Silenciosos y tomados de las manos
tragamos saliva cultivando un último deseo, << Qué este maldito y locuaz
plan salga bien >> Sudando en frío sosteniendo las armas con asombroso
aferro y con la mirada fija hacía la Santamaría esperábamos impacientes la
llegada de aquellos bastardos.
Horas antes el equipo finalmente se había
reunido, no era precisamente un bonito reencuentro, Kamui estaba medio muerto, Hernán
inconsciente, pero era nuestro equipo, tan pronto “desempacamos” Nelson, María, Michelle y Nicole empezaron a comer con notable
desespero. Podías discernir que de verdad tenían hambre, tanto así que de
hecho, se abrió el apetito de todos y aprovechamos de comer algo. Puse a hervir
una leche que tenía guardada, ya había expirado pero contaba fielmente que el
hervirla ayudará de algo, cuando la vertí en la olla parecía queso o yogurt,
olía rancio pero quería darme un lujo, si es que así se le puede llamar. Lo
diluí en agua y empecé a hervir hasta que burbujeo y se tornó de un color
natural. Entonces en la misma olla vertí una caja de cereal que encontré hace
un tiempo, “también la estaba reservando” Era unas azucaradas, vertí toda esa
mierda sobre la leche y revolví. Extendí la mano hacía María para levantarla, ella estaba comiendo unos fideos instantáneos
cuando me devolvió la mirada.
– Te invito un poco. – Le manifesté y le devolví
una sonrisa. Nos apartamos un poco del grupo para tener algo que no habíamos
tenido en mucho tiempo, privacidad, entonces empezamos a comer, uno tras otro
como cerdos, sin decir una sola palabra hasta casi terminárnoslo.
– ¿Y qué será
de nosotros ahora? – Pregunto ella, volteé a verla y reí.
– ¿Importa? Yo creo que
hace mucho que debimos haber muerto si me lo preguntas a mí. – Respondí.
– Ja,
entonces no soy la única, hace bastante deje de sentirme mal. << Sonrió
>> había dejado de preocuparme por mi bienestar o el de los demás, creí
que habías muerto en más de una ocasión y era ridículo, porque deseaba de
verdad, de verás y con toda mi alma volverte a ver y ahora te tengo aquí y no sé
qué hacer, quiero besarte pero no tengo la motivación. De verdad siento que una
parte de mi murió ya hace mucho… –Reclamo ella.
– Te entiendo, << Miré hacía el techo >> ya me ha tocado ver a tanta gente morir, me ha tocado
matar a tantos, cuerdos o no, he estado tan cerca de la muerte que mi ateísmo
se está convirtiendo en agnosticismo, siento que morí hace mucho y estoy en un
maldito bucle, un limbo ridículo que no se quiere terminar Ja… << Reí
>> Es molesto. – Añadí.
Ella se recostó en mi hombro y dijo:
– ¿Sabes?
Aunque me sienta así, no quiero morir, tampoco estoy preparada para ver a
alguien más morir, para verte a ti morir. Sin embargo sé que eso es imposible.
–
¿Tú crees? Nunca es fácil ver a alguien partir, pero… No sé, creo que solo hay
que ser paciente y ver cómo sale todo. Quizás, quizás los planetas se alineen
para darnos la victoria sin que nadie perezca jaja… – Afirmé.
La abracé con
sinceridad aunque confieso sin ánimos, mis esperanzas no eran mejores que las
de ella, pero aquí estábamos y eso era suficiente de momento.
– ¿Qué le pasó a Hernán? – Preguntó María rato después.
– Lo noqueé, tuve que. – Respondí.
– ¿Y eso por
qué? – Preguntó extrañada.
– Esto, esta mierda nos va a terminar por volver locos
a todos, Hernán empezó a masacrar a
un grupo que nos estaba persiguiendo y bueno, Joan le dijo que parara, que ya estaban muertos, y le dijo unas
cosas y entonces él se alteró. Al menos así lo ví yo, estaba armado y se
acercaba con mala cara y no sé, vi muy malas intenciones, se acercó hacía Joan y sentí que haría algo horrible,
solo fue reflejo lo golpeé y quedo aturdido. –Afirmé dudoso al no saber explicar bien.
– ¿Así nomás? ¿Qué tiempo lleva
actuando así o fue solo esa vez? – Pregunto María.
– De hecho no, desde lo de Yue Hernán ha estado actuando raro, ni Megan puede calmarlo, parece un maldito
emo asqueroso, hasta cuando te salva sientes como si quisiera matarte.
– ¡¿Y él
es estúpido o qué?! – Interrumpió María
indignada.
