actos para pelear, pero cada uno era complementa útil, algunos sabían fabricar medicamentos con plantas, otros hacían alimentos con viejos trucos heredados de familia, y otros simplemente sabían trabajar muy bien en equipo.

     No nos llevó ni veinte minutos preparar el convoy, aquella mierda era gigante pero con la cocina, las bombonas y las cajas con alimentos no iban a entrar todas las personas, así que al menos  seis quedaron por fuera, conveniente teníamos una camioneta que usábamos para recolectar alimentos << saquear lo poco que sorprendentemente quedaba >> allí iba Nicole, Alexander, Megan, Johan, Karly y Kamui Aparte llevaban el poco armamento de fuego que nos quedaban excepto una pistola simple que tenía el conductor en el caso de toparnos con ladrones, llevaban también una caja de alimentos preparados y una de granos.  Ya todos listos arrancamos esas carcachas y decidimos ir a tierras de nadie, tomamos la vía más común a Cumanacoa, yo iba montado junto con Nelson atrás en el Convoy, la vista ciertamente era hermosa, el aire frio golpeando tu cara, ya sabes, aquellas pequeñas cosas por la cual ninguno de nosotros pensaba todavía en meterse un tiro.

     – ¿Qué vez? –  Me preguntó gritando Nelson del lado izquierdo del camión.

     – Ahhh.. Nada, solo veía. – Respondí.

     – Veme este. –  Dijo Nelson.

     Bostezaba, quizás por el sueño tras no dormir bien por lo de ayer, quizás por lo frio del ambiente o quizás por el clima nublado que tan hermoso y perfecto se me hacía. Tras lo más difícil, que era la cantidad inaudita de escombros que adornaban todo el pavimento finalmente salimos de lleno de lo que era Cumaná.

     – Ojalá te caiga un meteorito coñoe’tu madre –  Dijo Hernán refiriéndose a Cumaná.

     El plan iba bien, lo único malo es precisamente que no teníamos idea de dónde íbamos a hacer parada, literalmente este era un viaje a la nada. Miré hacía dentro de Convoy para ver a mi novia y lanzarle un besito, luego voltee hacía atrás para ver a los muchachos en la camioneta. Entonces noté algo raro, teníamos una montaña al lado como era normal en estas zonas, pero creí ver una roca que cayó de arriba, pero afortunadamente no golpeo al auto, Entonces dirigí la mirada hacia arriba y me di cuenta de que rodaba una cosa, temí con que fuese un derrumbe y golpease al Convoy o a la camioneta, Ojalá hubiese sido un derrumbe, aquello que caía de la montaña no eran más que Comegentes.  Era una maldita horda, gigante y desesperada, se arrojaban desde arriba hacía nosotros, quizás atraídos por el ruido de los autos y yo me preguntaba ¿Cómo podían ser tan rápidos?

     – ¡Nelson Grítale al conductor que aceleré! –  Exclamé, Pero antes de que dijera algo el Convoy freno de golpe seguido por la colisión que no pudo evitar darnos la camioneta, nuestro vehículo se salió de la carretera cayendo justo cuesta abajo a un acantilado de quien sabe cuántos metros, Estuve consiente todo el trayecto y tan rápido como pasó puedo contar cada detalle. Nelson salió disparado a quien sabe dónde, yo de igual manera salí disparado, pero hacía dentro del convoy con las demás personas. En ese momento mi mente se volvió borrosa, entre negrura y personas que salían disparadas fueras del convoy, Sangre y gritos, tengo una imagen borrosa que luego me aclararían de Maria y Hernán sosteniéndome entre los dos, y luego simplemente el golpe.

     Todo era negro, pero sabía que tenía los ojos cerrados, estaba ¿Desmayado quizás? Aunque borroso escuche unos disparos, gritos incesantes y lloriqueos de niños, me di cuenta de que estaba acostado en el suelo en un charco de mi propia sangre, María estaba a mi lado con los ojos abiertos, pero sin conciencia, me asusté, su cabeza no paraba de sangrar, todo nuevamente se volvió en cámara lenta para mí, miré abajo, arriba a los lados, vi a Hernán Tratando de levantar la enorme cocina que evidentemente al ver esos zapatitos podía discernir que estaba aplastando a alguien. Miré hacía un lado y noté que algunas personas peleaban a mano limpia y con lo que encontrasen contra algunos comegentes y a su vez con hongos, parecíamos estar en medio de un bosque porque aparte del camión bañado en llamas y todas esas personas peleando y tratando de levantar a otras solo había árboles y riachuelos. Rápidamente pensé, Comegentes, hongos… ¿El convoy en llamas y las bombonas adentro? Mi corazón latía a millón, a duras penas pude levantarme, caminaba más torpemente que un ebrio y solo pensaba en llevarme a María y a Hernán “que eran mis conocimos más cercanos que podía ver a simple vista”

     – De, de… Deja eso Hernán, esa cosa va explotar. – Torpemente hablando le manifesté a Hernán. Pero se negaban a darme bola, como pude, no sabría decir de dónde saque fuerza para ayudar a Hernán pero entre los dos pudimos quitar la pesada cocina industrial que aplastaba aquella pobre persona, Sus piernas estaban destruidas completamente, y no me sorprendería que también se le hubiesen salido parte de las tripas. Por eso se me rompió el corazón y automáticamente largue lágrimas al ver que ese pobre individuó era nuestra pequeña Michelle Manzella.

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