– Iré a hablar con él. – Afirmó María
quien se levantó y fue a despertarlo, no me propuse a hacer nada, solo me quede
contemplando el suelo y esperando que Nelson
nos dijera que hacer, si irnos o qué.
El rato pasó creo que ya empezaba a anochecer, Nicole caminó hacia mí y se sentó a mi
lado.
– Hola amiguito. – Afirmó desanimada.
– Pulga ¿qué tal? Siento mucho pesar
en ti. – Afirmé y al decirlo noté que apretó con cierta fuerza sus manos formando
puños.
– Supongo que no es nada. – mencionó ella.
– ¿y a quien pretendes engañar
con eso? Si te sentaste aquí seguramente es porque necesitas desahogarte ¿no? – Pregunté.
– Te equivocas, solo quería saludar.
– Cuéntame, solo hazlo, sabes
que lo sabré tarde o temprano. – Dije.
– Solo, solo estoy molesta Aldo, se me
pasará, siempre es así. – Afirmo ella casi al punto de entrar al sollozo.
– ¿Tiene que ver con Luis Elias verdad? – Pregunté y aparté mi mirada para darle más
espacio, y su respuesta solo fue crujir los dientes, creo que jamás la había
visto tan enojada en los años que llevaba conociéndola.
– El murió defendiendo
una causa, necesitaban esos alimentos…
– ¡Lo sé! – Gritó, – ¿Crees que no lo sé?
Sé que tenía que ir, que no es un inútil, pero es que… ¿por qué tenía que ser
él? Maldito el momento, quizás si hubiéramos ido todos…
– Te equivocas, fue él
porque así tenía que pasar, si no hubiera sido él hubiera sido otro, así de
simple, Y si hubieran ido todos, quizás hubiera sido peor. Quizás hubieran
muerto más. – Afirmé sin una pisca de pesar.
– No lo entenderías, tú tienes a María. – Manifestó, y aquel comentario me
enfureció. Exhale y disimulando mi enojo solo hable lentamente.
– Es el mismo
estúpido argumento por el cual se rigió Hernán,
egoísta y sin sentido, Sí, tengo a María
¿Por cuánto tiempo más? Cada minuto pienso en todas las posibles formas en las
que la puedo perder, en que alguno de los dos podría morir, en que alguno se
podría transformar. Es tanto así, que no sé qué siento hacía ella, es como si
viera un muerto, y sé que ella así me ve, somos dos muertos que nuestro único
propósito o meta es ayudarlos a ustedes. ¿Tú tienes a María? Tú también la tienes, siempre estuvo allí contigo, yo la dí
por muerta en varias ocasiones y ella a mí, aquí la tengo y siento que todo
este recorrido fue en vano, porque sí, así es la vida ahora. Siempre lo fue
así, pero ahora más, no vale nada. Luis
Elias solo era otro cuerpo caminando que ahora está despojado de su
humanidad, Míranos, en lo que a mí respecta estaríamos mejor muertos, no más
preocupaciones, pero aquí estamos aferrándonos a un futuro incierto y
seguramente horrible… – Su mirada mostraba que me había pasado de la raya con
todo aquello que le dije, hubo un silenció fúnebre durante unos segundos, todos
me había escuchado, y no tenía que voltear a ver para darme cuenta de ello.
– ¿No
tienes corazón? – Afirmó Sollozando y posteriormente llorando.
– Quizás no. Por
eso sigo vivo, por eso, seguimos vivos.
– ¿Entonces que nos hace diferentes a
ellos? << Frunció el ceño >> Preguntante ¿Cuánto falta hasta que
nosotros tengamos que comer personas también?
– Eso no va a pasar, pregúntate
tú. Si le desearías esto a Luis Elías,
pregúntate tú, si ayudas de alguna forma cargando esa actitud ridícula,
pregúntate tú, si en lugar de estar molesta por la muerte de Elías realmente lo que estas es
decepcionada de no haber muerto con él, porque sí es así, eres una egoísta y
pensé que eras mejor que eso. –Manifesté y me retiré dejándola sola viendo la
pared, Michelle me observó y bajo la
mirada la suelo al notar que le devolví la mirada. No sabía si había dicho una
verdad cruda o había quedado como un imbécil frente a todos de modo que no hubo
más que volver al silencio.
El tiempo pasó a través de las cámaras
notamos que había oscurecido, era de noche, luego escuchamos las motos, una,
dos, tal vez cuatro, murmullos, gritos, “Saca la cierra” se distinguía entre
los barbáricos gritos, entonces Nelson
nos voltio a ver.
– Es hora, ya, ya, todos en guardia… – Susurro rápidamente.
Anteriormente habíamos
planificado algo absurdo y obtuso pero no teníamos muchas salidas, María abrió la puerta principal y Michelle había apagado todas las luces
de adentro, solo nos protegería la
Santamaría en plena obscuridad, María se posiciono atrás contra la pared con su
confiable arma, yo y Joan con
pistolas estábamos en la entrada en cada esquina, Nelson
y una asustada Megan estaban en la
zona céntrica del bodegón pecho tierra con Armamento pesado de metrallas
rezando porque no fueran muchos. Entonces escuchamos aquella cierra como se
encendía, no lo hizo a la primera, no lo hizo a la segunda, entonces cuando
agarro, notamos como las chispas se hacían presenten, aquella cosa cortaba el
metal como madera, con una facilidad fuera de lo normal, parecía que iba a hacer algo grande así qué Nelson y Megan se ocultaron tras un estante de licores vacío, y
eventualmente paso lo que tenía que pasar, y nosotros con el corazón en la
garganta, cayó la sección del Santamaría, nuestra única protección.
– Está
mierda parece vacía. – afirmó el gordo que cargaba la cierra, dio un paso adelante y atrás se le abalanzo otro sujeto.
– No creo... – y antes de que pudiera
reaccionar, decir algo o ver bien, siquiera que aclaran la visión un disparo de
parte del Fal de María le atravesó la cabeza al de la cierra y esa fue la señal,
Nelson empezó a disparar al otro
junto con Megan, volviedolos lo que
llamaríamos vulgarmente queso, los otros que yacía atrás gritaron y Joan y yo nos vimos las caras, pistola
en mano salimos afuera y justo cuando se estaban montando en sus motos Pude ver
con el rabillo del ojo que eran unos seis, y sin apuntar, sumidos en la
adrenalina lanzamos empezamos a disparar llevándonos a todo aquel presente,
evidentemente reaccionaron pero tuvimos la fortuna de haber disparado primero,
matamos a cuatro al instante, Los otros dos lograron montarse en una moto y
arrancaron, el de atrás nos disparó pero tuvimos mejor puntería le disparamos
en un ojo pero no habíamos logrado lo cometido pues el que conducía logró
escapar.
– ¡MALDITA SEA! – Grité, – Joan dile a los demás que se vallan... – afirme
sin antes ver a Joan quien había caído de rodillas contra la acera, no pude ver bien qué, pero su hombro estaba
ensangrentado y su brazo se tiñó de rojo hasta la mano. Salió Nelson y Megan quienes nos veían, Joan
volteó atrás y la pálida y cara de Megan
tapándose su boca fue lo último que pudo ver antes de caer contra el suelo.
Todo en ese momento se volvió lento, Nelson
parecía desconcertado y con la mirada perdida, y lo agarré por los hombros y le
gritaba como un demento una y otra vez
– ¡NELSON, NELSON!... –
Megan se abalanzo llorando a abrazar a Joan y nadie me escuchaba, el único que
sabía que uno quedo con vida y escapó era yo, así que como pude corrí a todo lo
que el cuerpo me dio a buscar un auto, por suerte teníamos la camioneta
aparcada relativamente cerca. La encendí como pude y la conduje hasta el
bodegón, entonces empecé a escuchar el fúnebre sonido de las motos, se estaban
acercando, y yo sabía mejor que nadie que estaban cerca, afín de cuentas, el
estadio quedaba a nada, todo esto había pasado en cuestión de dos minutos, Note
que no iba a dar tiempo montarlos a todos, el corazón me dolía quería vomitar
así que aceleré la camioneta como pude
me voltee para ver en fracciones de segundos a los muchachos pensando en
que quizás podía ser la última vez que los viera, noté a Megan llorando sobre un Joan cada vez más bañado en sangre, y pude
ver asomándose a la puerta María
quien no me vio, su cara solo era de perdición ante el incidente. Giré en L y
puse las manos al volante con como si no solo mi vida, sino la de todos
dependiera de ello, y pude ver aquella seguidilla de motos, no conté, pero
debían haber más de doce aceleré y pude ver que aquellos que iban adelante
disparándole a la misma se cagaron en sus pantalones y empezaron a frenar, pero
ya era tarde, estábamos lo suficientemente cerca como para colisionar, y quizás
con un poco más de suerte de la que ya había tenido, llevármelos a todos, hubo
un choque, la camioneta y rodó, escuche crujir un hueso de mi pierna, pero no
sentía nada, el chiste solo acabó cuando todo se volvió negro.
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